Etiqueta: Luis Tovar

  • ¡FUERA MÁSCARAS!

    ¡FUERA MÁSCARAS!

    “Me gustaría ahora que van a hacer manifestaciones que marchen ellos, los ministros, que defiendan sus privilegios, fuera máscaras, además sirve que les da el sol”. Así se refirió Andrés Manuel López Obrador en octubre del año pasado cuando los trabajadores del Poder Judicial de la Federación anunciaban paros en contra de la extinción de fideicomisos; ahora, en el marco de la discusión de la reforma judicial, aquellas palabras de AMLO fueron muy tomadas en serio por la ministra Norma Piña que decidió salir a las calles a marchar en protesta por la reforma.

    Y qué bueno que las máscaras se despojaran (aunque a la fuerza) gracias al respaldo de una innegable mayoría de la población que exige la reforma al poder judicial, aunque con ello, acompañada de su derecho indiscutible a expresarse en las calles, la ministra Piña vaya dejando trozos de dignidad por el Paseo de la Reforma. Qué bueno y qué irónico resulta observar que se marche por la misma vía nombrada en honor a las reformas propuestas por Benito Juárez que cambiaron sustancialmente la manera de hacer política y que se convierten en uno de los sucesos históricos más importantes de la nación.

    Pero en eso de quitarse la máscara la ministra se vuela la barda, no una, sino dos veces: La primera cuando sale a sumarse a las manifestaciones en San Lázaro en contra de la reforma pues esa acción más la larga cadena de “tuits” bastante ridículos, terminan por evidenciar que sólo defiende exactamente lo que se critica por la mayoría, nada más que la corrupción y los privilegios bastante documentados hasta el momento. Dos publicaciones en particular llaman la atención, el primero a pocas horas de haberse aprobada la reforma Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno y el segundo: Nuestra historia no se puede definir a partir de la narrativa fácil de que todos los problemas de Seguridad y Justicia en el país son culpa de los jueces, quienes así lo crean no conocen México. Se vuela la barda de plano, pues lejos de aceptar que el momento histórico le exige tomar la batuta y construir una nueva imagen del poder judicial desde su propia responsabilidad, opta por abonar a la cerrazón que la coloca en representación de ese sector político rechazado por la sociedad aliado históricamente a jueces y magistrados corruptos. Al final, pobre destino enfrentará la ministra pues tenía frente a sí la oportunidad de ponerse al frente de la reforma para perfeccionarla y decidió dar la espalda a la exigencia popular. La segunda: ¿Invitar a AMLO a dialogar frente a frente? ¡Carajo! Quiere decir entonces que a la fecha, ya con la aprobación sigue sin entender que el presidente, con todo y su investidura, sólo fue el portavoz de la gente que ha sido maltratada por la injusticia desde hace muchos años. 

    Pero en fin, como dijimos anteriormente, no había paro que valga, la reforma iba y fue, y hoy es una realidad, no, no es un regalo para AMLO como dicen las opiniones reduccionistas, al contrario, se convierte hoy en el primer paso hacia una nueva era donde se podrá vigilar de cerca la actuación de los impartidores de justicia.

    Con Sheinbaum a punto de erigirse como la primera presidenta de este país, con la reforma al poder judicial hecha realidad y con la expectativa del comienzo de un país más próspero y justo para todas y todos, nos vemos el 15 de septiembre a despedir a Andrés y decirle: gracias por todo enalteciendo el grito que nos acompañó desde el año 2 mil: “Es un honor estar con Obrador”

    ¡TODOS AL ZÓCALO!

  • UNAM: Una facultad de derecho que pasó a ser de derecha

    UNAM: Una facultad de derecho que pasó a ser de derecha

    Durante la huelga de 1999 en la UNAM, me resultaba totalmente incomprensible la actitud de algunos profesores universitarios, no así la de compañeros estudiantes que se oponían a la huelga, total, al fin y al cabo, como quiera que sea, eran compañeros con un punto de vista diferente al que respetuosamente le proferíamos un sonoro ¡estás re pendejo! Pero si se trataba de un profesor emanado de nuestra casa de estudios y que por la edad probablemente habían sido herederos de los procesos de huelga anteriores como el 68 del CNH o el 87 del CEU en contra del “Plan Carpizo” pues me parecía insultante, un absurdo que molestaba ya que sentía, como hasta hoy, la influencia de las palabras del Ingeniero Heberto Castillo: 

    “Mientras más tiene la gente que dar, más hay que exigirle, porque la gente preparada, inteligente, es la que más obligación tiene. Yo le exijo de manera muy distinta a una persona de alto nivel intelectual y posibilidades de sobrevivencia, que a un obrero o a un campesino. Es más perdonable que un hombre sin recursos falle –porque puede justificarse– a que falle el que lo tiene todo.” 

