Etiqueta: Laura Zapata
-
La derecha exhibe su miseria: Laura Zapata y Atypical TV celebran asesinato de colaboradores de Clara Brugada
Mientras la ciudadanía exige justicia por el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de la jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, desde los espacios más radicales de la derecha se ha optado por la burla, el oportunismo político y la falta de humanidad.
En la más reciente emisión del programa que conduce la ex actriz Laura Zapata en el canal Atypical Te Ve, se utilizó el lamentable crimen para sacar provecho mediático y reforzar narrativas de odio, minimizando el dolor de las familias y burlándose incluso del contexto de inseguridad nacional.
“Morena: casos de la vida y de la muerte real”, ironizó Zapata al abrir el programa, mientras su compañero Carlos Ramos Padilla atribuía el hecho a la estrategia de seguridad del actual gobierno federal: “Este es el resultado de los abrazos, no balazos, porque ahora los balazos ya les están tocando a ellos”, remató.
Las declaraciones han generado amplio repudio en redes sociales, donde usuarios han cuestionado el nivel de deshumanización con el que ciertos actores de la derecha se refieren a tragedias reales, especialmente cuando afectan a servidores públicos que han trabajado en las zonas más vulnerables de la capital.
En contraste, tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como diversos mandatarios y representantes del movimiento han expresado su solidaridad total con la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, y han exigido una investigación inmediata y sin sesgos políticos para dar con los responsables materiales e intelectuales del crimen.
Debes leer:
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
-
Ante su frustración, descalifica al pueblo: Laura Zapata insulta a los habitantes afectados por las lluvias en Chalco, Estado de México; critica a la gente que recibe los apoyos del gobierno (VIDEO)
Los voceros de la derecha están cada vez más furiosos con el pueblo mexicano y su apoyo incondicional a la Cuarta Transformación y al presidente, Andrés Manuel López Obrador, al grado de insultar a los mexicanos de manera grotesca en sus espacios digitales.
En el canal de Atypical TeVe, propiedad del publicista conservador Carlos Alazraki, la ex actriz de Televisa, Laura Zapata, se lanzó en contra de los habitantes del municipio de Chalco, Estado de México, por no protestar y estar esperando a que el gobierno les dé apoyos.
A ver si se encabronan, a ver si ya se enojan, todas sus pertenencias echadas a perder, sus casas echadas a perder, ya están teniendo enfermedades están viendo entre la mierda.
Afirmó Zapata Miranda.
Además de insinuar que la gente en situación de pobreza es “estúpida”, ya que aseguró que muchas de las personas afectadas están esperando a que el Gobierno de México les entregue un refrigerador o una licuadora, y que con esa acción los mexicanos vuelven a votar por la 4T.
Cabe mencionar que, el Gobierno de la maestra, Delfina Gómez,, y el gobierno federal, está realizando acciones para resolver la situación que están viviendo los habitantes de Chalco, por la fuertes lluvias que ha azotado a entidad mexiquense.
Asimismo, el gobierno mexiquense ha ingresado maquinarias para realizar limpieza y desazolve, así como implementar una campaña de salud para prevenir y evitar alguna situación de infección entre los vecinos y vecinas del municipio.
Te puede interesar:
-
¿Qué es mexicanos?
Que “somos un país de güevones”. Eso fue lo que sin embarazo alguno sostuvo la histrionisa Laura Zapata, una de las ideólogas más representativas de la reacción mexicana contemporánea. Y luego la sexagenaria señora —de nacionalidad mexicana y oriunda de la ciudad capital del país— se explayó un poquito para dejar claro que con dicho adjetivo peyorativo quiso decir justamente lo que significa la palabra según el diccionario del español en México de El Colmex: “que es flojo; haragán”.
Y aunque no mentó los adjetivos, describió dos conductas censurables más: mantenido —“persona que vive indebidamente a expensas de otra”—, concretamente mantenido del gobierno, y conformista —“que se conforma con lo establecido o con lo que le ofrezcan”—. En suma, según la actriz, hija por cierto de un señor que alguna vez portó el título de Míster México, el nuestro es un país de güevones, mantenidos y conformistas. Si consideramos que la enorme mayoría de habitantes de México son nativos —el Censo de Población 2020 sólo contabilizó aquí a 414,986 personas nacidas en otro país, es decir, el 0.3% del total de habitantes—, afirmar que México es un país de güevones, mantenidos y conformistas es una forma de decirnos así de feo a las mexicanas y a los mexicanos.
