Las políticas laborales no son un tema más en un gobierno; se ubican entre las acciones de mayor relevancia que deben realizarse en favor del pueblo gobernado. Junto con la seguridad, el sector laboral es determinante para que una población tenga una buena calidad de vida.
Durante el periodo neoliberal, las políticas laborales siempre favorecieron al empleador, nunca al trabajador. Durante estos gobiernos, se permitió que el outsourcing ingresara a nuestro país, se estancó el salario mínimo, se crearon pensiones de hambre y se quitaron derechos laborales, entre otras medidas que incrementaron la pobreza y la brecha de desigualdad en México.
Del año 2000 al 2018, el salario mínimo en nuestro país se redujo en términos reales. Aunque aumentaba nominalmente, siempre lo hacía por debajo de la inflación, resultando en un poder de compra cada vez menor para los mexicanos más pobres. Además, durante este periodo se flexibilizaron los horarios laborales. A pesar de que la constitución establece que la jornada laboral no puede superar las 48 horas, los gobiernos neoliberales permitieron que los empleadores abusaran y que el trabajador promedio en México laborara más de 60 horas por semana.
En el año 2018, último del periodo neoliberal, México era el país cuyos ciudadanos pasaban más tiempo en sus trabajos de toda la OCDE, tanto en la realidad de más de 60 horas como por la ley que marca 48. Además, nuestro país tenía uno de los salarios mínimos más bajos, con 141 USD mensuales, en contraste con los 1,923 USD de Luxemburgo o los 1,498 USD de Francia.
A la llegada de López Obrador, las políticas en materia laboral cambiaron radicalmente. El salario mínimo, que era de 88 MXN al inicio de su mandato, alcanzó los 249 MXN en 2024, último año de su gobierno. En la frontera norte, el salario mínimo llegó a 374.89 MXN. Además, se reguló el outsourcing, que tanto daño ha causado (y sigue causando, hasta que se elimine completamente) a los trabajadores. También se están realizando esfuerzos para mejorar la situación de las pensiones en México, con el objetivo de que los trabajadores se jubilen dignamente, dejando atrás el modelo neoliberal que los habría llevado a retirarse con apenas el 30% de sus ingresos mensuales obtenidos durante su periodo laboral.
En este contexto, además de la necesidad de seguir aumentando el poder adquisitivo de los trabajadores, se volvía crucial reducir el tiempo que los mexicanos pasan en sus trabajos. Sin embargo, ya no le alcanzó el tiempo al actual presidente. Por ello, el movimiento por las 40 horas comenzó a presionar a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. No obstante, en la conferencia de prensa del 10 de julio, Sheinbaum dijo que las prioridades de Morena y sus aliados en el Congreso serán las 20 reformas promovidas por el presidente López Obrador, así como impulsar que los programas sociales lleguen a nivel constitucional, dejando de lado la necesidad de reducir la jornada laboral.
“Ahora tenemos las 20 reformas que planteó el presidente… el tema de las 40 horas lo vamos a seguir trabajando. Es importante que se siga avanzando. En la medida de lo posible, así como fue el aumento al salario mínimo… se trata de seguir trabajando en consenso con las representaciones de los trabajadores y el sector empresarial, pero seguir avanzando en los derechos de los trabajadores”
Claudia Sheinbaum, 10 de Julio
Es de suma relevancia recordar que la reducción de la jornada laboral es necesaria para hacer digno el trabajo de los mexicanos. Las políticas laborales en favor del trabajador no solo son un tema más, también se han presentado como una necesidad gritada por el pueblo mexicano en los últimos años, dejar de hacer validos los llamados populares sería el equivalente a alejarse del pueblo. No podemos poner por encima las reformas prioritarias para el gobierno (por más necesarias que sean) por encima de un clamor popular.
Debemos presionar para que esta reforma sea un hecho, los avances en los derechos de los trabajadores siempre han sido por presiones de estos, nunca por el beneplácito del sector empresarial. Se debe comenzar a actuar para que la obligación de “mandar obedeciendo” sea un hecho con Claudia Sheinbaum al igual de como lo está siendo con López Obrador en materia laboral. Al final, la orden de reformar las 48 horas laborales es emanada del pueblo, por ello se convierte en una obligación, hacer caso omiso es dejar de lado el precepto “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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