    Así que, tomando como base estas sabias palabras del inge, cuando personajes como Ignacio Burgoa Orihuela de la facultad de derecha, perdón, de Derecho, presentó las denuncias contra el CGH por la toma de las instalaciones, no encontraba mejor manera de describirlo si no se acompañaba de un insulto pues siendo un ilustre jurista, más rectitud y congruencia habría de exigirle.

    Las demandas de esos procesos a los que hago alusión, siempre fueron justas y sin duda marcaron un antes y un después, no sólo en lo que sería el futuro de la universidad, sino incluso para la democracia en sí, pero ahora pareciera estar de cabeza, todo un tiempo de híbridos. ¿Cómo comprender que ahora salgan a manifestarse los estudiantes en contra de una reforma que precisamente trata en el espíritu de erradicar la podredumbre de un poder que sólo ha beneficiado a unos cuantos? Primero comenzaríamos por reconocer el derecho (quizá siendo universitarios) hasta la rebelde obligación de manifestarse; pero la cuestión es más allá, pues con un sondeo rápido entre los manifestantes, pareciera indicar que desconocen en su totalidad lo que es y representa la reforma. Es decir, los estudiantes que salen y se manifiestan en contra de la reforma, sólo atinan a replicar la verborrea de la derecha pero carecen de argumentos sólidos para indicar qué la haría perfectible o de detallar a fondo exactamente contra qué es la resistencia. Cosa por demás lamentable cuando, al menos en 1999 que me tocó vivir, las discusiones en las asambleas del CGH giraban en torno a lo que era el derecho a la universidad pública gratuita para todas y todos; se discutía el fondo del plan Barnés, las motivaciones y los alcances, pero se discutía, se analizaba, más no se replicaba sin ton ni son.

    Entonces hoy el problema no es que se manifiesten como ya se dijo, el problema es que el debate no se centra en lo sustancial de la reforma y termina reflejando el proceso de descomposición y la derechización que se afianza en la máxima casa de estudios, especialmente en la facultad de derecho. Por eso resulta lamentable, incluso contradictorio, que jóvenes que hoy se forman para ser abogados, expresen su rechazo a una reforma que en el fondo no es más que un acto de justicia para todos los que no han podido acceder a ella por carecer de recursos y vaya que se trata de casos que se cuentan por miles.

    La facultad de Derecho pasó a ser la facultad de derecha desde hace varios años y los responsables ahí están encarnados en figuras docentes (con excepciones) que por cierto, también se han beneficiado de la burocratización en la UNAM. Son los que gozan y prefieren el privilegio de las vacas sagradas por encima de la cátedra. Los que para nada les interesa la práctica docente en sí como una de las más nobles labores de la humanidad, sino mantenerse en un status quo que sugiere galardones y uno que otro beneficio económico. Quizá sea hora de también limpiar a la UNAM y no para limitar el derecho a manifestarse, sino para que, quienes lo hagan, exponga las ideas y no la narrativa falsa que caracteriza la manifestación reciente. Qué se expongan las opiniones desde la pluralidad, sólo así triunfará la verdad en la universidad.

  • No hay paro que valga… la reforma ¡Va!

    No hay paro que valga… la reforma ¡Va!

    Si quedaba alguna duda respecto a la desesperación del poder judicial por echar abajo la famosa reforma, esta ha sido despejada por dos sucesos clave: las declaraciones o intromisión del Bank of America y el llamado a paro general indefinido por parte del poder judicial.

    El primer caso, que a nadie sorprende, es la presión que buscan generar desde el exterior a partir del argumento decimonónico de la desestabilización. Algo similar a lo que sucedió entre las décadas de los 50 y 80´s donde el vecino del norte impulsaba los golpes de Estado en países latinoamericanos para frenar el avance de las transformaciones políticas y sociales emanadas desde los pueblos. Hoy, una de las caras más atroces del imperialismo, se entromete en la reforma judicial tratando de desvirtuar los verdaderos objetivos de la reforma que no son otra cosa que transparentar y eficientar el actuar de los juzgadores que hasta el momento dejan más dudas que certezas a la hora de impartir la justicia. 

    El segundo suceso, el llamado al paro, no es otra cosa más que el grito desesperado de quiénes se rehúsan a la exigencia general de transformar de fondo al poder judicial, exigencia que quedó demostrada en las urnas durante el proceso electoral.

    Sin embargo, en este punto hay que dejar en claro varios aspectos. Empezando porque los convocantes alinean el discurso de manera perfecta con el discurso de la derecha u oposición de este país. Es decir, no existe argumentación de fondo que deje en claro si realmente existen elementos que hagan suponer si la reforma puede tener consecuencias negativas al momento de impartir justicia o si la reforma per se, significa un atentado contra la clase trabajadora de ese poder independientemente del tipo de contratación. Al igual que el desgastado y para nada creíble discurso opositor, la narrativa no pasa de la descalificación y las falacias que rebasan la ficción.

