¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.
Agustín de Hipona
1 de julio de 2018. La vida te da revanchas.Hoy ha cambiado mi vida y la de muchos. Hoy no cabe la derrota. Como tampoco debieron haber cabido las anteriores, que no fueron derrotas, sino robos, atracos: el de las elecciones de 2012, cuando la oligarquía le compró la presidencia a Peña Nieto, le construyó una historia, le fabricó una imagen con peinado alto y le rentó a una esposa; el de 2006, que nos legó una guerra que no acaba; el otro fraude, absurdo, el de 1988, cuando fuimos al Zócalo, dispuestos a todo, pero Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del Tata, hoy tan venido a menos, nos dijo no… que no valía la pena el reguero de sangre. Entonces había surgido en el escenario político un joven candidato en Tabasco a quien también lo habían despojado de la gubernatura: Andrés Manuel López Obrador. Pero no. Quien llegó a la presidencia fue Carlos Salinas de Gortari para imponer un neoliberalismo feroz que empobreció a millones y enriqueció de manera obscena a unos cuantos. Y en ese inter han pasado cuarenta años, media vida, y había que sobreponernos. Lo hicimos. Trabajamos. Luchamos.
Pero también tuvimos que resignarnos.
¿Cuántos años más? Pasaron cuarenta. Pasaron quinientos.
Nuestro paso por la vida nunca va en camino recto. A menudo damos vueltas y regresamos al mismo lugar. Un día lloramos en el Zócalo y en un viraje ya estamos celebrando que está a punto de comenzar una nueva forma de hacer política privilegiando a los siempre olvidados. Hoy, exactamente a la mitad del año 2018, comienza la cuarta transformación de la vida pública de México.
No estoy, pero estoy. Desde la pantalla de mi casa escucho a Andrés Manuel. Su agradecimiento por los que votamos por él: treinta millones. Su respeto por la democracia. Su anuncio de que habrá cambios profundos.
¡Cómo quisiera estar entre la gente y escuchar el anuncio de una nueva libertad, verdadera, legítima!
“Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden legal establecido”, dice el próximo presidente. “La transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país, [que no es] un fenómeno cultural, sino el resultado de un régimen político en decadencia”.
En decadencia.
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1 de agosto de 2023. Han pasado cinco años. El mundo se paralizó hace tres. Hay guerra en Europa. Pienso en cómo estaríamos si nos hubieran robado otra vez la Presidencia, si todavía estuviéramos cayendo por el despeñadero. Pienso en la mezquindad de unos cuantos: los deprecio.
En una sala de espera escucho a un tipo viejo, que seguramente cobra la pensión de Bienestar. Está con su madre, una anciana que hace como que lo escucha. Habla fuerte, como esos detractores de la 4T que vociferan buscando confrontación. “Lo que pasa es que este gobierno todo lo ha hecho mal, y ha congelado los salarios… Yo recuerdo que hace muchos años yo ganaba mucho dinero. Ganaba millones”.
La desinformación no tiene límites. He escuchado el absurdo discurso de que este es el peor gobierno de la historia. No hay duda: el odio ciega.
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1 de enero de 1993. Carlos Salinas es presidente. El gobierno ha decidido quitarle tres ceros al peso para “operar con cantidades de moneda simplificada”. “Nuevo peso: más práctico y más sencillo”, anuncian, cínicos, los mismos priistas que devaluaron nuestra moneda a causa de su despilfarro y corrupción. En menos de dos décadas, desde el sexenio de Luis Echeverría hasta el de Miguel de la Madrid, pasando por el de José López Portillo –el presidente perro–, el tipo de cambio del peso con relación al dólar pasó de 12.50 a 2 mil 290. Con Miguel, el padre de Enrique, ese sujeto gris que quiere ser presidente, la brutal devaluación alcanzó una cifra cercana a 1 500 puntos porcentuales. Estábamos en la década de los ochenta. Yo entonces ya estaba casado. Tenía dos hijos… y cinco trabajos…
[Ahí está tu supersalario, millonario despistado].
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“Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados; en especial, a los pueblos indígenas de México. Por el bien de todos, primero los pobres”.
Escucho que AMLO abolirá los privilegios. Escucho que no nos traicionará…
“El Estado dejará de estar al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos: a ricos y pobres; a pobladores del campo y de la ciudad; a migrantes, a creyentes y no creyentes, a seres humanos de todas las corrientes de pensamiento y de todas las preferencias sexuales”.
4 de agosto de 2023. Los políticos de la oposición de la vieja guardia se han unido, pero es increíble que en cinco años no hayan podido crear un proyecto que compita mínimamente con el de Andrés Manuel. Ni juntos, el PRI, el PAN y los despojos del PRD han logrado algo, pues Morena gobierna ya en veintidós estados. Los dueños de este amasijo político, bajo las órdenes de Claudio X González, de Claudio X González padre, de Carlos Salinas, del dinero fácil, de la corrupción y del tráfico de influencias, no tienen nada que hacer ante un pueblo que despertó y que ahora, como dice el presidente, es sabio…
Cinco años de la 4T. Incontables logros que iremos diseccionando. Un gobierno que está de pie, como su presidente en la Mañanera, de pie todos los días durante cinco años.
López Obrador hoy está contento. Orgulloso de que por fin la pobreza ha disminuido, se ha doblegado ante los programas sociales. Presenta los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares que elabora el Inegi. Confirmado: cinco millones de pobres menos. Cinco millones de personas que comen tres veces al día.
A pesar de la pandemia, a pesar de la guerra, la transformación avanza, pero ninguno de los medios de comunicación tradicionales lo divulgará, no le darán importancia y seguirán engañando a los incautos que creen que antes eran millonarios. Aunque, ¿saben qué?, tampoco importa…
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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