Felipe Rodríguez Salgado, conocido como “El Cepillo” y señalado por la antigua Procuraduría General de la República (PGR) como uno de los autores materiales de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, fue reaprehendido este viernes en el municipio de San Marcos, Guerrero. Su captura, llevada a cabo por agentes de la Fiscalía General de la República (FGR), es vista como un paso importante en la búsqueda de justicia y verdad para las víctimas de este caso emblemático.
Rodríguez Salgado se encuentra actualmente en la subsede de la FGR en Acapulco, Guerrero, mientras se define su situación legal.
En su momento, la PGR identificó a Rodríguez Salgado como una figura clave en la narrativa de la llamada “verdad histórica”, y lo señaló como el segundo al mando del grupo criminal Guerreros Unidos en Iguala, detrás de Gildardo López Astudillo, alias “El Gil”. Según declaraciones de Jonathan Osorio Cortés, alias “El Jona”, “El Cepillo” dio la orden de bajar a los normalistas en el basurero de Cocula y habría ordenado su ejecución.
Liberación y reaprehensión: Un paso hacia la justicia
En septiembre de 2018, “El Cepillo” fue liberado junto con otros siete integrantes de Guerreros Unidos debido a la falta de elementos, después de que un juez excluyera declaraciones obtenidas bajo tortura. Esta liberación representó un duro golpe para las familias de los normalistas y un revés en la búsqueda de justicia.
La reaprehensión de Rodríguez Salgado marca un nuevo capítulo en el caso Ayotzinapa, en línea con la promesa de la 4T de esclarecer los hechos y garantizar un proceso judicial transparente y apegado a la ley. “El Cepillo” no solo es una figura emblemática del caso, sino un recordatorio de los desafíos que enfrenta México para erradicar la impunidad y asegurar que el sistema de justicia funcione para las víctimas y no para los perpetradores.
La administración actual ha reiterado su compromiso con una impartición de justicia que no deje lugar a dudas y que priorice la verdad en el caso de Ayotzinapa, rechazando cualquier método que implique violaciones a los derechos humanos, como las confesiones obtenidas bajo tortura, que marcaron las investigaciones del pasado.
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