    A esto hay que sumar lo que no admiten los convocantes: su discurso no alcanza a hacer eco en la ciudadanía porque precisamente es esta la que exige la reforma. Y no, para nada pretenden estas líneas sumarse de manera simplona al discurso (aunque basado en la razón) de que el pueblo votó por el Plan C, sino de dejar claro que no hay por ningún lado empatía hacia los paristas pues para la opinión pública, el poder judicial es mal visto por todos lados. Pero ¿cómo habría de manifestar el pueblo un respaldo a los paristas cuando la justicia ha sido una de las principales carencias de este país? Por lo tanto, de nada sirve convocar a un paro cuando si algo se tiene claro es que la discusión de fondo está en la posibilidad de democratizar y transparentar el poder judicial que sólo ha estado hasta el momento al servicio de los poderosos.

    La reforma es un hecho histórico porque de una u otra forma se traducirá en beneficios a corto plazo tanto para la democracia como para el pueblo en general. Puede, como toda reforma, ser perfectible si a esta no se le cambia el espíritu, por eso, sin soslayar en el derecho de cualquiera a manifestarse, lo cierto es que no hay paro que valga, la reforma va y no hay vuelta atrás. Aprobarla es el mayor acto de justicia que se puede hacer para todos aquellos que han sido lastimados por el poder judicial.

    La oposición extrema a la reforma ha agotado todas sus instancias, entre ellas la súplica de intervencionismo imperial, pero, con el respaldo popular se saldrá avante hasta de las presiones económicas. Así que, aquellos traidores que cabildean por los pasillos del Bank of America les resta regresar a casa con las manos vacías y ojalá estén preparados para enfrentar una nueva realidad en materia judicial en este país.

  • López Obrador y la justicia ambiental

    López Obrador y la justicia ambiental

    Desde hace varios años en el ámbito internacional, los acuerdos y resoluciones tendientes a garantizar el derecho de todas y todos a un medio ambiente limpio y sostenible se han incrementado considerablemente. Sin embargo, en México como en muchos otros países, la adhesión a dichos acuerdos comúnmente se hacían bajo dos lógicas: la de establecer políticas públicas “al ahí se va” mediante programas poco eficaces y costosos que a la postre se convertían en letra muerta y, por otro lado, imperaba la lógica de mantener con plena vigencia los beneficios de las empresas y organismos que en el hecho solapaban la contaminación y contribuían al deterioro del medio ambiente gracias al cobijo eterno del manto de la corrupción.

    Y sí, con argumentos sólidos y evidencias irrefutables, para muchos verdaderos ambientalistas (casualmente los mismos de siempre), ningún programa resultaba eficaz cuando menos hasta el gobierno de Peña Nieto, pues estos carecían de indicadores que establecieran parámetros mínimos para determinar su conveniencia y si habrían de continuar o no.

    Teniendo este antecedente, para 2018 la apuesta de muchos movimientos pseudoambientalistas muy alineados al oficialismo recién derrotado, se basaba en describir a AMLO como un gobernante insensible ante la grave crisis ambiental a nivel internacional y auguraban un escenario desolador para el medio ambiente en lo que sería su sexenio. Pero ¿Qué esperar de estos colectivos si siempre se caracterizaron por recibir cuantiosos recursos de gobierno para realizar programas vinculados al medio ambiente? Estos (por todos conocidos) aparecieron desde el gobierno de Vicente Fox como una herramienta más para desviar recursos bajo la bandera ambientalista, igual como sucedía con el movimiento campesino, pero, como dice el clásico: con sus honrosas excepciones. Así que si uno echa un vistazo por encimita a las actividades en general, fácilmente encontraremos que las declaraciones en contra de AMLO les llevan más tiempo que sus acciones a favor del medio ambiente. 

    Por eso atinó AMLO al señalar la hipocresía con la que se manifestaban los voceros de dichos movimientos que mucho se preocupaban por los recortes presupuestales como si en el derroche de recursos acostumbrado se encontrara la varita mágica que resolvería el tema ambiental, especialmente el cambio climático.

    Hacían falta hechos y hoy se puede constatar que vinieron con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Para muestra un botón de más de 14 mil hectáreas establecidas en el Lago de Texcoco que hoy da muestra del cumplimiento de su objetivo a simple vista. Es decir, más allá de los estudios, análisis e investigaciones, una sola mirada a la zona, deja constancia plena de que la justicia social y la justicia ambiental se hicieron realidad en ese espacio emblemático de México y exige uno de los más amplios reconocimientos al tabasqueño.

