Etiqueta: Carlos Bortoni

  • Hacer un Zelenskyy

    Hacer un Zelenskyy

    Resulta claro para todos aquellos que tengan claridad que la permanente amenaza arancelaria en la que ha metido Donald Trump, amo y señor de los destinos de la humanidad, al gobierno mexicano —donde un día anuncia aranceles, media hora después los pone en pausa y quince minutos antes vuelve a anunciar su imposición—es un callejón sin salida del que solo se puede salir si se hace un Zelenskyy. Y es que, como con infinitamente infinita sabiduría señalan las mejores mentes de la opositora oposición mexicana, siempre más preocupada por ella misma y sus canonjías que por el destino de eso que llaman patría y esos que llaman conciudadanos, la pura amenaza, la sóla idea de que Trump tenga la idea de amenazar a México con aranceles de cualquier naturaleza, hace que México resulte menos interesante para la inversión —como bien indica, el autoproclamado junior de clase media, Enrique de la Madrid Cordero. La amenaza trumpista al libre comercio demanda, como dicen la estadista Lilly Tellez —que es estadista más por el cuidado de sus estadísticas en redes sociales que por su saber y experiencia en los asuntos del Estado— y Ricardo Anaya, el infante terrible de la rancia derecha moderna; actuar de inmediato con toda inmediatez, imponiendo aranceles de regreso ahí donde más duela a las bases de apoyo trumpeteras y dando inicio a una guerra arancelaria que sólo afectará a quienes ya están acostumbrados a ser afectados.

    Hacer un Zelenskyy, como propone la opositora oposición y algunos sectores de la cuatrera cuatrote, implica ponerse de pechito para que el mandamás imperial esté contento, echarle leña al fuego de la hoguera simbólica con la que el Trump de todas las trumpetas, se comunica con sus huestes. No hay que hablar con Donald, no hay que argumentar con él, no hay que dar razones. Hay que postrarse ante su altísima, serenísima, peinadisima y anaranjadisima majestad, para que ella pase por encima nuestro y, al hacerlo, satisfaga su necesidad de ser más y se calme.

    Para muestra un presidente de Ucrania, desde que llegó a la Casa Blanca fue objeto de burlas por su atuendo militar, acto seguido Trump dejó claro que estaban listos para recibir esa franja de tierra, los recursos naturales ucranianos, y luego remató y regañó a Volodímir —con ayuda de Vance— diciéndole que estaba jugando con la vida de millones de personas, con la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, que no estaba dispuesto a negociar la paz, que le faltaba el respeto a los Estados Unidos de América al atacar a la administración que intenta evitar la destrucción de Ucrania y que —para colmo de todos los colmos— ni siquiera les había agradecido por lo que fuera que debería estar agradecido. La reunión terminó de forma precipitada y a Zelenskyy lo echaron de la Casa Blanca. Días después… Zelenskyy recula, da las gracias, ofrece los recursos naturales de Ucrania a Estados Unidos y se dice dispuesto a someterse al liderazgo naranja (no confundir con Movimiento Ciudadano) para alcanzar la paz. 

    Quienes no entiendan que no entienden, deben entender que frente a la hiperbólica comunicación simbólica trumpista, con la que Trump se comunica hiperbólicamente con sus bases, no se responde simbólicamente, con una concentración simbólica en el Zócalo que le hable a las bases cuatroteras, sino con elementos que permitan acrecentar la farsa política en tiempos infodémicos, dándole elementos a Trump para que la farsa no caiga y la especulación permita que las acciones no se desplomen, o que se desplomen para beneficio de los especuladores. El mismo trumpetero presidente lo explicó durante la revolcada que le dieron al soldadito Zelenskyy: “esto va a ser una gran televisión”— dijo. Y es que, que algo sea grande en televisión es lo único que importa, la teatralidad del teatro trumpista debe ser nutrida por sus aliados convertidos en enemigos para obtener más rating y garantizar que la discusión se mantenga en el nivel de los significantes vacíos que permitirán trastocar todo sin trastocar nada.

    Entrados en gastos

    Lo que se necesita con necesaria necesidad, grita a gritos la oposición, es que Claudia Sheinbaum, elegantemente ataviada con un vestido artesanal como el que portó en su toma de protesta, sea recibida en la Casa Blanca para que Trump pueda lucirse, en horario estelar en un episodio más de “Mancillando todo lo que se pueda mancillar”, haciendo gala de redneckosidad al  burlarse del vestido elaborado a mano por una artesana originaria de Oaxaca, o de cualquier región de nuestro país, pueda humillarla diciéndoles que le falta al respeto a Estados Unidos de América al no evitar que los estadounidenses consuman fentanilo o cualquier otra droga, que le reclame por ser mal agradecida y no construir el muro entre México y su país y que la corra de la Casa Blanca obligándola a viajar de regreso a México con los 29 capos del narcotráfico que recientemente le mandó el Gobierno Mexicano como ofrenda.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Si el náhuatl no se puede hablar en inglés, no se debe hablar náhuatl

    Si el náhuatl no se puede hablar en inglés, no se debe hablar náhuatl

    Resulta indignante que lo que debe morir se resista a morir. Y es que, más de quinientos años después de que los españoles más castos, educados y sensiblemente salvajes, vinieran a liberar (no me salgan con que se trató de una conquista, una imposición y una masacre), como con sabia ignorancia despreciable sostienen Aznar y compañía, este pedazo de tierra que ahora llamamos México, del fanatismo y la barbarie y a salvar a través del extremismo evangelizador y la espada a todos aquellos que no sólo no buscaban ser salvados, sino que fueron asesinados para salvar sus almas, resulta de una frustración frustrante que sobrevivan idiomas que no son el castellano en esta geografía, resulta de una necia necedad que haya hablantes de idiomas originarios, y resulta inaceptable que el gobierno fomente, así sea de forma mínima, que dichos idiomas no terminen por desaparecer. Y es que, anunciar que 78 de las más de 7,000 escuelas de educación básica de la Ciudad de México impartirán cursos optativos de náhuatl como parte de la acciones para preservar dicho idioma, es un asalto a la razón de toda racionalidad que racionalmente racionalice el clasismo y el desprecio por el otro. 

