La caída de Ismael “El Mayo” Zambada hace más de un año sacudió al crimen organizado en México y abrió el camino para la formación de tres megacárteles que mantienen en alerta al gabinete federal de seguridad.
Fuentes de inteligencia revelan que la ausencia de “El Mayo” alteró el mercado de drogas a nivel global, desde fentanilo hasta cocaína, y provocó alianzas inéditas entre facciones históricas.
De acuerdo con una investigación de Óscar Balderas para Milenio, el primer megacártel surgió de la unión de La Mayiza, el Cártel de Guasave, los Dámaso López y las familias Limón Sánchez y Cabrera Sarabia, lo que consolidó la base territorial de Sinaloa y la Sierra Madre Occidental.

El segundo se formó cuando Los Chapitos, hijos de “El Chapo”, sellaron una alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y compartieron rutas de drogas, armas y protección mutua, mientras desplazaban al Cártel de Tijuana y fortalecían así su influencia.
El tercero combinó al Cártel del Golfo con Santa Rosa de Lima, lo que dio como resultado un frente con alcance internacional, entrenamiento de sicarios por exmilitares colombianos y operaciones conjuntas en el robo de combustible y control territorial en Tamaulipas y Guanajuato.
Expertos advierten que estas alianzas han consolidado un nuevo poder criminal en México y representan un desafío sin precedentes para las autoridades, pues las facciones actúan con violencia extrema y sofisticación logística, lo que ha dejado claro que el legado de El Mayo Zambada sigue marcando el rumbo del narcotráfico.
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