    El lago de Texcoco ha sido el hábitat de flora y fauna exepcionales, con una cultura lacustre mística que preservan sus habitantes; espacio indiscutible de aves residentes y refugio de especies migratorias que engrandecen aún más su valor biocultural que dieron nombre e identidad a una nación. En pocas palabras, un lago que, por donde se observe, es el alma del valle de Anáhuac.

    Precisamente esta concepción del lago de Texcoco, la identidad con la tierra y el conocimiento histórico se convirtieron en el genuino signo ambientalista de este gobierno para hacer frente al cambio climático, al mismo tiempo que se le rinde homenaje a nuestra cultura y a nuestros ancestros. Suena fácil en este 2024 señalar 6 años de acciones que fueron antecedidas de sexenios de abandono y olvido donde la naturaleza les valió madre, pero vaya que significó sin duda todo un desafío para llevarlo a cabo y contrarrestar el daño del que, por cierto, muchos ambientalistas ni voltearon a ver. Pero el desafío tuvo enfrente acciones concretas impulsadas por este gobierno a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, de ahí que resulte necesario reconocer la conducción de López Obrador, pero también la ejecución de un servidor público comprometido y con verdadera vocación de servicio, identificado con el proyecto real de la Cuarta Transformación y con una de sus causas más nobles que pocos, muy pocos enaltecen y que es la ambiental. Nos referimos en efecto al Maestro Adán Peña, cuya labor deja claro que la justicia social va de la mano de la justicia ambiental cuando se trata de alcanzar el bienestar para todas y todos.

  • PRIAN, la verdadera sobrerrepresentación

    PRIAN, la verdadera sobrerrepresentación

    La frase “todo depende del cristal con que se mire” bien puede ser utilizada en este tema de la sobrerrepresentación que ha generado un debate interesante entre las fuerzas políticas del país y los “analistas políticos” que vienen apareciendo a diario desde que López Obrador alcanzó la presidencia de la República. La cuestión aquí es simple y poco margen de discusión habría sin tan solo nos remitiéramos a lo fundamental, es decir, a lo que está plasmado en la Constitución Política y no a la necesidad del bloque opositor de hacerse de más curules como la única vía para poder regatearle a la Cuarta Transformación el dichoso plan C por el que realmente votó la ciudadanía.

    Y es que en realidad estamos frente a la máxima aquella de “de lo perdido lo hallado” que le queda al PRI y al PAN para ponerle un colchón a la estrepitosa caída que les dejó el pasado proceso electoral, así que, si alguien espera que se vayan con su golpe, así como así, pues no. Esta y otras andanadas se convierten en sus últimos recursos, les asista o no la razón pues el chiste es ver de que cuero alcanzan a sacar aunque sea alguna correa.

    Pero en realidad, el tema de la sobrerrepresentación, si se observa a detalle, parece que no se encuentra realmente en MORENA, dado que su contundente victoria en los distritos de mayoría, deja plena constancia de ser una determinación de la voluntad popular y no en sí una estrategia del partido guinda para hacerse de una representación mayor. Observándolo desde ese cristal, los partidos de oposición tendrían la obligación de reconocer que fueron castigados en extremo por los electores y quizá sea hora de escuchar las voces autocríticas internas por muy pocas que sean, aunque en estos casos, a esas voces no se les puede dejar de criticar, siendo que aparecen con retraso y, como siempre, acabando los procesos. Tal vez si el resultado no fuera tan contundente como ya se mencionó, esas mismas voces guardarían el silencio complaciente que garantizan beneficios, pero resta credibilidad como ahora.

    Sin embargo, hay otro cristal para mirar la sobrerrepresentación. Si bien el sistema actual basado en las reformas electorales de 1977 (con sus modificaciones subsecuentes) pretendía garantizar la presencia de minorías en el Congreso frente a la hegemonía del PRI, en realidad no era otra cosa que una simulación disfrazada de apertura democrática y de poco o nada servía, dado que bastaba con usar la aplanadora legislativa para acabar con cualquier buena intención de un diputado emanado de la oposición. Pero hoy es todo lo contrario y se debe en gran medida al momento histórico por el que atraviesa el país a partir del cambio real de gobierno. Se cuenta con una sociedad más informada, con una democracia que empieza su etapa de consolidación y, sobre todo, con un cambio significativo en la cultura política del país que hoy optó por elegir a una mujer como presidenta de la nación.

    Por eso pareciera que el problema de la sobrerrepresentación no parece estar de lado de MORENA ¡sino que se encuentra exactamente en el lado contrario! Quienes hoy están tratando de sobrerrepresentarse en el Congreso de la Unión realmente son el PAN y el PRI, en virtud de que aspiran a obtener más diputados de los tienen derecho, ese derecho que les da la votación por un lado y por el otro, la legislación que ellos mismos aprobaron y que han usado para su cobijo. Así que son ellos quienes patalean todo lo que pueden con tal de sobrerrepresentarse y desoír la voluntad popular; pero si dudas quedan, tan simple como se dijo al principio: remitámonos a la ley para que no quede duda ni de la legalidad ni de la legitimidad de cómo habrá de conformarse la nueva legislatura.