    Y es que, no conforme con que en la Ciudad de México se sigan hablando 55 idiomas originarios, el gobierno local lanza una iniciativa que, así sea de forma insignificante, contribuye a que los hablantes de esos 55 idiomas resistan al noble esfuerzo de sometimiento y subyugación al que —primero la corona española y despues del gobierno mexicano— los ha sometido. Poco importa que el programa se aplique solo en algunas escuelas de las alcaldías con mayor número de pueblos originarios. Lo relevante es que se busque reforzar la identidad del lenguaje y con ello impulsar que no sólo se hable en el hogar, sino en las comunidades y los espacios públicos, que sus hablantes se sientan orgullosos de hablar náhuatl y no lo oculten, que la lengua se mantenga viva ¡Haganme el favor! Siglos inoculando la vergüenza en los pueblos originarios y la población mestiza de este país, siglos propagando un currículum que hace de los sujetos agentes que rechacen su origen para abrazar una identidad difusa, estandarizada y hegemónica que se dicta desde los grandes centros del poder, siglos formando seres aspiracionistas que aspiren a ser lo que sea menos lo que son, para que de un plumazo y con el avasallador número de 78 escuelas, los cuatreros cuatroteros de la Ciudad de México, salgan a decirle al hablante del náhuatl —en particular— y a la población entera —en general— que está bien ser diferente, no hablar el idioma dominante, no agachar la cabeza y pedir perdón por existir.

    Ya se que no faltará aquel que sostenga que 78 escuelas de educación básica no es algo que deba preocuparnos. Es más, no faltará quien se muestre indignado de que sólo sea en 78 escuelas y de que se trate de un curso optativo ¡Hay de todo en la viña del Señor que llegó junto con los españoles a salvar a través de la imposición, la sangre y la enfermedad! Digan lo que digan, en Latinoamérica hay ochocientos veintiséis pueblos indígenas, y hablan cuatrocientos veinte idiomas distintos. De ellos, sólo el 40% está en peligro de desaparecer, en otras palabras, sobrevive una posibilidad latente de que 58 millones de personas sigan hablando un idioma que no es el del conquistador, sobrevive la posibilidad de que al hacerlo, su historia, su cultura, sus tradiciones, sus saberes, resistan a la imposición hegemónica y estandarizadora. El sueño de la clase aspiracionista latinoamericana, de abandonar el castellano, o el portugues, para que todos hablemos ingles, para consagrarnos como un orgulloso patio trasero del imperio, se ve amenazado cada que alguien se enorgullece de su origen, cada que alguien habla con su propia voz y con sus propias palabras, cada que una cultura resiste a la bendita y aplastante ley del mercado.

    Entrados en gastos

    Parece chiste, pero no lo es, pudiendo obligar a los estudiantes a aprender inglés, a sólo hablar en inglés, nuestros gobiernos abren la posibilidad de aprender un idioma originario. Parece que no entienden que no pueden entender, ningún idioma es otra cosa que no sea una herramienta laboralmente pragmática, todo idioma debe ser reducido a la satisfacción de los requisitos más demandados en el ámbito laboral, un profesional bilingüe es reconocido por su preparación y pueden tener mejores puestos y mayores salarios. Sí. Pero sólo si ese otro idioma —porque la lengua materna de todo mexicano es el castellano aunque la madre, o la madre de las madres, de muchos mexicanos no hable castellano— es un idioma del primer mundo. Que el bilingüismo contribuya a mejorar la memoria, la toma de decisiones, reduzca el riesgo de enfermedades mentales, mejore la socialización, el pensamiento crítico, o la capacidad de aprendizaje, importa poco si eso no se traduce en una capacidad que el obrero calificado pueda presumir en su hoja de vida. Bilingüismo, sin aprobación del mercado, es una pérdida de tiempo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¿De qué hablamos cuando hablamos de un Milei mexicano?

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de un Milei mexicano?

    Ha escapado, como escapa aquello que sale del encierro, a la conservadora de toda conservación escasa intelligentsia opositora, profundizar en la inminente urgencia que tenemos los mexicanos de que un Milei —con o sin peluca— engrose las filas de nuestra raquítica pero bien totopeada clase política. Y es que un Milei mexicano sería capaz de resolver ese complejo balance entre lo liberal en lo económico y lo conservador en los político y social que tan feliz hace a todo aspiracionista que se respete y viva, orgullosamente, pagando el mínimo en sus tarjetas de crédito. Y es que ni con el Plan México de Sheinbaum alcanzamos la cresta de la ola neoliberal, neoliberalismo que no es entreguista y que no se postra ante los poderosos poderes del capital, no es neoliberalismo, aunque se esfuerce por ello. Dos estampas mileianas sirven de ejemplo y parámetro de lo mínimo que deberíamos exigirle a esos Verásteguis, Salinas Pliegos o quien sea que se atreva a levantar la amarilla bandera del libertarismo en nuestra nación.

    La primera es muestra de cómo un líder libertario latinoamericano debe estar siempre dispuesto a lamer las botas de quienes usan botas para pisar el cuello de quien ponga el cuello para ser pisado. “Trump no es un proteccionista. Trump utiliza la política comercial como instrumento de geopolítica”, afirmó Milei al referirse a los aranceles que el gobierno de los Estados Unidos impuso al acero. No tengo la menor duda de que no faltará quien, haciendo gala de ser incapaces de hacer gala, refutarán que utilizar la política comercial como instrumento geopolítico es proteccionismo. Sin embargo, si se le mira desde la perspectiva libertaria, si se está dispuesto a gritar —bota en cuello— ¡viva la libertad, carajo!, a la menor provocación, se entenderá sin entender que aplaudir cuando el imperio indica que se debe aplaudir es lo más libertario que un libertario puede hacer. El libertarismo atraviesa, necesariamente, por la postración. La apertura económica está al servicio del status quo, el anarco capitalismo no tiene sentido si no garantiza que las clases privilegiadas sean quienes puedan beneficiarse del dejar hacer, dejar pasar llevado al extremo. El líder libertario debe trabajar para que la economía sea un “instrumento geopolítico” y de política interna, nada controla mejor a la población que el hambre, la enfermedad y la miseria. Y nada conserva mejor el estatus de los conservadores que el hambre, la enfermedad y la miseria de la clase trabajadora.

    La segunda estampa es aún más ilustrativa de lo que el futuro Milei mexicano debe ser y hacer: promover iniciativas privadas que contribuyan a la pauperización de la clase trabajadora. Una vez más, no dudo que salga alguien que sostenga que utilizar el poder político para promover negocios privados, que benefician a unos cuantos, es despreciable. Quienes así piensan no han entendido que cuando el poder político no está al servicio de los intereses privados, el poder político está al servicio de la sin razón y la supervivencia de quienes no deben sobrevivir. Milei utilizó sus redes sociales para promover una criptomoneda llamada $LIBRA, misma que estimularía la economía y ayudaría a crecer a las pequeñas empresas argentinas. El mensaje fue suficiente para dar impulso a dicha moneda, inflarla, y permitir a sus promotores desaparecer capitalizando la especulación libertaria. Poco importa si Milei se benefició o no con dicho movimiento, importa menos si el presidente argentino estaba “interiorizado de los pormenores del proyecto” al que dio su apoyo. Lo importante de toda importancia es que al hacerlo contribuyó a poner al aspiracionismo argentino, y a otro tanto del aspiracionismo fuera de argentina, en su lugar, el de mirar permanentemente hacia arriba, salivando mientras envidian un estilo de vida que nunca podrán tener. Una vez más, libertarios en lo económico para beneficiar a las clases privilegiadas, y conservadores en lo político y social para contener a las clases trabajadoras.

