El martes, un grupito de siete individuos se presentó en el Instituto Nacional Electoral para exigir que se cometa una ilegalidad. En concreto, el minúsculo hatajo de ciudadanos quiere impedir que Morena y sus aliados, el Verde y el PT, consigan la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, para lo cual demandan que no se cumpla la ley. Efectivamente, Beatriz Pagés, Fernando Belaunzarán y adjuntos acudieron al INE a ejecutar la más reciente maroma de la derecha; a saber: de “la ley es la ley” a “el espíritu de la ley no dice lo que dice la ley”. Arguyen que donde la ley dice textualmente “partido político”, el espíritu de la ley en realidad quiere decir coaliciones. Así, esta gente demanda al INE que no conceda a dichos partidos la cantidad de diputados que les corresponde de acuerdo con los resultados de las elecciones y a lo que, a la letra, mandata la Constitución. Se sumaron así al sobreberrinche que la oposición lleva días montando. Más que la tontería que fueron a proferir los aludidos demandantes, quisiera más bien que nos cuestionáramos quiénes son o a nombre de quiénes acudieron. Los medios tradicionales se apresuraron todos a darle difusión al encuentro señalando al multi aludido grupúsculo como portavoz de “las agrupaciones ciudadanas que conforman la Marea Rosa”. ¿Eso representan? Pues que sí, que a la Marea Rosa, que a Unidos, que a Poder Ciudadano, que al Frente Cívico Nacional, que a Sí por México, que a Une México, que a 1-2-3 Por Todos mis Enojados Compañeros, en fin, que por nombres desfondados no paran. Pero en realidad, ni ese efímero muégano, la susodicha Marea Rosa, ni ninguna de las demás pretendidas agrupaciones —en las que se agrupan siempre las mismas finísimas personas— no son, ninguna, una organización política formal, estructurada y mucho menos registrada en el INE. Todos estos personajes no son más que viruta partidista, serrín del ya extinto PRD, del zombi PRI, del desahuciado Acción Nacional. No son nada. Sería mucho más verosímil si se presentaran como parte del elenco del Atypical de Carlos Alazraki.
Y hablando de atípicos… Ese mismo día, alguien tuvo a bien postear en Twitter un fragmento de una de esas transmisiones del señor Alazraki, en la que él y Javier Lozano comentaron el viaje fallido de Vicente Fox a Caracas. Ya saben, el gobierno venezolano no lo dejó entrar al país a dizque observar la jornada electoral del domingo. El video resulta sorprendente y digno de mención porque muestra a las claras cómo el mermadísimo conservadurismo mexicano ya está en fase de metástasis. Lozano imitó a Fox, no mal por cierto, se burló despiadadamente de su torpeza y de paso llamó al aún presidente nacional del PAN, Marko Cortés, “el otro pendejo”. Y Alazraki le festejó las burlas e insultos.
Hablando de Marko Cortés, conviene recordar que hace unos días, durante una entrevista televisiva con René Delgado, el michoacano tuvo la suficiente ingenuidad —y sí, estoy usando un eufemismo— como para sincerarse y, según él en plan autocrítico, decir que el primer error que en las elecciones pasadas tuvo la dirigencia del PRIAN fue…, textual: “No pudimos quitarle a nuestra candidata la perversa etiqueta de ser la del PRIAN. Ella no era del PRIAN, ni siquiera del PAN era. Ella era de la sociedad. No logramos comunicarle a la gente que ella era la que nos pedían”. Traduzco: el dirigente prianista confiesa que su principal fallo fue no haber logrado engañar al electorado convenciéndolo de que la candidata que competía por las siglas del PRI y el PAN era la candidata del PRI y el PAN.
El saldo del proceso electoral 2024 se frasea fácil. El PRD terminó de desaparecer, ya no es nada. El PRI quedó reducido a un raquítico botín que, entre los escombros, se está disputando una reducida gavilla, y pronto no quedará nada. Y el PAN, como dijo su propio dirigente, lo mejor que puede hacer es esfumarse, disfrazarse de “sociedad civil”. Hoy la oposición partidista más que estar pensando en cómo ganar espacios vive el día a día cada vez más cerca de convertirse, en el mejor de los casos, en parte de la dichosa Marea Rosa… Más tumulto para la nada.
¿No son nada? Bueno, el triunfo de la doctora Sheinbaum fue contundente. La 4T arrasó. 36 millones de votos, 19 millones y medio de votos por arriba de la candidata del PRIAN, más de 32 puntos porcentuales de diferencia.
Sin embargo, existen. Los 16 millones y medio de ciudadanos y ciudadanas que votaron por Xóchitl Gálvez son muchos, un montón, demasiados… Conforme se apaciguan las aguas de las campañas, conforme pasa el tiempo y cada quien va mostrándose tal cual es, cada vez me inclino más a pensar que buena parte de quienes votaron por la señora X, quizá incluso la mayoría, no votó por ella, sino en contra, y no en contra de la candidata de Morena, ni siquiera en contra de la 4T… La mayoría de ellos votó por la candidata del PRIAN para expresarse en contra de Andrés Manuel López Obrador. En efecto, considero que el factor aglutinante de mayor importancia entre esos 16.5 millones de hombres y mujeres es la tirria por AMLO. Eso fue lo que a duras penas cacharon los partidos políticos conservadores… Y ahora que Andrés Manuel se vaya a descansar, ¿qué diablos logrará el poder de convocatoria de la Marea Rosa? Nada.
La oposición en México es cuantitativamente considerable, pero cualitativamente no existe, es una entelequia, un amasijo de odio y exigencias necias de privilegios perdidos. Son demasiados y no son nada. Sea cual sea el número de plurinominales que obtengan, serán demasiadas, conformarán no una sobrerrepresentación, sino una pseudorrepresentación. En gran parte de los casos, más allá de su pejefobia, no representan a nadie más que a sus propios intereses. En fin, yo sólo sé que son demasiados y no son nada.
- @gcastroibarra
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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