  • Imbecilidades

    Imbecilidades

    Qué error de Anabel Hernández al expresarse de López Obrador pues las “imbecilidades” las dice un imbécil y dicho adjetivo es el insulto atinado para dirigirse a un tonto, nomás que si algo ha dejado claro AMLO es que dista mucho de serlo; es más, ¡todo lo contrario!, conduce de manera muy inteligente varios aspectos de la vida política, marca agenda, dirige un país a partir de un movimiento llamado 4T creado por él y logró colocar a éste en pocos años como una fuerza político electoral que hoy parece invencible. Más allá todavía: su inigualabable manera de incidir en la política nacional, rebasa la esfera propia del morenismo para alcanzar hasta a los partidos de oposición y que dicho sea de paso,  jamás descifraron la fromula para hacerle frente. Por esa razón parece que no se equivocan quienes sostienen que él mismo fue el verdadero causante de que Xóchitl Gálvez se convirtiera en la abanderada de la oposición tan sólo con una decena de declaraciones.

    Pero el insulto es poco menos que importante y pasa desapercibido hasta cierto punto cuando el destinatario no puede ser señalado por ninguno de los supuestos actos que pudieran colocar en duda la honorabilidad del presidente como el cuento ese de que existe una red de complicidad entre López Obrador y el cártel de Sinaloa. Tremenda patraña pudiera tener cierta cabida si nos remontáramos  a sexenios anteriores pero en la actualidad ¿qué evidencia alguna ofrece Anabel Hernández que pueda relacionar al tabasqueño con el narco, siendo que éste jamás tuvo relación con ningún personaje involucrado en ese mundo por sí o por algún tercero?.

    Por eso el dicho de AMLO acerca de una posible colaboración de la periodista con la DEA y que motivó la expresión “imbecilidades” de alguna manera hace cierto sentido pues no se trata de una acusación simple a partir del enojo justificado que trae consigo la calumnia y la difamación y menos si revisamos la larga cadena de acciones injerencistas en las que han participado diversos organismos internacionales así como agencias estadounidenses cuando se trata de desequilibrar a un gobierno y que han sido documentadas por décadas. Así entonces, resulta bastante creíble que exista una campaña orquestada desde el exterior para tratar de mermar cualquier cosa que se relacione con Andrés Manuel como persona (incluida su familia) o con su ejercicio de gobierno y a estas alturas a nadie le resultaría extraño o producto de la ficción. Digamos entonces que al no existir oposición capaz de contrarrestar la política lópezobradorista y con tales niveles de aprobación, aunado a la inminente mayoría calificada que tendrá MORENA en el poder legislativo y la fortaleza con la que llegará Sheinbaum al poder, solo le resta a intereses extra fronteras tratar de debilitar las instituciones a base de campañas de desprestigio que hacen recordar los viejos años de la revolución rusa. Para eso ¿qué mejor vehículo que una periodista como Anabel que en algún momento contó con cierto prestigio en el periodismo de investigación en el mundo del narcotráfico? Ah como se ha dado la historia de agencias como la CIA y la DEA en sus respectivos ámbitos, parece ser que las imbecilidades están más de lado del remitente que del destinatario.

    En fín, lo que sí se puede considerar como verdaderas imbecilidades es la demanda del magnate y evasor fiscal en contra de un grupo de comunicadores y periodistas, entre ellos compañeros de este medio. Son imbecilidades porque hay algo que el usurero no ve: el poder del dinero ha comprado la voluntad de jueces, pero no la dignidad de aquellos que crearon desde un espíritu independiente diversos medios para transmitir la verdad desde todas sus acepciones. Así que por más maromas que haga el famoso “tio Richie” dos cosas son inevitables: ni va a intimidar a nuestros compañeros y tarde que temprano, pagará sus impuestos. 

    PD. Cuando el hombre tapa la luna con un dedo, el imbécil mira el dedo.

  • ¿Qué esperar de MORENA?

    ¿Qué esperar de MORENA?

    La semana pasada hablamos del previsible fracaso que pudiera significar para algunos personajes de la oposición la idea de conformar un nuevo partido, especialmente cuando el inicio para nada es halagador pues la convocatoria fue extremadamente pobre. Las razones ahí están por más que los organizadores pretendan minimizarlas. Pero la pregunta aquí sería si, ante tal situación, realmente el futuro de MORENA como partido puede considerarse prometedor o si entrará a una extraña etapa de descomposición donde impere esconder la mugre debajo de la alfombra.