    Entrados en gastos

    Resulta sencillo imaginar que un Milei mexa surja de las filas del más reaccionario PANismo, del más pragmático PRIismo o de cualquier ídolo temporal del aspiracionismo nacional. Sin embargo, no debería sorprendernos que el próximo Milei azteca vea la luz dentro de Morena y la 4T. No estoy hablando de los Yunez o los Murat que en una muestra de congruencia ideológica se identifican con el Humanismo Mexicano. No, eso es poca cosa, estoy hablando de un político “ínclito y preclaro”, para utilizar las palabras con las que Monreal calificó a Pedro Haces, que sin dejar de ser cuatrero, sin dejar de ser de izquierda, sin dejar de hablar del bienestar cada que el bienestar necesite que se hable del bienestar, sea capaz de impulsar un humanismo libertario mexicano, que anteponga la justicia social a las necesidades del capital, y que permita a la sociedad morir libremente de hambre, como mejor le parezca morir de hambre.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Defendamos lo indefendible indefendiblemente

    Defendamos lo indefendible indefendiblemente

    Sorprenderá a propios y extraños, la indefendible defensa que el segundo piso de la cuatrote a emprendido de propios y extraños. Y digo que sorprenderá porque aquello que produce sorpresa suele hacerlo sorpresivamente. Sin duda alguna, escapa al entendimiento de aquellos que ilusamente piensan que los ideales deben anteponerse a los hechos para modelar la realidad con los ideales y no a ideales con la realidad, que sean los mismos cuatretos cuatroteros quienes salgan a la defensa de Rocha Moya, Cuauhtémoc Blanco y Salvador Cienfuegos. Y escapa a su entendimiento porque no terminan de entender que la fuerza de la cuatrote radica en no dejar un solo espacio a sus detractores, ninguna posibilidad de acción, ni siquiera para socavar la legitimidad de la propia cuatrote. Si alguien habrá de socavar a la cuatrote debe ser la misma cuatrote, de lo contrario, la cuatrote estaría mostrando debilidad frente a sus adversarios, y eso sería imperdonable.

    Claro que no faltará quien —presumiendo una presumiblemente ausente inteligencia— acuse al segundo piso de la cuatrote de privilegiar el pragmatismo sobre el compromiso. Nada de eso, la indefendible defensa de estos indefendibles personajes, que desde el segundo piso cuatrero se defienden, tiene más que ver con una transvaloración de los valores, donde dar la espalda al compromiso con la justicia, tener manejos políticos cuestionables, realizar montajes de escenas del crimen, tener un desempeño mediocre, violar las normas, y estar vinculado con el trafico de drogas y la protección de cárteles del narcotráfico, son asuntos de buen gobierno y compromiso social que no busca otra cosa que no sea el mejorar la calidad de vida de los mexicano, al minar la calidad de vida de los mexicanos. Una transvaloración que se resuma en un absolutismo del tipo: la transformación soy yo, y lo que haga será transformador aunque no lo sea.

    En este proceso de transvaloración cuatrera, si la cuatrote no ha roto, ni se ha alejado de Rocha Moya, para confrontarlo, no es porque se haga de la vista gorda ante lo que sucede en Sinaloa, no porque no se dé cuenta del secuestro, que tuvo lugar durante la jornada electora que llevó a Rocha Moya a la gubernatura, de decenas de activistas PRIistas, inhibiendo el voto opositor; no porque no vea todas las irregularidades relacionadas con el asesinato del ex rector de la Autónoma de Sinaloa Héctor Melesio Cuén, y el burdo montaje forense que llevó a cabo la fiscalía del estado; no porque decida ignorar el netflixesco episodio en el que Joaquín Guzmán López entregó a “El Mayo” a las autoridades estadounidenses mientras Rocha Moya viajaba, como viajan todos aquellos que no quieren dejar huella y tener una coartada que medianamente se sostenga, a Estados Unidos, con su familia, en un avión prestado por un amigo empresario; no es que no se entienda que la narcoguerra, que se vive en Sinaloa, entre los Mayitos y los Chapitos, se disparara a raíz de estos episodios. No, no y recontra no. Por el contrario, tiene que ver con esta parte de la transformación en la que la denuncia y la persecución del secuestro de activistas, la inhibición del voto opositor, el asesinato de enemigos políticos, los montajes mediáticos y la mediocridad gubernamental, se convierten en un atentado en contra de la cuatrote si son reconocidos por al cuatrote, es un ver dejando de ver, viendo. Una transformación pragmatizadora de los ideales para garantizar la supervivencia de un movimiento que —traicionando sus ideales— encumbre esos ideales.

    Probablemente, a estas alturas quede más clara la necesaria defensa de lo indefendible, de cualquier forma, estoy convencido de que el caso de flamante ex gobernador de Morelos, otrora ídolo americanista, Cuauhtémoc Blanco, ayudara a ilustrar, con la claridad del agua estancada, este esfuerzo para pragmatizar los ideales idealmente pragmáticos, sin apostar por el pragmatismo, apostando por él. Un defensa que garantiza un desaforado fuero a ese sujeto cuya honradez, integridad, rectitud y honestidad es respaldada por su pésimo desempeño, abuso de poder, la ignorancia de las normas y —cuando menos— una decena de expedientes penales por actos cometidos durante su administración en el ayuntamiento de Cuernavaca y en el gobierno de Morelos. Por no mencionar la acusación por violación que, violando todo buen gusto y decoro transformador, se ha lanzado en su contra. La transvaloración de los valores e ideales del Humanismo Mexicano, atraviesan —en el caso de Blanco— la protección a quien acumula evidencia de corrupción, nepotismo y mala administración. Protección y defensa que demanda no sólo otorgarle fuero, sino defender ese fuero para que el ex futbolista no pueda ser molestado.

    Entrados en gastos

    Si la cuatrote ha de morir, ha de morir a manos de los cuatreros cuatroteros, y de nadie más. No le va a dar el gusto a la oposición de acabar con ella. Para cavar su tumba, no necesitan ayuda, al contario, están dispuestos a defender indefendibles ajenos, Cienfuegos es una muestra de ello, oficialmente declarado inocente por la Fiscalía General de la Republica y respaldado por Claudia quien está convencida de que si “el gobierno de Estados Unidos hubiera tenido realmente algo en contra del general Cienfuegos [no] lo hubiera liberado.” Una transvaloración exprés que rápidamente mutó de la condena de López Obrador quien en un primer momento lo consideró como algo lamentable que daba muestra de la descomposición del régimen, de la degradación de la función gubernamental durante el periodo neoliberal, pasando por la negociación del retiro de los cargos delictivos en contra de Salvador Cienfuegos, para mantener con México la cooperación en el combate al tráfico de narcóticos y corrupción, al indulto público desde la presidencia. El segundo piso de la cuatrote, pareciera enfocarse en la transformación de valores indefendibles, a valores por los que está dispuesto a morir en la raya, y quienes no estén de acuerdo con ello, deberían callar, madurar, crecer y ser responsables, para parafrasear la nada pragmática defensa del Fisgón a la candidatura plurinominal de Sergio Mayer, enfrentar al neoliberalismo demanda la consolidación de un frente amplio, tan amplio que incluya las peores practicas neoliberales.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • ¡La unión será infocrática o no será!

