¿Cuánta fuerza de ataque le queda a la oposición, aunque no ha empezado la batalla real? El dicho dice que no hay que gastar la pólvora en infiernitos, pero parece que nuestros opositores no midieron sus fuerzas y, con tal de parecer poderosos, han estado gastando sus balines en nada.
Desde el momento en que decidieron que era buena idea impulsar a la señora X como candidata, a sabiendas de ser una persona sin ningún respeto por la investidura de funcionaria pública y que tuvo la osadía de “influir” en la voluntad de la comunidad constructora-empresarial para impulsar sus negocios familiares; y que para acceder a dicho nombramiento, los partidos que antes eran antagonistas naturales (PRI-PAN-PRD), se inventaron una especie de alianza ideológica con la cual se cuentan una justificación que ni siquiera ellos pueden creer, entendemos que la fuerza del dedazo, perdón, de la elección de un consejo sacado de cualquier lado, necesita de muchas agarraderas para poderse sostener.
Debido a que el armador de este esperpento pseudopolítico, el señor X, pertenece al empresariado mexicano, se cuenta con el elemento que compra todo lo que la legitimidad política no alcanza a adquirir, y por consecuencia, financian a los medios de comunicación que no sienten asco al mentir o difundir bulos, o a fabricar narrativas con las cuales buscan revertir el avance del pueblo en la vida democrática nacional; también patrocinan los bufetes jurídicos que han hilado amparos, suspensiones y reveses judiciales bajo la “independencia que tienen de los otros dos poderes” -y del pueblo, desde luego- y, por consecuencia, son los firmantes del lawfare, o golpe blando que han orquestado en un intento continuo de desprestigiar al Presidente y sus acciones como jefe del Estado Mexicano y figura moral de un movimiento que trasciende al partido que, desde inicio de septiembre, encabeza técnicamente, Claudia Sheinbaum, como Coordinadora de la defensa de la Cuarta transformación en el país.
Acostumbrados a las historias forzadas, de esas en que la cenicienta resultaba la dueña del pueblo ficticio en que se gestaba la novela, y ante la evidencia del avance del verdadero pueblo en la toma de decisiones y la reconstrucción del país, pensaron que, si ya nos habían convencido con un “presidente del cambio”; con una elección “haiga sido como haiga sido”, y con un “telepresidente” poco-seso, imaginaron que bien podrían volvernos a envolver con una de esas historias melosas, en que una persona de origen improbable, sin ninguna oportunidad de triunfar, había logrado pasar del arrabal a las Lomas vendiendo gelatinas y derramando carisma, aunque omitiendo, desde luego, la pérdida de la dignidad y la honestidad a lo largo del camino.
Y también familiarizados con la fabricación de trayectorias fantásticas y montajes, y comprado el control de los medios y las narrativas, no pensaron que la vida real de la señora X la iba a alcanzar y menos, que se descubrían todas las transas que le proporcionaron negocios al amparo del poder, así que, en aras de hacer control de daños, empezaron a lanzar todo su arsenal mucho antes, incluso, de que empezara la precampaña y a estas alturas, para poder reagrupar las migajas que quedan de su flamante candidata empiezan a desesperarse, enfilando sus baterías para desprestigiar a Claudia Shienbaum, a pesar de que su trayectoria como persona, funcionaria y académica ha sido investigada a profundidad.
Es evidente que no ha sido suficiente atacar judicial y mediáticamente cada logro de nuestra #4T, y vaya que no han escatimado en amparos contra el Tren Maya o el Aeropuerto Felipe Ángeles, la Refinería Dos Bocas y la soberanía energética; que tildan de inservibles los resultados del programa Sembrando Vidas y de clientelismo a los programas del Bienestar para ver si de pronto, la ciudadanía se olvida de todos los agravios que significó haber padecido sus adminisTRAICIONES, y ahora, como si se tratara del manual fallido de tontas trampas del coyote y el correcaminos, se les ocurre la fantástica idea de poner el tela de duda la legitimidad del título y tesis de la Doctora (en ciencias), Claudia Sheinbaum.
El título de la ingeniera, obtenido casi tres décadas después de haber cursado la ingeniería en computación, se obtuvo por la presentación de un informe de “práctica profesional”, lo que implica que se haga patente ante un jurado, el impacto que se logró al aplicar las técnicas y conocimientos adquiridos en el transcurso de la carrera. Pero la sustentante, entregó un documento en que se vaciaron párrafos enteros de múltiples manuales y tesis y sin ningún pudor, se adjudicó su autoría. Para demostrar que ella es corrupta, pero otros lo son más, se lanzaron con la iniciativa de “exhibir” a la Doctora, con la falsedad de sus citas y el desarrollo de la teoría acerca de la transferencia de calor en una estufa de leña que, además, no genera dióxido de carbono, postulando sobre tesis de diversos físicos a los que cita como fuente principal de su investigación.
En un elegante post de aclaración a los dichos del parásito de la UNAM, Guillermo Sheridan, y los periodistas chayoteros que están felices de desacreditar a la morenista, Claudia les proporcionó una explicación lo más humilde posible, para ver si entienden que las diferencias abismales no se solventan con montajes televiseros, y que intentar la nueva vieja confiable de iniciar una investigación académica en la Universidad, no les funcionará esta vez para descarrilarla, como casi les sirvió para que la ministra Yasmín Esquivel fuera defenestrada de su encargo en la Corte, porque además de que la trayectoria que la respalda está plenamente certificada con los avances jerárquicos en el sistema de investigadores de la propia Casa de Estudios y más aún, a pesar de no haberlo señalado: fue parte de un panel de expertos internacionales de la ONU, que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, en 2007.
Para nuestro país, la legitimidad es desde 2018, un elemento imprescindible en cada aspecto de nuestros representantes. Por eso, ya no funcionan los artilugios explosivos de la oposición, con que quieren asustarnos. No servirán el oropel y las historias de éxito de una persona bajo el huipil porque ya no nos identificamos con la simulación democrática que nos quieren vender como la salvación que los regrese al poder.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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