Más forrado de palabras, Guillermo Sheridan Prieto, tan defeño como la señora Laura Guadalupe y también impulsado por la tirria que le tiene al presidente de la República, publicó hace unos días en Letras libres: “El mexicano es por lo general ignorante, violento, tonto, fanático, corrupto, ladrón, sexista, caprichoso, temperamental, alcohólico, arbitrario, golpea a sus hijos y a las mujeres…” Nótese pues que Sheridan Prieto sólo se refiere a los varones del país y no a las damas. Sigue el académico: “…idolatra el ruido, tira basura, nunca ha respetado el derecho ajeno, se pasa los altos, evade impuestos, compra y vende piratería, zarandea a los peatones, no duda a la hora de hacer transas, desprecia a la ley, no sabe aritmética elemental ni tirar penaltis”. Sirva el rosario de injurias para hacer notar que ni siquiera alguien que desprecia tanto a la mayoría de sus connacionales como Sheridan está de acuerdo con el diagnóstico de la actriz Zapata. El escritor es profuso en su denuesto y jamás tilda a los mexicanos —ya quedamos que a las mexicanas no las trata— de güevones.
No es difícil probar que Laura Zapata insultó a su propia paisanada —y a sí misma— profiriendo una mentira. Ya se ha hecho y con datos duros: México es el país de la OCDE en el que más tiempo se dedica a trabajar. El mexicano promedio dedica un poco más de 2,124 horas al año al trabajo, las cuales equivalen a más de 41 horas por semana. El estadounidense y el alemán trabajan sólo 34 y 26 horas por semana, respectivamente. JLG, mi amigo el Decimonero Cuinn, lo canta mejor:
Ya dijo Laura Zapata
que somos unos huevones
sin aportar más razones
que su clasismo delata.
La OCDE muestra en la data
de su gráfica y matriz,
que México es el país
en donde más se labora;
ignorante y vil de angora
y, además, pésima actriz.Ahora, ¿quiénes son esos mexicanos a quienes injurian Zapata y Sheridan? Para dar respuesta a esta pregunta que parece boba y no lo es, primero hay que plantearse otra: ¿qué es mexicanos?
En principio, mexicanos es el plural de un gentilicio, un adjetivo o sustantivo que denota relación con un lugar geográfico, en este caso México. Hoy México es el país oficialmente llamado Estados Unidos Mexicanos. Pero mexicanos hubo antes que México, que apenas está por cumplir 201 años. Antes de que existiera el país, antes de la Independencia, ya la Real Academia de la Lengua incorporaba el vocablo en su diccionario (4ª edición, 1803). Y esa no fue su primera aparición en un diccionario de nuestro idioma: la encontramos en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum copiossisimum de 1617.
Entonces mexicano no podía referirse al ciudadano de México, en cambio sí al natural de estas tierras, particularmente a la gente de la ciudad que a la postre sería la capital del país y entonces era el corazón de la Nueva España. Varios años antes se usó mexicanos en letra impresa, y no por cualquiera, nada menos que por Montaigne, quien en uno de sus Ensayos —“De la experiencia”— informa: “Es la lección primera que los mexicanos suministran a sus hijos cuando al salir del vientre de las madres van así saludándolos: ‘Hijo, viniste al mundo para pasar trabajos: resiste, sufre y calla’.” Esto fue escrito en 1591, así que Montaigne no se refería a los ciudadanos de México, el cual no existiría sino 230 años después. Tampoco podía aludir al pueblo que se formó a partir del mestizaje. ¿Entonces? Seguramente estaba pensando en la población nativa de las tierras conquistadas por Cortés, en los pueblos originarios.
