La semana pasada mencionamos la situación de las agrupaciones que buscan convertirse en partido político para el siguiente año una vez que concluyan los plazos que estipula la autoridad electoral y de las posibilidades reales que tienen algunas de estas para alcanzar el objetivo. Una semana después, verificando el número de asambleas celebradas, queda claro que sólo una de ellas avanza con constancia como es el caso de Construyendo Sociedades de Paz, asociación que celebró cuatro asambleas más el pasado fin de semana en la Ciudad de México, Zacatecas, Campeche y Michoacán.
El número de intenciones de asambleas, así como las canceladas que han sido intentadas por otras organizaciones, pareciera ser el reflejo de lo que buscan en realidad estos grupos que no es precisamente el de llegar a convertirse en partidos políticos que ofrezcan una alternativa para ese grueso de la ciudadanía que no se ve representada ni por MORENA como grupo principal, ni con la desdibujada oposición.
Todo indica que, en el fondo, de lo que se trata es de mostrar músculo que les permita acordar de manera decorosa, ya sea con un bando o con otro a manera de ocupar espacios importantes que les de vida en la participación político electoral y no de cara hacia el electorado que requiere de nuevas fuerzas plurales identificadas con causas. Esto por donde se mire es sumamente lamentable porque otra vez, ya sea de un lado o de otro, lo que les importa es el bienestar de grupo y no los intereses de los demás. Es decir, ¿Dónde quedan para estas organizaciones las necesidades del sector no representado actualmente? ¿Qué valor otorgan a las causas de esos sectores que siguen sin ver logros significativos en sus demandas justas como por ejemplo el campo mexicano? Exactamente en ningún lado, vuelven a ser ignorados porque no es la causa lo que se antepone sino la necesidad de sobrevivir políticamente, aunque en eso se vaya la pérdida de identidad y algunos casos de congruencia ideológica.
Al igual que en la entrega pasada, en este espacio sostenemos que no se trata de mencionar las particularidades de cada organización aspirante, sino de cómo los percibe la ciudadanía pues no se logra comprender cómo, a tan poco tiempo de acabar con el proceso de construcción, no se vuelcan a las calles para tratar de sumar adeptos que se convenzan de la importancia de tener una nueva alternativa más fresca y, sobre todo, más interesada en tener un proyecto que retome los grandes pendientes en este país hasta hacerlos propios y luchar por ellos. Parece que resulta más cómodo alardear en las redes sociales que construir esas redes sociales desde abajo como debiera de ser.
Hace no mucho tiempo, un viejo dirigente muy avivado de los que hoy busca crear un partido señalaba que debiera existir una opción diferente en términos partidistas que represente a los cuarenta millones de mexicanos que no salieron a votar. La narrativa llama la atención, dicho dirigente prefiere hablar de los que no votaron, desdeñando a los que sí votaron y, sobre todo, a favor y en contra de qué votaron, pareciera que se niegan a expresar que los que si votaron, dieron la espalda a un sistema de partidos que llevó a este país al traste. Pero digamos que tiene cierta razón, pues tan importante son los que votan como los que no lo hacen, pero si ese es el caso, la pregunta sería ¿Por qué entonces no aventar el resto a convertirse en esa alternativa y sí a calcular lo que se puede obtener sin llegar a ser partido?
La respuesta no tiene lugar a dudas, resulta más confortante mantenerse en el escenario cachando las migajas de una fuerza ya registrada (aunque desgastada) que les permita el uso de la franquicia para sobrevivir un tiempo más. Sin embargo, estas agrupaciones debieran tomar como ejemplo lo sucedido precisamente a los movimientos como el campesino otrora poderoso: circunscribirse a una fuerza partidista existente abandonando la causa, no tiene otra consecuencia que el fracaso y la posibilidad de extinguirse por completo aún y cuando sigan existiendo motivos para mantenerse en la lucha.
Por esa razón, me parece que Construyendo Sociedades de Paz merece una mención a parte: no por su indiscutible afinidad al proyecto actual encabezado por Sheinbaum que muchos critican, sino porque, guste o no, de manera firme se dirigen a un sector que también exige resultados y que expresa su voluntad en las urnas. Si ese sector se organiza y se estructura desde las comunidades, habrá de representar a un sector amplio capaz de permear en otros, quizá ahí esté la clave.
- Luis Tovar
Secretario General de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente.

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