Si los precandidatos a la candidatura de Morena a la Presidencia de la República pudieran ir más allá de su propio protagonismo podrían fortalecer, con más ideas que críticas, el movimiento de Morena, diferentes corrientes que confluyan en acción y pensamientos políticos, que depuren diferencias y fortalezcan coincidencias, dentro de un marco teórico propio.
Sería dañino crear tribus como sucedió con el agonizante PRD, pero se busca el trabajo teórico ideológico que es uno de los vacíos de Morena, habrá que darle solidez al partido en el poder antes de que deje de serlo.
A Morena le urge un pensamiento político que lo identifique en la historia. Su líder abrió caminos con sus pasos, y esto puede ser el principio del fin de Morena si no se construyen puentes para seguir trabajando por el mismo camino. Alterar, aunque sea un poco, arrojaría una grieta que anunciaría el fin; el surgimiento de una mutación que se dirija a la derecha iniciaría su derrumbe. Sin ortodoxias pero sin lejanías que contradigan los objetivos esenciales.
Hace falta profundizar en lo que se hizo y no llevarlo únicamente como referencia, porque el partido no es un contendor de apoyos sociales a un proyecto que todavía no se desarrolla por completo. Por ejemplo, en la batalla interna por la candidatura, nadie puede pensar que haya cambios en las preferencias respecto a sus favoritos en la contienda pero sí pueden mostrarse fragilidades en los contendientes. Aunque las posturas están muy claras no faltarán deslices que descubran deslealtades o distanciamiento del camino. La sociedad debilitará a los frágiles, y fortalecerá los proyectos más sólidos de aquí al tiempo de las encuestas.
Los méritos, las virtudes y los defectos surgen descarnados en cada acto de esta acción de defensa de la 4T que ha servido para develar verdaderas personalidades y, sobre todo, su auténtica ideología, que durante estos casi cinco años algunos supieron disfrazar de progresista, cuando en algunos no existe.
Si se sostiene un proyecto propio, producto de la observación meticulosa de la sociedad, durante los 72 días de interacción con el pueblo, se reunirían factores que darán solidez; sin embargo, a pesar de todo, lo que hace falta es definición, y no sólo puede ponderarse el blindaje electoral.
La reducción del trabajo partidista se muestra en el hecho de que desde 2018 Morena no tenía programa de credencialización para la militancia, transcurrieron un par de años con el padrón secuestrado, a pesar de que su actualización nunca debió detenerse, su suspensión acusa división, enfrentamiento pleito interno.
Ganar elecciones es importante, pero darle al resultado de las urnas rumbo y un objetivo claro en la teoría y en la práctica, en lo ideológico y en lo administrativo es la parte que sigue mostrando vacíos que pueden llenar agentes extraños de derecha aún dentro de Morena, que, como cáncer puede crecer al interior, sin que muchos lo adviertan.
La unidad que se busca no es la cohesión de la familia revolucionaria que el PRI convirtió en mafia, ni en la unidad efímera de un caudillo. Se trata de darle forma y pensamientos a las acciones que en su necesidad de transformar cayeron en un pragmatismo sin respaldo partidista, ideológico, o de pensamiento progresista incluso de izquierda.
Por otra parte, la tarea de establecer una ideología propia de la 4T se ahuyentó ante la instancia monotemática de la oposición de llamarle comunismo al actual régimen, y ante el temor de ser catalogado de esa manera se abandonó el trabajo de otorgarle una idea sólida que respaldara cada acción y regalarle a cada acción una explicación y un rumbo donde la sociedad sea origen y destino.
El reduccionismo corre el peligro de hacer de las corrientes progresista, populista, de izquierda, de culto a la personalidad, capillas míticas con los nombres de tribus ebradorisras, claudistas o adanistas. Es momento de crear pensamientos propios de la 4T, amalgamarlos a partir de las propuestas de sus líderes, mostrar que en realidad hay más unidad que guerra sucia.
Si hacemos historia debe tomarse en cuenta que en México la imparcialidad, la neutralidad o el centro político nunca ha existido, hay demasiados intereses para evitar una radicalización de las ideas, y será a partir de este hecho que existen vacíos desde donde pueda establecerse una idea propia de lo que se hace, para establecer acciones con ideas claras y sólidas, que traspasen sexenios, incluso que trascienda la historia contemporánea.
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