La compañía Teléfonos de México inició en el año 1947, cuando Miguel Alemán fusionó dos empresas anteriores estatales que presentaban deficiencias. Telmex nació en el auge de la modernización del país como una empresa del estado, pero con la llegada de Carlos Salinas de Gortari la telefónica se privatizó. En 1990 Carlos Slim ganó la licitación del 69% de las acciones de la compañía, convirtiéndose en su accionista mayoritario.
En 1991 Slim entró al rankig de millonarios de Forbes con una fortuna de 1,700 millones de dólares, quizá Telmex no estaba tan cerca de perecer como justificaba su venta. Del 2010 al 2013, se colocó como la persona más rica del mundo con una fortuna de 53,500 millones de dólares, superando a Bill Gates, dueño de Microsoft. El empresario pagó 442.8 millones de dólares con una inversión de 7,500 millones de dólares para su modernización y expansión. Ahora, existe una empresa que opera de forma separada de Telmex México y se encarga de la internacionalización del servicio, operando en Chile, Ecuador, Perú, Uruguay, Colombia y Estados Unidos, llamada Telmex Internacional. Una historia de éxito para el mexicano, que nos muestra la grandeza del trabajo propio.
Qué impresionante será entrar a ver la modernidad de esa empresa, ¿no creen?, un imperio surgido de las cenizas de una compañía nacional que estaba al borde del desastre, con “30 años de atraso”, según el director general de Telmex, Héctor Slim Seade. Por cuestiones ya conocidas sobre la evasión de impuestos y vulgaridad del millonario Carlos Salinas Pliego, había cambiado de compañía. No me gustaba tener que pagarle a Slim por el servicio de telefonía que durante años había sido un monopolio en México y cobraba cifras exorbitantes a muchas familias y habíamos padecido durante años. Una vez que ingresaron otras compañías cambié de compañía y no había regresado hasta hace cuatro meses.
El 9 de agosto de 2024, tras una lluvia torrencial, la rama de una jacaranda muy grande cayó cerca de mi casa y tiró todos los cables, que mal organizados por las compañías telefónicas cruzan la calle. Los servicios se fueron. Cuando llegué a casa la luz ya había regresado, pero el internet no. Hice lo que intuitivamente se realiza para verificar el servicio, desconectar, apagar el modem, volver a conectarlo, pero no se reestableció. Enseguida entré en la aplicación de la compañía para reportarlo y el robot atendió de inmediato, un proceso digno de una empresa de primera.
Después de cinco días sin respuesta decidí ir personalmente a la empresa, dispuesta a reclamar la falta del servicio. Cuando llegué bajó mi ímpetu y quedé más enojada de como entré. Primero pregunté a dónde me tenía que dirigir para revisar el estatus del reporte de mi línea y la persona fue muy amable para orientarme. La señora estaba sentada en un escritorio desgastado con dimensiones mínimas para colocar sobre la mesa un teléfono y una libreta, quizá. La forma de ele de la mesa le dejaba sólo espacio para girar la silla y salir. Las condiciones laborales de las personas no creo que hayan cambiado mucho desde hace años. El módulo donde yo tenía que pasar era un escritorio viejo, con una computadora que se ve antigua, sus elementos desgastados. Dos escritorios con características similares y detrás de éstos, en la pared un reloj checador con no más de cinco tarjetas. Al fondo de la estancia cinco cajeros y a la mitad de la habitación una vitrina con dos teléfonos en venta.
En la sección donde me correspondía la atención, había sólo adultos mayores que tenían más de una semana sin servicio en una zona donde el acceso es difícil, cerca de Milpa Alta. Otra señora quería solicitar que su línea se restableciera y acudía con su hija, ambas mayores. Otro adulto mayor se acercó a mí para pedirme prestado un bolígrafo, que no llevaba; quería tomar nota de un teléfono para que su hijo le pudiera auxiliar con sus trámites. Telmex muy moderna, pero no identifica que quienes moverán la economía muy pronto y durante algunos años serán los adultos mayores, la llamada silver economy así que también requiere adaptarse a esa realidad.
Llegó mi turno, le expuse al trabajador mi caso y me mencionó que estaba en tiempo de ser atendido el reporte, que por las fuertes lluvias no podían solventar todas las incidencias y que había que esperar por lo menos una semana para poder “hacer algo”. Al ver las lámparas de su espacio a media luz, focos fundidos, vitrinas vacías, un par de autos de la empresa estacionados afuera y elementos ejecutivos tan precarios, comprendí que ni él ni los demás trabajadores tienen responsabilidad. La empresa es a quien le importa poco las condiciones de sus trabajadores, contratar a más gente para brindar un buen servicio, que sus clientes mayores, quienes sostendrán la economía, no puedan adecuarse a las nuevas formas digitales que implementan y a pesar de esa deficiencia el dueño obtiene ganancias. Telmex enriquece a Slim, mantiene a sus trabajadores en una empresa pobre y deja para sus clientes un servicio de miseria. ¡Bendita privatización!
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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