La propuesta del PRI es tan absurda como peligrosa, aunque congruente con sus deseos de dar un golpe de Estado para recuperar el poder.
Este partido en decadencia propuso al Senado una reforma a la Constitución para establecer que la persona que quede en segundo lugar en una elección presidencial obtenga una senaduría de forma automática, con el propósito de que quien resultara perdedor de unos comicios podría seguir participando en la política del país e impulsar los asuntos de interés para quienes votaron por él.
Al mismo tiempo que acaba con el sistema de partido coloca al segundo lugar con más poder porque contaría con dos connotaciones de aceptación popular. El segundo lugar electoral para alcanzar el Poder Ejecutivo y la representación en el Poder Legislativo.
Ponderar el segundo lugar en las elecciones presidenciales implica desgastar el primer lugar en cuanto hegemonía. Un movimiento social como Morena, tiene en su segundo sexenio, la posibilidad de consolidar un proyecto y no puede compartir el poder en ese contexto.
Las bases de otorgarle trascendencia al segundo lugar, es como dividir los premios en medalla de oro y de plata, como si se tratara de un potencial deportivo, físico y no mental y, sobre todo, de conciencia. No se trata de un esfuerzo individual sino de la confianza que el pueblo deposita en el primer lugar que hace evidente su rechazo hacia el segundo lugar. A menos que sean elecciones reñidas que, desde ahora se sabe que no habrá una competencia cerrada y mucho menos resultados cercanos en el conteo de votos.
La importancia que quiere imponérsele al segundo lugar también crea vulnerabilidad en el actual presidente, quien, después de la jornada electoral estará cuatro meses ene l poder y de esta fragilidad puede aprovecharse la derecha para irrumpir con un golpe de Estado para desacreditar a la actual administración y desconocer las elecciones.
Es la fuerza que necesita una golpista, desde luego con la ayuda del Poder Judicial, ya preparando golpeteos en ese sentido. Doble fuero, blindada ante cualquier reclamo popular y con la anuncia de los ministros, magistrados y jueces, sobre todo con los miembros que legitiman los golpes que desde ahora se prepararan con consultorías y despachos para consolidar dicho ilícito, como es el caso de la empresa Pente Soluciones, integrada por ex miembros radicales, de ultraderecha, del INE, como Edmundo Jacobo, Carlos Alberto Ferrer, Emilio Buendía y Gabriel Mendoza, Javier Naranjo, extraña la presencia de Marco Antonio Baños, quien se alquiló para imponer en la gubernatura de Tamaulipas a El Truko Verástegiui.
Agrega: “Incorporar esta figura como senador, puede ser una forma de que ese segmento de la votación federal cuente con representación en la Cámara que salvaguarda el pacto federal. Fortalecería la deliberación democrática del Senado con una visión que, sin resultar mayoritaria a nivel nacional, significó una parte importante de las preferencias ciudadanas”.
La visión de los vencidos se muestra rebelde ante su destino en estas elecciones, pero, al mismo tiempo, se prepara para tomar el poder por asalto a partir de una doble representación popular que rescate al perdedor, al mismo tiempo que lo incorpora al Senado, incluso con posibilidades de coordinar su fracción parlamentaria, desde donde seguramente, tarde o temprano podría encabezar la Jucopo, desde donde podría producirse el golpe de Estado.
La iniciativa del PRI plantea reformar los artículos 56 y 71 de la Constitución para darles una de las 32 senadurías plurinominales que tiene ese órgano legislativo; sin embargo, no son las únicas leyes que se modificaría, ya que en cuestión electoral afectaría a varios artículos y al órgano interno del Senado lo tendría que transformar a fondo. No es una propuesta que pueda resolverse rápido, sin embargo, cuando se trata de dar un golpe de Estado basta con proponer una iniciativa que les favorezca para actuar sobre esa iniciativa como si se hubiera aprobado con una mayoría aplastante ene l Poder Legislativo que se pretende mayoritaria con la ayuda de los desertores encabezados por Marcelo Ebrard.
En el Senado, Morena y sus aliados tienen 60% de los asientos por 25% del bloque PAN-PRI-PRD. En la Cámara de Diputados, la relación es 55% a favor de Morena contra 39.4% de la oposición; sin embargo, es donde entran en acción los centaveados seguidores del ex secretario de Relaciones Exteriores.
Será una especie de pleonasmo de la representación social. Una fusión de poderes y una alternativa de sobrevivencia de quien rechaza la población. Pero, sobre todo, la plataforma de despegue para un golpe de Estado.
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