En el capítulo final de la cuarta temporada de Stranger Things, un grupo de adolescentes salva a la humanidad de una amenaza terrorífica: un ser maligno que a lo largo de la serie va teniendo diferentes nombres: Demogorgón, Desollamentes, Vecna, Uno. Este horrible Chupacabras vive en un mundo paralelo, una dimensión oscura y repleta de violentos pterodáctilos y otros monstruos inverosímiles.
Así, en alguna zona alterna, ominosa y putrefacta, se me figura que habitan los ínfimos personajes que lideran –es un decir– esa cosa, también monstruosa, que igual ha ido cambiando de nombres (Sí por México, Va por México, Unidos por México, Colectivo por México…) y que ahora llaman Unidad y Gobiernos de Coalición para Lograr una Alternancia Democrática. Este nuevo engendro, una vez que fracase, tendrá otro nombre (y otro y otro…) de aquí al 2024, cuando Morena gane las elecciones de manera aplastante. Y no lo digo yo: lo dicen las encuestas y el sentido común.
Esos extraños personajes, que a través de un portal pasan de una dimensión a otra, cuando quieren ven muchas cosas que en el mundo real parecen surgidas de una serie de suspenso o terror psicológico. Dicen, por ejemplo, que Andrés Manuel López Obrador es un terrible dictador que acosa sistemáticamente a los periodistas críticos de su trabajo, lo mismo que a las organizaciones de la sociedad civil; que tiene el poder absoluto y ha propiciado más corrupción que incluso el PRI y el PAN juntos; que su gobierno está aliado con el narcotráfico; que remató el avión presidencial; que construyó un aeropuerto chafa y destruyó uno bueno, y que está conduciendo al país a la ruina.
Este escenario a todas luces ficticio me hace recordar “El reino del revés”, la hermosa canción de María Elena Walsh, y entonces entiendo el mundo de la oposición, en donde “dos y dos son tres” y “un ladrón es vigilante [o narcotraficante] y otro es juez [o presidenta de la Suprema Corte]”.
Lore, mi madre, dice que hay personas que a lo mejor ya se murieron, pero no se han dado cuenta… Eso pasa con ese montón de muertos vivientes o políticos desahuciados, reunidos en un foro adornado con membretes como Unidos, Frente Cívico Nacional, Marea Rosa.
Ustedes digan si Santiago Creel, Claudia Ruiz Massieu, Ildefonso Guajardo, Miguel Ángel Mancera, José Ángel Gurría, Demetrio Sodi, Beatriz Paredes, Gustavo de Hoyos, Juan Carlos Romero Hicks o Luis Carlos Ugalde no están fuera de la política, dada su falta de credibilidad ahora que la ciudadanía de este país está cada vez más enterada y politizada.
¿O qué pueden decir de Lilly o Enrique de la Madrid? ¿Tienen algo que aportar a nuestro país como no sean insultos, procacidad, estulticia o desvergüenza? De los “elegidos”, por lo menos dos, Francisco Javier García Cabeza de Vaca (quien interactuó por streaming) y Silvano Aureoles, deberían estar en la cárcel.
Uno para todos o todos para uno, todos juntos no hacen uno, aun cuando se tomen de las manos y alcen la voz o invoquen al Desollamentes de Claudio X González.
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Pero esta columna es de entrevistas apócrifas, así que dejemos que estos pterodáctilos fosilizados nos digan lo que piensan –es un decir– de la reunión.
Para Claudia Ruiz Massieu, la sobrina de Carlos Salinas, el padre de la desigualdad moderna, “[el foro] es una luz que pasa a comprometerse con un programa plural, incluyente y ciudadano. Representamos a los partidos políticos y a la sociedad”. Se le olvidó decir la palabra oligarquía.
Lilly Téllez se cuece aparte, aunque ya no al primer hervor. Ella –recordaba el monero Waldo Matus– es la versión femenina de Fox: “El país se ha instalado en un presidencialismo autoritario. Por eso quiero ser presidenta. Y no voy a gobernar con amigos. Mi gobierno no va a ser de un grupo cerrado de conocidos. Nunca más un México en manos de una sola persona. Y ahora háganse a un lado. Soy una daaaama”.
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Si en Stranger Things viajan esporas en el aire y hay una niebla constante en un mundo frío y desolador, en el mundo alterno de la oposición moralmente derrotada solo hay odio y dinero, y para muchos, como los periodistas que han dejado de recibir privilegios, solo queda la añoranza del chayote. Por eso piden unidad.
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El panista Santiago Creel, secretario de Gobernación de Vicente Fox, dice estar conforme con “el lugar que deba ocupar: soldado raso o general”. El de momia le vendría bien.
Para Beatriz Paredes “es momento de definiciones”, lo que sea que eso signifique para esta priista que fue diputada por primera vez hace casi 50 años.
“Lo que necesitamos no es un caudillo”, señala tajante Enrique de la Madrid, secretario de Turismo de Enrique Peña Nieto y quien tuvo la grandiosa idea de que cada mexicano rico adopte a uno pobre.
En el hoyo, a Gustavo de Hoyos, ese expresidente de la Coparmex que dice estar hasta la madre de los políticos y empresarios, que se reúne con políticos y empresarios, y que además es político y empresario, le preguntamos si de veras meterá a la cárcel a todos los que parezcan malos. No respondió: estaba ocupado entre políticos y empresarios.
De Cabeza de Vaca solo se pudo ver algo de su cabeza de vaca gracias a las tecnologías de información y comunicación. Nadie le preguntó dónde andaba.
A Silvano Aureoles lo interrogamos acerca de las irregularidades por miles de millones que dejó en su paso como gobernador de Michoacán y por su banquito verde. De lo primero no dijo nada; el banquito no lo llevó porque está muy desgastado (como él). “Nos reunimos para que los medios nos vieran”, o algo así espetó.
Luis Carlos Ugalde, el sujeto que perdió su honorabilidad –si es que algo de ella tenía– al operar el fraude electoral del 2006, señaló que las personas como él, de la sociedad civil, “no están comprometidas con las jerarquías burocráticas y clientelares del Estado ni de los partidos”. Dijo eso antes de que Demogorgón le tronara los dedos para pedirle más café.
Cosas extrañas de la oposición.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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