    No se trata de minimizar la trascendencia de MORENA en el escenario político como instituto, ni mucho menos los logros alcanzados, pero la contundencia de las elecciones recientes, así como  la hegemonía indiscutible que hoy ostenta, puede convertirse en un espejismo del que pocos dirigentes partidistas aceptarían reconocer. Es decir, hay una fuerza que se sostiene en buena medida por la militancia pero en mayor medida por el grueso de la ciudadanía que se siente identificada con la Cuarta Transformación pero que a su vez exige, no solo rectitud y congruencia, sino también ser escuchada y reconocida, lo que también se traduce en considerarse representada por el partido. No obstante, si hoy se consulta a la militancia, las acusaciones de ser ignorados por los cacicazgos, se cuentan por decenas en cada entidad.

    Por supuesto que resulta alarmante que si bien se ganen posiciones, estas sean cuestionadas desde varios frentes cuando se abre la puerta a personajes con trayectorias cuestionables y que sea más el pragmatismo y la rentabilidad electoral lo que se privilegie por encima de las coincidencias, ya ni siquiera ideológicas, cuando menos en el actuar transparente. Esa realidad existe y negarla es exactamente levantar la alfombra para esconder el polvo, pero de que ahí está, ni duda cabe. Ahora bien, no es por el camino de la descalificación la vía por la que se pueden evidenciar estas acciones, sino a través de la confrontación de ideas y del escrutinio permanente que aisle toda posibilidad de que algún colado ponga en tela de juicio el proyecto construido por miles de militantes y simpatizantes. Por cierto, aquí vale la pena abrir un paréntesis: no se trata de puros versus impuros o de pares e impares, luego resulta que la crítica pretende ser reducida a reclamo; de lo que se trata es de generar las condiciones necearias para que, quienes formen parte de este proyecto lo asuman sin doblez alguno y se cierre el paso a experiencias que dejaron personajes como Lily Téllez o Germán Martínez.

    La renovación de la dirigencia de MORENA está a la vuelta de la esquina y contar con una oposición más que pobre, por ningún motivo debiera minimizar la exigencia de proponer un liderazgo fuerte, legítimo y comprometido con la causa y con el momento histórico que vive un país que por primera vez será dirigido por una mujer; eso coloca la vara más alta para quienes aspiren a dirigir al partido. Por fortuna muchos cuadros, mujeres y hombres, especialmente jóvenes (habría que decirlo), cuentan con la experiencia suficiente para fortalecer la militancia y dirigir al partido por la senda marcada por la Cuarta Transformación.

    Durante el proceso interno y después con la candidatura, Claudia Sheinbaum se fue convirtiendo en un fenómeno cuya influencia trascenderá más allá de las fronteras. Considero incluso que será motivo de inspiración para mujeres de toda el orbe, pero su gobierno ocupará de un partido que se asuma como el instrumento donde tengan cabida todas las voces y no la de unos cuantos. Así que, menuda tarea queda y para nada será fácil, aún hay quienes pretenden quedarse en la inercia del pasado. Opciones para presidir hay muchas capaces y dignas, basta con que haya transparencia, certeza y que se consulte verdaderamente a los que a diario se ponen la camiseta: la militancia.

  • ¿Un nuevo partido?

    ¿Un nuevo partido?

    Bueno, quizá podría parecer viable si se toma en consideración la debacle de la oposición en su conjunto, la estruendosa crisis y sobre todo falta de legitimidad tanto del PRI como del PAN al interior y al exterior. En ese contexto, la pregunta obligada sería: ¿Cómo logrará el Frente Cívico Nacional dar cumplimiento a la Ley General de Partidos Políticos cuando los requisitos indispensables obligan a la celebración de asambleas donde participen 3 mil afiliados por entidad? Es decir, o se celebran asambleas al menos en 20 entidades, o cuando menos en 200 distritos electorales, además de que se prohibe la participación de organizaciones gremiales.

    Para empezar hay algo que los organizadores no contemplan: la escasa respuesta a la convocatoria a su primer asamblea es precisamente el reflejo de lo que se niegan a reconocer, es decir, que la ciudadanía no se siente identificada ni con los organizadores ni con su causa (cualquiera que esta sea), pues los intereses de los convocantes son más vistos como la defensa de privilegios de una vieja clase política, que como una vía de participación democrática. Y, aunque los principales orquestadores de esta iniciativa señalen lo contrario en el discurso, en el fondo se trata de una estrategia que les permita mantenerse en el escenario político, al menos mientras se configura la legislatura entrante donde su presencia será meramente testimonial.

