Este es el retrato político de 2 figuras que han pretendido homologar, por más que las diferencias hablen por sí mismas: tenemos a un López Obrador que llegó a trabajar con la gente de Tabasco; ese joven que, a pesar de su militancia con el único partido existente en aquel entonces en la entidad, entendió que la virtud está en el servicio mismo y no en el poder. Rompió con los modos priístas para no caer en los vicios de protecciones del fuero, pero le siguen reprochando el pasado tricolor. Para 1988, cuando a virtud del asqueroso fraude se determinó políticamente que el ganador había sido Carlos Salinas de Gortari, hombres y mujeres de alta valía unificaron a los movimientos de izquierda para formar el partido de la Revolución Democrática, que para 1989 inició como una resistencia lógica contra el régimen neoliberal que se cernía y que se implantó sin respeto y por todos los medios con el autoritarismo que caracterizó la falta de legitimidad de Salinas.
A 36 años, damos fe de los nefastos resultados que trajo a México y al mundo. El entonces PRD, en poco tiempo se convirtió en una opción verdadera de cambio, pero que bien poco duró con ese espíritu de unión porque las ambiciones personales de muchos que lo conformaban fueron haciéndose cada vez más evidentes. Sólo el liderazgo de Andrés Manuel logró un crecimiento real para convertirlo en el partido político que contendría de frente con el inamovible PRI que tenía prácticamente 80 años de gobernar México y que, en las últimas elecciones presumía de una campaña a presidente en solitario, -José López Portillo- y otra con un fraude, el de Salinas de Gortari.
Así, el PRD tenía a grandes líderes y una causa real. Cuando Andrés Manuel llegó a dirigir el partido, fue la época en que más diputados y senadores se habían obtenido a través del partido del sol azteca, y él gobernó el DF, siendo el segundo mejor calificado del mundo, solo por debajo de Giuliani, que gobernaba Nueva York durante el ataque a las Torres Gemelas. Y como contendiente natural a la presidencia, se enfrentó a los intereses del PAN con Fox, quien lo atacó por medio del IFE; el Poder Judicial y la Corte, para impedir que llegara a la candidatura. Su propia trayectoria y congruencia no sólo revirtieron el desafuero, sino que se hizo expansivo el efecto AMLO. Tras el fraude de 2006, que se demostró con varios estudios y que lograron ocultar por la destrucción de las boletas que lo confirmaban, el nombre y congruencia de AMLO mantuvieron las preferencias del PRD en el legislativo y gobiernos locales.
Para la siguiente candidatura, la cosa fue diferente. ¿qué pasó para que Andrés Manuel dejara este partido? ¿por qué se rompió? simplemente porque quienes empezaron a ser los líderes, ahora conocidos como “los chuchos”, junto con otros personajes como Acosta Naranjo, tenían más ambiciones que ideales, porque buscaban poder dentro del partido para apoderarse de posiciones políticas y de curules en los congresos porque tenían más intención de replicar las viejas fórmulas del PRI, que de continuar por el método de la democracia, aun dentro del partido, produciendo quema de urnas, toma de casillas y anulando la elección del nuevo presidente del partido, en 2008. Esto continuó fraccionando lo que quedaba del PRD.
Ante esta descomposición, para 2012, Andrés Manuel inició el Movimiento de Regeneración Nacional, pero no en un capricho de querer ser nombrado en el poder como una idea de “lo merezco y voy a luchar porque quiero ser presidente”. Ya había probado, a pesar del fraude de 2006, que había contendido y ganado la presidencia de la República. Ante el debilitamiento moral y político del PRD, los legisladores se fueron adhiriendo a las posturas del PRIAN y, durante el peñato, inclusive fueron capaces de votar a favor del Pacto por México.
Cuando morena saltó a la palestra pública, se conformó con hombres y mujeres que comprendieron que la ambición por puestos públicos no es el eje del ejercicio del poder, sino ejercerlo a través del voto de sus representantes. Por ende, las ambiciones presentes de Marcelo Ebrard, chocan de frente con los ideales que nos hemos ido forjando de quien debe ser un líder.
Ahora vamos a la comparación de la segunda figura del retrato: Marcelo Ebrard, que llegó a la política, también del brazo del PRI, pero de la mano de Manuel Camacho Solís, que como priísta de cepa ejecutó todas las artes propias del priismo y que las heredó a su aprendiz Marcelo Ebrard, quien sucedió a Andrés Manuel en el gobierno del DF, a virtud de ser colaborador dentro del gobierno y como militante del PRD. Para 2012, en la contienda interna del PRD, los posibles contendientes con Andrés Manuel eran Marcelo Ebrard, Amalia García y Leonel Godoy; depende de quien cuente la historia, se dice que Marcelo “graciosamente ofrendó su triunfo” Andrés Manuel, para que fuera quien contendiera para la presidencia de 2012. En realidad, si se tiene en cuenta la historia desde la militancia, entendemos que fue el carisma y cercanía con el pueblo, lo que llevó a AMLO, ser el representante del PRD.
Al término de su gobierno en el Distrito Federal, no se quedó en nuestro país para dirimir todas las posibles acusaciones políticas que hubieran podido manchar su hoja de vida y se fue a París, y durante años olvidamos su existencia. En ese entonces, no construyó un liderazgo político, ni resistió los embates judiciales, ni tampoco tuvo la oportunidad de limpiar su nombre transparentando su trayectoria. AMLO lo revivió, regresándolo a la política mexicana como Secretario de Relaciones Exteriores, desde donde se construyó el nuevo liderazgo con que sustentó su aspiratura como coordinador nacional del movimiento, sin embargo, los encuestados votaron por una coordinadora con trabajo de treinta años de militancia activa.
Al fin de su no-coordinación propuso la creación de una Asociación Civil que sigue protegiéndose en el nombre, la militancia y la fuerza política de morena y para exigir que se le entregue la candidatura a presidente (sin pasar por la monserga de coordinar al pueblo), o si no, los diputados que hasta este momento lo están apoyando, votarán como los panistas, en contra del Presupuesto de Egresos 2024, demostrando que lo suyo, es el chantaje y la “negociación de la presidencia”, porque como ha dicho, él no está para senadurías ni papeles menores.
Así, la fotografía retrata a dos personajes distintos por completo: el líder que ha sido pueblo y caminado de manera auténtica, resistiendo fraudes, ataques, construyendo una democracia real, y el que perdió, aunque está simulando que triunfó y que hubo fraude, a pesar de que ni los números ni la militancia aceptamos una imposición, ni la mentira de que nuestra coordinadora es imposición ordenada desde el poder.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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