Al igual que Montaigne, desde los primeros hispanoparlantes de la Nueva España —españoles, criollos, mestizos e indios también— hablar de “los mexicanos” era referirse a los indígenas, de entrada a los mexicas y por extensión a todas las demás etnias. Me temo que Zapata y Sheridan Prieto así piensan, y por eso apuesto a que ni por un momento sienten que se estén insultando a sí mismos: ellos no son de aquí, como la bola, como la mayoría, como toda esa gentuza que actualmente apoyamos al gobierno democrático.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
-
Un país de “huevones”, “estira la mano” y “maiceados”
Más de 4 años desde que la mayoría del pueblo de México decidió respaldar rotundamente el proyecto de transformación social, económica y cultural que López Obrador había venido promoviendo. Más de 4 años en los que hemos experimentado, como nunca antes, la denuncia pública y decidida hacia el racismo y clasismo, principios de diferenciación social que, aunados al sexismo, han naturalizado el sistema de injusticia y dominación de ciertas élites económicas, políticas y culturales sobre la mayoría del pueblo.
Más de cuatro años de intentar hacer cada vez más visibles las divisiones sociales que han persistido en México, como herencia del sistema colonial. Más de cuatro años y la oposición no ha logrado reconocer la antigüedad, profundidad y prejudicialidad de su racismo, clasismo, sexismo y, en general, del pensar esencialista a partir del cual construyen su imagen identitaria, a la vez que construyen al otro del que buscan distinguirse, es decir, al pueblo.
Laura Zapata, actriz caracterizada por sus sobreactuaciones melodramáticas en muchas telenovelas de Televisa y, últimamente, por su odio iracundo hacia López Obrador, expresó hace unos días, frente al propagandista de la derecha fascista, Carlos Alazraki, que, si México apoyaba al presidente, era porque “somos un país de huevones, de estira la mano, de ‘no me da’, ‘deme’, ‘deme’ y este les avienta, los maicea con 2 mil pesos […] y ellos se conforman con eso”. Como sabemos, el pensamiento clasista de esta actriz no es aislado, y por eso creo que es necesario tratar de deconstruirlo. Intentaré abonar a esa deconstrucción.
El clasismo es un tipo de pensamiento esencialista, un tipo de idea que clasifica a los grupos de personas a partir de su poder económico, su origen familiar, su grado de “cultura”, su tipo de profesión, etc., asignándole cualidades deterministas, concebidas como cosa innata, natural y, por lo tanto, inescapables. Una persona clasista suele afirmar que otra persona, por ser pobre, es inculta, floja, tonta, que no le gusta trabajar, que no entiende “del mundo”, sólo por mencionar algunas de las características que continuamente se le atribuyen. En contraste, la persona clasista, suele pensar que ella y el “selecto” grupo al que pertenece son los que mantienen al país, los que sí trabajan duro, los que sí entienden el mundo, los que sí saben de política, economía, cultura y prácticamente cualquier tema público.
Normalmente, una persona clasista suele pensar que su posición social la debe a una cuestión natural -o divina-, piensa que tiene lo que tiene, que hace lo que hace, que se comporta como se comporta, que sabe lo que sabe, porque así estaba destinado a ser desde antes de su nacimiento. Una persona clasista es incapaz de entender que el poder económico del que se beneficia -o al que aspira- es producto de un sistema social desigual; que la formación o “cultivación” que tiene -o a la que aspira- y que la puede “distinguir”, diferenciar, de la mayoría de las personas, es decir, del pueblo, no la traía de nacimiento, sino que fue adquirida gracias a la lógica del mismo sistema desigual. En suma, los privilegios económicos, sociales y culturales son entendidos por la ideología clasista como un atributo propio a la persona que los ejerce, por el simple hecho de ser ella. Mientras que las desventajas, el hambre, la miseria, la violencia, el despojo, la discriminación y la exclusión son construidos como cosa natural de los grupos “inferiores”, por el simple hecho de ser ellos.
El problema, según el pensamiento clasista, no está en el sistema desigual, ese ni siquiera lo consideran realmente problemático; el problema está en quienes no se ajustan a su visión y a ese sistema, a quienes no entienden que la clave “está en ellos”, que “el pobre es pobre porque quiere”. Para este pensamiento, todas esas personas que se levantan desde muy temprano a limpiar casas y oficinas -como mi madre-, a construir, vender, atender, servir, enseñar, etc. y que aún así no logran ganar lo suficiente para vivir dignamente, son unos “huevones”, unos “estira la mano”, unos “maiceados”.
Para ellos que, en una salida al Sonora Grill, una noche en un hotel medianamente decente, una botella en un bar VIP o un perfume, se gastan fácilmente 2 mil pesos, es muy difícil entender el cambio que implica, para la mayoría del pueblo, poder contar con un ingreso adicional a la economía familiar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.