    ¡La unión será infocrática o no será!

    Frente a los terribles, de todo lo terrible que hay en la tierra, “dichos y hechos” de Donald Trump, que para la siempre sesgada visión de un historiador sesgado como Krauze, es de una gravedad comparable con la Intervención Estadounidense en México, que sucedió entre 1846 y 1848, que —en pocas palabras— se tradujo en la entrega por parte del gobierno mexicano de lo que hoy es Arizona, California, Nevada, Texas, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Es decir, para Krauze, que no tiene miedo de exagerar, los dichos y hechos sobre México de Trump en los primeros días de su segundo mandato —concretamente, la imposición de aranceles que no se ha concretado— son equiparables a la perdida de poco más de 2,100,000 km² de tierra, el 55% del territorio mexicano. El sueño regio hecho realidad, habiendo estado tan cerca en 1848 de ser un estado más de los Estados Unidos de América, 177 año después, Krauze anuncia el pronto punto final de esa tremenda espera que los ha obligado a seguir siendo mexicanos.

    Frente a ello, el ideólogo no ideologizado de la infodémica infocracia que empujan los conservas, propone el restablecimiento de esa ejemplar política interior que los cuatreros de la cuatroté y sus huestes electorales han destruido al destruir la división de poderes, esa división de poderes que el México post revolucionario mantuvo en la forma y que en el fondo siempre supo mantener sin división alguna. Una división de poderes donde el legislativo garantizaba la supervivencia del statu quo, el poder judicial dependía al 100% del poder ejecutivo y el poder ejecutivo ejecutaba los mandatos de quienes —sin elección de por medio— definían desde sus bancos y empresas el futuro de sus inversiones y, de paso, pero sin reparar en ello, el de los ciudadanos mexicanos. División de poderes que al ser destruida por las hordas de salvajes que se volcaron en las urnas “socavado, desvirtuado y corrompido la democracia”, democráticamente, e imponiendo la voluntad de las mayorías a los intereses de unos cuantos que modestamente viven de controlar el mercado a través del control político de esa clase gobernante que otrora estaba plenamente entregada a la entrega del país al mejor postor.

    Restablecer la magistral política interior con la que México marcaba la hoja de ruta de la democracia liberal al mundo entero, permitiría, afirma afirmativamente el historiador propagandista Krauze, recuperar las libertades que hoy por hoy, la clase aspiracionista ha perdido en su imaginario, la libertad de tránsito que al haberse perdido tiene paralizado al país, con sus carreteras vacías y sus calles despobladas; las libertades de pensamiento, asociación, prensa y critica, que dejan a los mexicanos incapaces de criticar, a un gobierno monstruoso y autoritario, de la forma en la que Krauze critica al monstruoso y autoritario gobierno mexicano sin que exista censura de por medio; y la libertad de trabajo que al haberse perdido ha regresado la esclavitud a territorio nacional, donde la ciudadanía entera vive bajo el “arbitrio del régimen arrogante y autocrático”, que los obliga a ejercer su libertad para poder acabar con ella.

    Pero Krauze no se queda ahí, Krauze sabe que cuando hay un cambio interior ese cambio se refleja de forma exterior. Debemos mejorar la política exterior, que se ha tornado “desastrosa, hemos peleado con casi toda América Latina”, y por casi toda debe entenderse que hay algunos países —cuatro para ser exactos— cuyos gobiernos tienen problemas con el actual gobierno mexicano. Cuatro países, nadie debería dudar esto, que conforman casi toda América Latina: Ecuador, Perú, Argentina y Bolivia. Porque, en las peñanietistas matemáticas de Krauze, que al ser historiador no es matemático, cuatro países de veinte son casi toda América Latina. Esto por no mencionar el enemistarnos “absurdamente con España”, insistiendo insistentemente en que siglos después del saqueo, su gobierno y corona reconozcan todo lo que le deben a esta tierra y a su gente y se disculpen por los abusos cometidos en contra de la población de esta tierra que todavía llamamos México.

    A México le urge rescatar ese estado de derecho que se postraba al servicio de los poderes económicos y garantizaba que ningún gobernante atentara, ni por error, en contra de sus intereses. La unión que permita el nacimiento de la consolidada Republica Infocrática Mexicana se hará a partir de reformar la reforma judicial para devolverle al poder ejecutivo, ese gran administrador neoliberal, la potestad de nombrar a los jueces que habrán de velar por los interesados intereses del capital, amparo en mano. El régimen cuatrero —dice Krauze en su breve, pero poco contundente articulo— está obligado a garantizar la unidad de la nación, entendiendo por unidad la exclusión de las mayorías de la participación política, y por nación a un puñado de privilegiados y sus remorar aspiracionistas.

    Entrados en gastos

    Ignorar los cantos de las sirenas krauzianas, que nos prometen un futuro desastroso si seguimos por el camino de querer decidir nuestro propio destino, sólo nos llevará a hundirnos más y más en el fango. Muestra de ello es la terrible tormenta económica —acompañada de inestabilidad social— que está a punto de caer sobre nosotros luego de que el gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa declarara que impondrá aranceles del 27% para las importaciones de México. Ecuador, ese gigante de la economía latinoamericana que representa menor del 1% de las exportaciones mexicanas, le ha dado la espalda a nuestro pueblo, todo gracias a la necedad de nuestro pueblo y sus gobernantes, la necedad de lo que hoy resulta necio.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • La amenazante amenaza trumpista que nos amenaza

    La amenazante amenaza trumpista que nos amenaza

    Aparentemente parece que las súplicas del guanabismo nacional, los conservas más conservadores, la clase no privilegiada que piensa que vivir pagando deudas es un privilegio, los partidos de oposición que se oponen incluso a oponerse y la desorganizada sociedad civil organizada apartidista y simpatizante del partidismo opositor, han sido escuchadas. Aparentemente parece que finalmente cuentan con un ídolo de barro mejor que sus otros ídolos de barro, mejor que la excandidata del PRIAN que pide no se le llame excandidata del PRIAN, mejor que el junior tóxico de la tercera edad, mejor que los miembros desmembrados del Frente Cívico Nacional, mejor que todo lo que han tenido, intentado y/o buscado. Se trata del presidente de otro país, pero no de cualquier país, el presidente de la meca del aspiracionismo mexa, desde que lo mexa es mexa, con X de Sí X México, Va X México y cualquier otra variación mareada que haya abrazado la marea rosa y compañía. Un ídolo de barro —barro gringo— que indirectamente pone sobre la mesa la amenaza de cuatro años difíciles para México, cuatro años que prometen, o eso quiere querer escuchar la opositora oposición, acabar con los cuatreros cuatroteros de la cuatrote y regresar a los idílicos tiempos donde los privilegios eran exclusivos de la clase privilegiada.