    Pero el problema de pretender conformar un nuevo partido político en enero próximo como marca la Ley, puede convertirse en un fracaso si se toma en consideración que los liderazgos principales apenas inciden en las cúpulas y carecen de influencia en amplios sectores de la sociedad. Digamos entonces que sería hasta ingenuo pensar que habrá ciudadanos dispuestos a impulsar las asambleas convocadas por integrantes del desastroso frente opositor, cuando se han manifestado más a favor de la Cuarta Transformación en las urnas, con todo y la serie de calumnias, primero anti López Obrador y hoy anti Sheinbaum. Por esa razón, y si en el cálculo político está el de incorporar a desertores y expulsados de otros institutos políticos, incluido el hoy desaparecido PRD, lo cierto es que habrá quiénes opten por generar sus propias iniciativas y no someterse a otro liderazgo bajo la lógica de que más vale cabeza de ratón que cola de león.

    La pluralidad política debiera privilegiarse en cualquier democracia, siempre y cuando ésta represente realmente los intereses colectivos y no de unos cuántos como sucede ahora en Movimiento Ciudadano y como sucedió en el PRD desde hace varios años. Sin embargo, con la realidad a cuestas y con la evidencia que hasta el momento ha dejado su actuar, ¿Cómo demostrará una nueva fuerza política que responderá a los ciudadanos y no a los grupos de poder? Pues no, no hay elementos que hagan suponer que una fuerza emergente en esta coyuntura y con estos pésimos antecedentes, conquiste las aspiraciones (cuando menos) de un innegable sector de la sociedad que no se ve representado ni de un lado ni del otro. Así que esa intención quedará en eso: una intención.

    Lo que les queda a los convocantes, si realmente quisieran generar nuevos canales de participación, sería ajustarse a la realidad que los acompaña, regresar (en algunos casos) a sus orígenes, renovarse y optar por impulsar nuevos liderazgos que vayan más acorde con lo que hoy el país necesita pues apostar nuevamente por la calumnia, culminará en un nuevo palmo en las narices y, a cómo están las cosas, con el fenómeno político en el que se está convirtiendo Claudia Sheinbaum, poco habrá por hacer, más que vivir del recuerdo.

  • Seis años después

    Seis años después

    Por supuesto que hay un antes y un después, hay un hito innegable en la historia del país a partir de la llegada de López Obrador a la presidencia de la república. Pero digamos que el cambio de gobierno desde 2018 no sólo se reduce a las obras significativas ni a las políticas públicas características o emblemáticas de este gobierno; circunscribirlo sólo a ese parámetro sería una visión extremadamente reduccionista. Por esa razón, digamos entonces que si se quiere comprender en donde radica la trascendencia de este gobierno, habría que llevar el análisis todavía más allá y observar las nuevas maneras en las que la ciudadanía comenzó a involucrarse en el acontecer político. 

    Para empezar, hay que reiterar algo que la oposición se rehúsa a creer: una buena parte del pueblo (ojo: DEL PUEBLO), se siente representada por el presidente de la República; es más, no sólo se siente representada, se siente parte de, se considera actora y, por lo tanto, sin así pretenderlo, pareciera asumir una militancia activa del lado en el que identifican a Andrés Manuel. Ahora bien, de esa buena parte DEL PUEBLO, se desprende otra fracción: LA CIUDADANÍA que, conforme avanzó este gobierno fue tornándose más crítica y más interesada en informarse sobre temas trascendentales para el país que en el pasado parecían sólo pertenecer a una sola clase. Eso también se rehúsa a comprender la oposición, que los ciudadanos, sin importar el nivel socio económico, exigen de la práctica política argumentos sólidos para defender su respectiva visión de nación y no sólo las campañas mediáticas. En honor a la verdad, y eso se le debe a López Obrador, el contar con ejercicios de comunicación como las mañaneras o el fortalecimiento de medios alternativos de comunicación, tuvo como consecuencia que los ciudadanos se auto obligaran a adentrarse más en los temas que los atañen.

    Pero en ambos casos, insistimos en que esto no fue considerado por el PRI y el PAN, y no se trata en lo absoluto de una estrategia fallida ni mucho menos, en sí se trata de la propia característica de ambas instituciones de menospreciar al pueblo y a los ciudadanos como lo han venido haciendo desde hace décadas. Por lo tanto, no se necesita ser un experto para saber los motivos de la debacle electoral que hoy los coloca en el peor escenario político sin precedentes en su historia. 

