La guerra de Trump contra América Latina fue declarada en Buenos Aires. Antes de tomar posesión como embajador, y una vez otorgado el beneplácito del gobierno de Javier Milei, Peter Lamelas, que así se apellida, no es apodo, dijo ante el Congreso de su país que trabajará para ayudar a que el presidente, Javier Milei, gane las próximas elecciones legislativas, y asegurarse de que la expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner “reciba la justicia que merece”.
Lamelas aseveró que “el problema del país” es que “hay 23 provincias y cada una de estas tiene su gobierno por separado, que puede negociar con fuerzas externas, con los chinos o con otros para venir y hacer proyectos en esa provincia en particular. Y eso, además, da lugar a la corrupción de parte de los chinos”.
El embajador de la Casa Blanca en Argentina, es similar a la de una persona que padece enfermedad en etapa terminal de la que no tienen conciencia y quiera ganar una maratón. Lo bueno de los conservadores es que son eminentemente previsibles, no dejan nada a la intuición o a la prospectiva, simplemente se desenmascaran involuntariamente, traicionando la discreción prometida o la secrecía que debe identificarles.
Sostuvo que Fernández de Kirchner fue hallada culpable “de un fraude”, a lo que añadió otro tema, como el caso del cruento atentado contra la Asociación Mutual Israelí Argentina, hace 31 años, y sugirió que la ex presidenta es responsable de la muerte del fiscal a cargo de la causa, Alberto Nisman, quien se suicidó en enero de 2015, y subrayó la necesidad de hacer un juicio en ausencia contra los funcionarios iraníes acusados sin ninguna prueba de este atentado, que arrojó 85 muertos y cientos heridos.
Para encontrar delitos a quienes carecen de responsabilidad les sobra imaginación, ahora los fascistas del grupo de Trump, buscan culpables hasta de los suicidios para poder actuar, según su ingenua manera de percibir la inteligencia de la gente.
A México le tocó un modo más ligera en cuanto a la irrupción del nuevo embajador, una fiestecita entre medievales señores y siervos para que Ronald Johnson se sienta como en casa, simplemente estrechó manos, repartió abrazos y compartió con los anfitriones la admiración por Estados Unidos, así como su desprecio hacia nuestro país.
Trump no tiene amigos diplomáticos, los que había en la Casa Blanca fueron despedidos, lo cual resulta obvio no sólo en sus nombramientos sino en su conducta patológica, de tal manera que envía a los países de Latinoamérica a espías, policías, jueces, agentes de la CIA, oficiales del FBI, rangers, etc.
La historia de la política exterior estadunidense está marcada por la intención de injerencia principalmente en América Latina, no es una misión diplomática sino un puente con oídos, primero para invadir y asentarse, el segundo para conocer lo que sucede en la política latinoamericana.
El aviso del embajador en Argentina es una declaración de guerra, donde la injerencia anunciada viola las leyes internacionales y las de Argentina, situación en la que seguramente el servil Milei no le encuentra mayor conflicto, ya que primero está la monarquía libertaria con la que han bautizado su movimiento ultraderechista que las leyes humanas. Se olvida que donde hay reyes siempre hay esclavos.
Así, la ultraderecha adopta conductas supralegales, pero sobre todo divinas, porque consideran que pueden estar por encima de cualquier acuerdo o tratado firmado con anterioridad, de ahí que esté desmantelando los foros internacionales que podrían recordarle o reclamarle, que el gobierno de Trump se convierte en un delincuente que merecería ser castigado severamente, de por vida.
La violación a las normas establecidas inició con la imposición de nuevos aranceles como castigo divino a quienes no comparten su estrecha visión del mundo, porque la medida de los aranceles le resultó contraria, aumenta la deuda que quiere pagar, el desempleo crece, el dólar se hace pequeño, la inversión desaparece y el desprestigio es un secreto a voces..
Anunciar con tal desparpajo las verdaderas intenciones de un embajador estadounidense en cualquier país, es una provocación a la legalidad internacional que se ha visto quebrantada por el delirio de Trump, quien pareciera intensificar su sicopatía y aumentar los delitos de los que es acusado desde hace varios años.
La transformación de diplomacia en invasión y falta de respeto a la autodeterminación de los países ofende a todo el mundo, menos al presidente de la nación amenazada. Así es la ultraderecha tratándose de obedecer al patrón que siempre lo ha tratado como esclavo.
La indignación de los países de Latinoamérica crea un contrapeso para el que no está preparado Estados Unidos, principalmente en lo económico por sólo mencionar un aspecto. La unidad latinoamericana no sólo es un sueño bolivariano sino una reacción urgentemente necesaria que empiezan a expresar los mandatarios de México, Chile, Venezuela, Bolivia, Colombia, Cuba, entre otros.

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