    De entrada, el heroico de todo heroísmo segundo gobierno de Donald Trump, ofrece poner en jaque al sistema político mexicano, haciéndolo retumbar en más de uno de sus centros, cuando menos en lo económico, lo político y lo social.

    Desde detener la migración que cruza nuestro país para llegar a Estados Unidos, impidiendo que entre a Estados Unidos y obligando al Gobierno Mexicano a mantenerlos estancados y acinados en nuestra frontera norte, con los conflictos sociales, laborales y de seguridad que ello representa, pasando por la posible posibilidad de deportar a los más de cuatro millones de mexicanos que se encuentran en situación de ilegalidad, y la crisis de desempleo que ello generaría para México, más la siempre latente latencia de cancelar o modificar el T-MEC, afectando las exportaciones a nuestro principal, muy muy principal, socio comercial, y ahogando la economía nacional, que puede ser acompañada de una agresiva política arancelaria que dificulte la labor de quienes viven de la exportación que como mojado cruza el Río Bravo, hasta el celebre amago de realizar una invasión blanda con el pretexto de combatir a los terroríficos terroristas, de todo terror, carteles del narcotráfico mexicano, aniquilando por completo la soberana soberanía nacional y convirtiendo, de facto, a México en el estado 51 —o 52, dependiendo de lo que suceda con Canadá— de la unión americana.

    Sin duda alguna, nada de ello es poca cosa. Pero no nos quedemos ahí, soñemos cosas chingonas, pensemos en grande, ¡vamos por todas las canicas! ¿Por qué conformarnos solamente con que Trump y los Estados Unidos de América desestabilicen a los cuatretors cuatroteros? ¿Por qué consolarnos con que el segundo mandato del magnate inmobiliario, el oligarca modelo de la especulación, se convierta en una piedrita o piedrota en el zapato de Claudia Sheinbaum? No, ¡hay que explotar la amenazante amenaza que pende sobre la cabeza de nuestra nación y llevarla hasta sus ultimas consecuencias! Lo primero que habría que hacer es mandar una comitiva que ofrezca al hijo de Trump, la corona de México. Pero no sólo eso, tampoco debemos conformarnos con que el Golfo de México sea rebautizado como Golfo de América, empecemos a trabajar en el cambio de nombre de nuestro país para que oficialmente sea llamado Republica del Patio Trasero de los Estados Unidos de América. Soñemos como sueñan quienes sueñan con recuperar sus nunca amenazados e inexistentes privilegios, soñemos con que el gobierno de Trump encarcelará a Andrés Manuel López Obrador, a Claudia Sheinbaum, a los políticos de Morena y a todos los mexicanos que neciamente neceamos en no arrepentirnos de haber votado por AMLO o Claudia. Trump como el salvador que nos salvará aniquilando la democracia mexicana.

    Entrados en gastos

    Resulta urgente que asumamos la pavorosa escasez de talento opositor nacional, no tenemos un solo Andrés Manuel bizarro que haga frente a la cuatrote, no se ve un Milei en el futuro cercano de nuestra clase política, Salinas Pliego da más risa que una paleta payaso con las gomitas mal acomodadas, Verástegi está más hueco que Peña Nieto, es la representación gráfica, que no pasa de la grafía, de la extrema derecha nacional. La única alternativa de resistir dignamente el avance de la muy malvada maldad cuatrera, es postrarnos ante el poderío del decadente imperio de los Estados Unidos y el mandamás Trump, ponernos a sus pies y ofrecer todo a cambio de que nos salve de nosotros mismos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • Cambiemos los paradigmas, paradigmáticamente

    Cambiemos los paradigmas, paradigmáticamente

    Pésele a quien le pese, y le debería de pesar a todos los que puedan sentir el peso de lo pesado. Los clamores de las huestes progres buenondistas y de los más aspiracionistas de los aspiracionistas clasemedieros defensores de los conservas que son conservadores porque tienen privilegios que conservar, fueron escuchados por parte de la cúpula cuatrera cuatrotera morenista. Cuando menos por lo que los más desafortunados de los desafortunados, que no están perdidos porque no saben que están perdidos, podrían llamar el Komintern cuatrero del Estado de México, mejor conocido como el Grupo Texcoco, mismo que, en aras de “conciliar, conciliar nuestra historia pasada y conciliar la historia presente”, como bien dijo Horacio Duarte, secretario de Gobierno, del EdoMex, rindió homenaje al exgobernador Alfredo del Mazo González, hijo de Alfredo del Mazo Vélez y padre de Alfredo del Mazo Maza, todos gobernadores priistas de la entidad, por su sexto aniversario luctuoso. Homenaje a quien se opuso al neoliberalismo sin dejar de promover el neoliberalismo, beneficiarse del neoliberalismo y aplicar los principios del neoliberalismo. Homenaje que, según el mismo Duarte deja claro que “los paradigmas pueden cambiarse, sin ruptura, en una evolución que busque aprender de las lecciones de quienes nos precedieron”, y al que asistieron Delfina Gómez, y destacados miembros del nunca neoliberal, siempre inneoliberal, Grupo Atlacomulco: Arturo Montiel, Eruviel Ávila y César Camacho, demócratas de tal talante democrático que no lo parecieron. Homenaje que reconcilia lo peor de todo lo peor que puede tener la política nacional y que, bendición de bendiciones, pone fin a la polarización para inaugurar el transformador fin de la transformación.

    El homenaje al más neoliberal anti neoliberal de los neoliberales, se dio a nombre de los tres poderes del Estado, sin rupturas, sin amagos del molesto y atacado Poder Judicial, sin malas caras de la inexistente oposición que ahora parece más inexistente por ser una oposición aliada a Morena que por no tener representación significativa, ensalzó el legado y la obra física y política de del Mazo González, en un esfuerzo por “no negar nuestra historia sino hilvanarla con el presente y proyectarla en el futuro”, como con sabia sabiduría sostuvo Duarte Olivares, quien participara en la formación del Partido Mexicano Socialista y fuera fundador del Partido de la Revolución Democrática, un político que sabe cómo sobrevivir en un partido que pasa de la izquierda al centro derecha sin hacer gestos, un político que no tiene problema en sostener que la transformación es posible al mismo tiempo que se reconoce a “un hombre [Alfredo del Mazo González]que dedicó su vida al servicio público y al progreso del pueblo del estado de México”, y destacar “su legado, que permanece en la memoria de quienes compartieron su visión de un estado moderno”. Signifique lo que signifique moderno, pero siempre significando algo ambiguamente positivo. Es decir, diciendo nada al apuñalar todo.