    Estando así el panorama tras los seis años de López Obrador al frente del gobierno, viene una nueva etapa del movimiento que augura un futuro prometedor de la mano de Claudia Sheinbaum, pero si queda alguna duda del compromiso de la Doctora por construir ese famoso segundo piso, basta una mirada al gabinete que ha designado hasta el momento y que se caracteriza por el grado de eficiencia demostrada por cada uno de los titulares en sus respectivos ámbitos y no sólo eso, también destaca la lealtad con la que se conducen, la honestidad y la transparencia que no dejan de estar acompañados de la congruencia. Y, aunque todos ellos merecen notables expresiones positivas, hay un caso que en lo personal y como parte del movimiento campesino considero necesario enfatizar: Edna Vega Rangel no sólo es una excelente servidora pública, ha sido parte de los movimientos sociales, proviene de la lucha democrática desde mero abajo y siempre ha mostrado sensibilidad hacia el sector campesino. Un nombramiento de esa naturaleza deja para nosotros en claro que este gobierno reitera su compromiso ideológico con las causas que representamos y que las puertas que tuvimos que derribar durante muchos años, hoy estarán abiertas para atender los rezagos que aún prevalecen, por lo que considero que el caso de Vega Rangel merece mención a parte.

    Seis años después la expectativa de un México próspero crece y en un lapso breve comenzarán a verse resultados positivos para el país, pero para que eso suceda hay que sumarnos todos para aportar nuestro granito de arena pues no es lo importante la distinción entre esfuerzo mayor o menor, sino la suma de esfuerzos desde donde estemos.

  • El PRIAN y la negación del Apocalipsis

    El PRIAN y la negación del Apocalipsis

    Alito Moreno y Marko Cortés poseen una característica muy peculiar: ¡son bravucones! Y si no lo creen, bastaría con preguntar a una pequeña parte de la militancia que aún le sobrevive a los partidos que representan. Así ha quedado demostrado desde que tomaron las riendas de sus respectivos partidos donde la valentía que pregonan no ha sido más que una simulación, una sencilla apariencia que oculta el alto grado de sus limitaciones, particularmente el de la conducción política. 

    Vayamos por partes: Apenas esta semana el líder impresentable del PRI sostuvo un encuentro con los diputados federales y senadores electos. Cuentan algunos de los asistentes que el estilo soberbio del campechano eliminó de tajo los tibios reclamos de uno que otro que se atrevió a mencionar las causas de la debacle. Entre ellas, evidentemente los señalamientos del bajo rendimiento en términos electorales que ha experimentado ese partido, al menos desde 2018 a la fecha. Recordemos que en comparación con la anterior elección, el PRI sufrió una pérdida de poco menos de 2 millones de votos, además de la desbandada que se ha convertido en una constante.

    Ahora para la militancia real, el peligro es mayor y los colocará al borde de la desaparición total si, como todo indica, la camarilla de Moreno Cárdenas logra perpetuarse al frente del tricolor pues la modificación de los estatutos o el cambio de imagen (incluso el de siglas) de nada servirá para erradicar el cáncer que le representa su dirigente actual. Incluso, como si se tratara de una nueva edición del priísmo ochentero, hoy manifiesta Alito la necesidad del PRI de “reformarse” (algo así similar a la renovación moral, como si la crisis de legitimidad en lo interno y hacia la sociedad, sólo requiriera de cambios cosméticos y domésticos. Ante tal realidad imagínese ¿Qué futuro le espera a un partido cuya fuerza en el Congreso de la Unión apenas contará con 33 diputados que probablemente se reduzca más con el paso del tiempo?

    El caso del PAN es el que pudiera merecer un análisis más profundo. Para empezar las voces que hoy exigen la renuncia de Marko Cortés, son las mismas que callaron durante todo el proceso de selección de su candidata a la presidencia lo que no es más que el reflejo de la hipocresía que se ha convertido en una de las principales características de los destacados dirigentes del blanquiazul. A como están las cosas, siendo una oposición que poco margen de maniobra tendrá en el acontecer político (con todo y su aliado tricolor) el escenario no puede ser más catastrófico en tanto que no encuentran la forma de llamar la atención de la ciudadanía que dejó de creer en las calumnias y mentiras que utiliza para denostar a la Cuarta Transformación. En este escenario resulta aún más probable que la fuerza real que posee el PAN se ahonde cuando los grupos al interior comiencen a disputar la dirigencia y los principales cargos, especialmente en el congreso donde ni siquiera tendrán capacidad para hacer frente a la super bancada de MORENA, PVEM y PT. En esta etapa se verá en poco tiempo la manera en que el desgaste vaya mermando la vida interna del panismo hasta el punto en el que se lleguen las elecciones intermedias de 2027 que les obligará nuevamente a supeditarse a voluntades fuera de su propia organización interna.

    La militancia de ambos partidos tiene mucho que reflexionar, están conscientes de que el verdadero enemigo, el principal, está en casa en la figura de este par de bravucones, y mientras ellos y sus secuaces continúen negando el Apocalipsis por el que transitan, serán las bases las que se verán más afectadas porque queriéndolo o no, se cuentan por cientos de miles aquellos que se identifican con la ideología que les dio vida. Pero en este, como en otros casos (ahí está el PRD), Marko Cortés y Alito Moreno, prefieren mil veces aplicar la máxima de Jesús Zambrano: primero perder el registro que el cargo.