    La clausura del esfuerzo transformador, cuando menos en el Estado de México, del cuatrerismo cuatrotero, no pudo encontrar mejor emblema que del Mazo González. Quien no fue candidato priista a la presidencia en 1988 porque —a de la Madrid— le pareció excesivo en sus acarreos y derrochador, en contraste con un Salinas que se conducía con austeridad neoliberal. Excesos neoliberales no neoliberales sino neoliberales de regeneración nacional que le permitieron a del Mazo Gonzáles contribuir como secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal a los esfuerzos privatizadores que afectaron al sector energético, y que contribuyeron a su labora como director de INFONAVIT durante el gobierno de Zedillo, el mismo Zedillo que está preocupado de estar preocupado por que México haya perdido “la categoría de ser un país democrático” ¿La recuperara haciendo homenajes a priistas distinguidos? ¿Ayudaría hacer un homenaje a Calderón por su humanismo antibelicista? El mismo Zedillo que no habla del Fobaproa, ni de los regalos a empresarios.

    Entrados en gastos

    Cuando un movimiento o parte importante de un movimiento, consigue ser infiltrado por sujetos, y un imaginario, ajenos al mismo, nada puede parar su proceso de transformación regresiva de conversión en aquello que nació para aniquilar, cuando el discurso y el quehacer rehúye a la radicalización y sede al pragmatismo electoral políticamente correcto que prioriza la supervivencia por la supervivencia y no la muerte como única alternativa, no hay necesidad de acabar con ese movimiento que acabará por acabarse a sí mismo. Lo único que quedará de él —de empeñarse no ser más que una marca—es una radicalidad desahuciada, donde la transformación se posterga hasta nuevo aviso, y no hay más que apóstatas dogmáticos, anacolutos sostiene que aquello en contra de lo que se luchaba, “no ha extinguido el eco de sus aportaciones. Permanece en el entramado de nuestra identidad [como] protagonista de la consolidación de un proyecto”. Permanece sin importar el color por el que vote la gente. Permanece porque lo único que importa es permanecer, como —con el descaro propio del descarado— sostuvo el socialista Duarte en el homenaje al neoliberal del Mazo.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
  • Narco realismo mágico

    Narco realismo mágico

    Es tanta la ignorancia de quienes ignoran que vivir dentro de un sistema infodémico demanda colaborar activamente y aplaudir irreflexivamente lo que sea que se nos presente como noticia de último minuto, que, tras la fentanilica nota del New York Times sobre los laboratorios de fentanilo del Cártel de Sinaloa, algunos se burlan y hacen memes diciendo que preparar fentanilo es más sencillo que preparar unas enchiladas. No dudo que haya quienes, escuchando este tipo de comentarios, celebren el ingenio mexicano. Lamentablemente, lo que se pierde con la burla del incuestionablemente burdo trabajo de Natalie Kitroeff, Paulina Villegas y Meridith Kohut —dos periodistas de The New York Times y una fotógrafa— es la posibilidad de apreciarlo como una obra de ficción, una secuela impecablemente sosa de la abundante abundancia de obras que nos dejaron García Márquez, Isabel Allende y compañía, de realismo mágico chafa —piensen en El amor en los tiempos del colera— que logró sintetizar la cosmovisión latinoamericana en una serie de lugares comunes de fácil digestión que tanto cautivó al lector no latinoamericano y a cierto sector de los lectores latinoamericanos. Una secuela que bien podría darle un giro a la narco narrativa y reavivar sus ventas desde la perspectiva del narco realismo mágico.

    La influencia de lo peor de lo peor del realismo mágico, la narco literatura y su adaptación a series y películas de Netflix se hace patente desde las primeras líneas del falso reportaje, que no por ser falso deja de ser verdadero, perder valor y reflejar la terrible realidad que quiere que imaginemos el status quo y sus esbirros comentócratas: el cocinero del laboratorio vierte “un polvo blanco en una olla llena de líquido.

    Empezó a mezclarlo con una batidora de inmersión y de la olla surgieron vapores que inundaron la diminuta cocina.” El lector acaba de empezar a leer el texto, del mismo modo que las periodistas acaban de acabar “de ingresar al laboratorio de fentanilo” y ya estamos inmersos en una atmosfera mágico-nebulosa que lo envuelve todo con su misterioso misterio. A partir de ese momento, la realidad no dejara de confundirse con la fantasía y lo pintoresco kitsch del día a día latinoamericano que tanto gusta al consumidor gringo y al aspiracionismo mexicano, sobre todo, si lo puede ver de lejos. El cocinero “solo llevaba un cubrebocas quirúrgico”, porque el narcotraficante y todo su ecosistema es una suerte de supra humano que ha desarrollado “tolerancia a la droga letal”, los vapores más tóxicos le hacen lo que el viento a Juárez, incluso si sólo hay “una pequeña ventana y un pequeño extractor de plástico para ventilar”. La prisa para restablecer la producción luego de que el ejercito desmantelara el laboratorio anterior, no da tiempo para niñerías como la de usar mascaras de gas para protegerse de la exposición tóxica a los químicos.

    Las periodistas narradoras no pierden oportunidad para establecer la atmosfera y satisfacer el morbo de quienes leemos para llenarnos de miedo y confirmar que el diablo sigue existiendo, pero se esconde en las cocinas del centro de Culiacán: “Todo el interior estaba oscuro, excepto por una habitación al fondo, que se encendió con llamas al rojo vivo apenas llegamos.” Los detalles son importantes para que no queden cabos sueltos y el lector se sienta dentro del laboratorio y —al mismo tiempo— como en casa, en la “encimera hay una variedad de botellas de cerveza Corona a medio tomar y contenedores de metal con químicos”. Y, por último, en medio del caos que implica una cocina improvisada para preparar fentanilo, ¿quién no ha vivido ese caos?, en la “pared cercana colgaba una impresión de La última cena, de Leonardo da Vinci”, podrán pensar lo que quieran, pero el significado de tener una reproducción de una obra maestra como La última cena, no tiene precio, al menos narrativamente. Nuestro Señor Jesucristo también estaba en esa cocina, protegiéndolos a todos, cocineros, periodistas, halcones y militares; pero —sobre todo— esperando que los cocineros terminaran de hacer su trabajo.

    Mención aparte merece ese guiño que la historia hace con el spaghetti western, cuando después de la explosión inicial, el fuego y el humo blanco que lo cubrió todo, el ayudante del cocinero principal tiene que salir corriendo de la cocina porque los humos que impregnaron el aire “le pegaron”. Para, minutos después, vuelve con un cigarrillo en mano, pasarle la acetona al cocinero, y seguir trabajando. El crimen no descansa, y lo hace al estilo de Clint Eastwood o Danny Trejo.

    Pero no todo es magia y detalles pintorescos, Natalie Kitroeff, Paulina Villegas y Meridith Kohut tienen claro su oficio, hay que aterrizar la magia en la realidad y salpicarla con un poco de violencia, así sea violencia potencial. Estar en una cocina / laboratorio de fentanilo en el centro de Culiacán no es sencillo, los cocineros aclaran que “al hablar con periodistas se arriesgaban a represalias mortales”, pero de cualquier forma hablaron y se dejaron fotografiar y grabar con el rostro cubierto, aunque dejando ver lo suficiente como para que los puedan reconocer. También estaba el riesgo de que llegara el ejercito y reventara el laboratorio, en ese caso, las instrucciones eran claras: “ustedes se pueden quedar, nomás se tiran al piso […] Nosotros nos tenemos que pelar corriendo”. Lamentablemente, nuestras narradoras nunca nos llevan al clímax del arco narrativo y el ejercito no se hace presente, solo nos enteramos, al final del texto, que alguien aparece en la puerta y le hace señas al cocinero, “con un ademán de cortar el cuello, para que clausurara la cocina.” Una patrulla del ejército estaba cerca de la cocina. El cocinero principal apaga la estufa y salen corriendo, las periodistas, con un poco más de calma y menos experiencia, se quitan el traje protector, toman sus teléfonos, y también salen corriendo. La última escena del relato sacrifica un poco del realismo mágico en aras de un final abierto al mejor y más barato estilo de Hollywood.

    Entrados en gastos

    A pesar de lo expuesto, no faltará quien se niegue a abrazar el relato del falso reportaje e insista en insistir en que hacer fentanilo no son enchiladas. Ahí, y sin duda alguna, considerando a estos escépticos del noble oficio infodémico, es donde las periodistas demuestran su profesionalidad, siendo sumamente cuidadosas y aclarando cada que les es posible que son los cocineros quienes dicen que el montón de polvo blanco era fentanilo terminado, que fue el cocinero principal quien les dijo que las láminas de cristal que formaban una pequeña montaña en una bandeja, eran hidróxido de sodio, ingrediente del fentanilo, y que cocinando fentanilo se han podido comprar coches deportivos, casas y ranchos; además de un helicóptero y un avión pequeño para el equipo de trabajo. Nada de esto es desmentido, pero tampoco confirmado, por las periodistas investigadoras del falso reportaje, no hace falta. El daño está hecho, el virus infodémico se ha propagado en tono de narco realismo mágico.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo. @_bortoni

  • Pedir perdón y suplicar clemencia

    Pedir perdón y suplicar clemencia

    Anuncia Trump en las más creíble y verosímil de sus peroratas histriónicas, que una de sus primeras órdenes ejecutivas consistirá en imponer un arancel del 25% a los productos de México hasta que se detenga el tráfico de fentanilo y la migración ilegal hacia los Estados Unidos. Y la respuesta del gobierno mexicano, lejos de arrodillarse, pedir perdón y suplicar clemencia, es responderle a Trump, a través de una carta que “No es con amenazas ni con aranceles como se va a atender el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas en Estados Unidos”, pero que de ser esa la decisión del próximo presidente de nuestro vecino del norte, “a un arancel vendrá otro en respuesta”. De más está señalar que a la derecha nacional, a sus esbirros comentócratas y a la aspiracionista clase aspiracionista, esto la ha sacudido en lo más profundo de su superficial profundidad. Pareciera, y esto es más preocupante que la carta misma que redactó Claudia como respuesta a Trump, que nuestra presidenta no sabe —como si lo sabe y defiende nuestra opositora oposición— que ser presidente de México no es otra cosa que estar al frente de la Secretaría del Patio Trasero de los Estados Unidos de América.

    Por si fuera poco, la presidenta Sheinbaum no sólo le recetó una sopa de su propio chocolate al amo y señor de nuestros destinos, al único que da y quita y que con el diablo se desquita, al presidente de presidentes, no, también pretendió decirle lo que debe hacer. Me explico, no sólo no se postró y postró al país enteró ante su alteza serenísima, sino que le corrigió la plana y le habló de tu a tu indicándole que si “un porcentaje de lo que Estados Unidos destina a la guerra se dedica a la construcción de la paz y el desarrollo, se estará atendiendo de fondo la movilidad de las personas”, y que la epidemia de fentanilo en los Estados Unidos “es un problema de consumo y de la salud pública de su país”. ¿Pueden imaginarlo? Lejos de responder con esa amable amabilidad arrastrada propia del servilismo que nace convencido de que todo lo que se arrastra tiende a subir, le plantó de frente que el tema de la drogadicción en Estados Unidos no es un tema que competa exclusivamente a México y que lo mejor sería cooperar para resolverlo, y que debería invertir menos en el rentable negocio de la guerra.

    Pero Claudia no paró ahí, no sólo no se puso a temblar con el mensaje de Trump, no solo no se arrodillo ante él, no sólo no le dijo, no se preocupe o sacrosanto representante supremo del decadente imperialismo yankee, nosotros nos encargamos de todo aquello que usted ordene, no, no y más no, también le dijo que si no sabe no opine ¡Por vida de Dios! Tuvo el atrevimiento de evidenciar que Su Señoría Donald Trump miente o desconoce sobre el tema y le dejó saber que “de acuerdo con las cifras de la Patrulla Fronteriza y Aduanas de su país (CBP), los encuentros en la frontera entre México y los Estados Unidos se ha reducido en 75% de diciembre de 2023 a noviembre de 2024” y que “las Fuerzas Armadas Mexicanas y las Fiscalías han incautado toneladas de diferentes tipos de drogas, 10 mil 340 armas y detenido a 15 mil 640 personas por violencia relacionada con el tráfico de drogas.” Pero no sólo eso, también le dejó saber que “Se encuentra en proceso de aprobación en el Poder Legislativo de mi país una reforma constitucional para declarar delito grave sin derecho a fianza la producción, distribución y comercialización del fentanilo y otras drogas sintéticas”, lo que sólo puede leerse como un, revise sus fuentes y de este lado estamos haciendo lo que nos toca. ¿Quién se ha creído Claudia Sheinbaum? ¿La presidenta de un país libre y soberano? ¿La mandataria de un Estado que está trabajando en sus problemas? ¿La representante de un pueblo que no está conforme con ser el patio trasero del imperio? ¡El horror!

    Entrados en gastos

    Para rematarla, en el colmo del cinismo, la desvergüenza y la absoluta falta de gratitud, Claudia le regresó el mensaje al presidente de los Estados Unidos, diciéndole que él “debe estar al tanto también del tráfico ilegal de armas que llega a mi país desde los Estados Unidos, el 70% de las armas ilegales incautadas a delincuentes en México provienen de su país”, cosa que terminó de ofender a los muy sensibles aspirantes a conservadores en conservas, pertenecientes a las poco ilustradas clases aspiracionistas y privilegiadas de nuestro país, quienes inmediatamente espetaron a la presidenta —a pesar de aplaudir el reclamo trumpista de acabar con el tráfico de drogas y contener la migración que afecta a los Estados Unidos— que cómo se le ocurría demandarle al gobierno, del siempre bienintencionado Estados Unidos, ante el cual debemos estar sojuzgados, que resuelva algo que sucede en nuestro territorio y deberíamos resolver nosotros para controlar el trafico de armas ilegales, que resulta ridículo, que al hacerlo demuestra la debilidad del estado Mexicano que, como ya lo dije, entienden como la Secretaría del Patio Trasero de los Estados Unidos.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

  • ¡Trumpistas antitrump unidos!

    ¡Trumpistas antitrump unidos!

    Fieles a la tradicional tradición de preocuparnos por aquello que debemos preocuparnos y levantar polvo por el mero goce de levantar polvo, analistas, políticos y pedestres ciudadanos de a pie de derechas, izquierdas y centros (sí, centros), se manifiesta consternados por el triunfo de Donald Trump para un segundo mandato presidencial de los Estados Unidos de América. Lo que se vaticina vaticinadoramente es el acabose más que el continuose del empezose (Mafalda dixit). En pocas palabras, una nueva era que inaugure el final de los tiempos, “un escenario lleno de pólvora” (Leopoldo Gómez dixit), que “se nos puede volver radioactivo” (Arturo Sarukhán dixit) y “con la bilis este sobre la mesa […] que viene a vengarse en muchos sentidos” (Lorenzo Córdova dixit), es decir; el mal de todos los malignos males. Sumado a ello, la siempre elegante y bien peinada doctora Dresser nos advierte que se trata de “un peligro para México y colocará al gobierno de Claudia Sheinbaum en una postura de enorme vulnerabilidad porque el Trump que regresa es un Trump recargado”. Los años venideros serán negros de una negra negritud o no serán, cosa que resulta paradójica porque por donde se lo mire, si es que alguien puede mirar envuelto en tanta oscuridad, será el final.

    Y es que, como lo hemos dicho con insistente insistencia en este espacio, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y no es lo mismo que la radioactividad trumpista sostenga que va a terminar de construir el muro entre Estados Unidos y México para contener la migración ilegal, al mismo tiempo que expulsará de forma masiva a todos los migrantes cuya situación no se encuentre legalizada, a que la derecha mexicana sostenga que la migración, principalmente haitiana y centroamericana, en nuestro país es un problema que debe detenerse y evitarse; del mismo modo que no es lo mismo que Trump, con la bilis sobre la mesa prometa que acabará con los cárteles de la droga en México utilizando fuerzas especiales dentro del Departamento de Defensa para dañar a los líderes de las organizaciones, a que la opositora oposición mexicana implore porque Trump acabe con los cárteles de la droga en México utilizando fuerzas especiales dentro del Departamento de Defensa para dañar a los líderes de las organizaciones y de paso acabe con la política mexicana de abrazos y no balazos; así como no es igual la trumpista propuesta de poner a los padres a cargo y darles la última palabra en cuanto a los temas, filias y fobias que se deben trabajar en la escuela pública, proponiendo recortar el financiamiento de las escuelas que enseñan teoría crítica de la raza e ideología de género, que el derechista rechazo a la “ideologización” de los contenidos educativos de la Nueva Escuela Mexicana y los libros de texto.

    En la misma línea de las diferencia de lo que resulta evidente que no es igual, es absurdo pensar que la reducción de impuestos, propuesta por el vengativo Donald Trump, que beneficia principalmente a quienes tienen grandes ingresos, es igual de todo igualdad a la constante perorata opositora que se opone a cualquier aumento de impuestos en México a la riqueza y las grandes herencias; o que es igual la promesa trumpista de terminar con la guerra en Ucrania, que la sensible demanda de la siempre bienintencionada derecha mexicana de terminar con la guerra en Ucrania.

    Por otro lado, la preocupante preocupación frente a la maligna maldad trumpista, también encuentra trumpistas antitrump en el extremo opuesto del espectro político mexicano, y la izquierda nacional se encuentra tan consternada como la derecha nacional no nacionalista. Y es que resulta indignante que Trump pretenda proteger el mercado estadounidense aplicando aranceles en contra de toda lógica globalizadora y neoliberal, porque el rechazo a los principales principios del neoliberalismo no es el rechazo a los principales principios del neoliberalismo si se rechaza al norte del Río Bravo que si se rechaza al sur del mismo, el proteccionismo y los incentivos al mercado interno trumpista nada tiene que ver con el proteccionismo y los incentivos al mercado interno de la cuatrote; del mismo modo que es atroz que el trumpismo pretenda aumentar la producción energética estadounidense para garantizar energía accesible a toda su población, y en nada es igual a la búsqueda de la soberanía energética que promueve el gobierno morenista en México. Y eso por no entrar a detalle de lo terrible que resulta esa promesa de obtener atención médica de calidad para el pueblo estadounidense, quienes tienen uno de los peores y más caros sistemas de salud en el mundo, nada tiene ello que ver con la promesa y los esfuerzos que se están realizando en México, que está muy lejos de tener uno de los mejores sistemas de salud del mundo, para obtener atención médica de calidad para el pueblo mexicano. Para concluir, un segundo término trumpista que tanto preocupa a la izquierdista izquierda mexicana, propone no firmar una prohibición federal del aborto, combatir la censura en línea y no contribuir a los esfuerzos imperialistas de la OTAN y su cláusula de defensa colectiva, todo ello en franca y abierta oposición no opuesta a lo que representa la agenda de la izquierda mexicana.

    Entrados en gastos

    Nunca podremos estar suficientemente preocupados frente a lo propuesto por Trump para su segundo mandato, sobre todo, si tomamos en cuenta que el radioactivo próximo presidente de nuestro vecino del norte, en su primer mandato, no cumplió con el 53% de sus promesas, no cumplió con construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos y tampoco hizo que México pagara por el muro, lo poco que se ha construido del mismo se ha pagado gracias a los contribuyentes estadounidenses, tampoco cumplió la amenaza de imponer aranceles a México de hasta 25%, no rompió con la OTAN, no abrió un proceso judicial en contra de Hillary Clinton, y no derogó ni remplazó la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, entre otras muchas promesas que no cumplió. Razones de peso para que nos preocupemos preocupantemente frente a la narrativa trumpista, la cual, entre otras cosas, devela la hipócrita hipocresía liberal que mientras sostiene públicamente estar preocupada por lo que es políticamente correcto decir públicamente que se está preocupado, se ocupa en privado de aquello que resulta rentable y provechoso ocuparse en privado.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.