Con el respaldo de la Presidenta Claudia Sheinbaum, Pablo Gómez —figura histórica de la izquierda mexicana— ha sido designado para encabezar la transformación del sistema político-electoral del país. Asegura que esta propuesta no repetirá el “Plan A” de López Obrador y que la ciudadanía será consultada directamente para definir el rumbo de los cambios.
“Vamos a ejercer nuestra fuerza política, no será un pacto de cúpulas”, declaró Gómez en una entrevista para El País, dejando claro que se buscará escuchar todas las voces, pero sin que ello impida que la mayoría gobernante avance con firmeza. El objetivo, dijo, es claro: una reforma de Estado, que transforme la representación popular, el financiamiento de partidos y la estructura de las autoridades electorales.

Entre los puntos clave que se analizan están la posible desaparición de los plurinominales, la eliminación del fuero constitucional, la reducción del gasto público en partidos y hasta la elección popular de consejeros del INE. Además, Gómez propone implementar primarias obligatorias para definir candidaturas, como ya ocurre en otros países.
Respecto a las críticas de la oposición y partidos aliados, Gómez fue enfático: “No habrá encerronas de cuatro personas que decidan por todo México. Todos serán invitados al debate, pero la decisión final la tomará la mayoría con base en lo que el pueblo diga”.
Aunque aún no hay un borrador oficial, el diseño de la iniciativa ya está en marcha. La comisión que coordina Pablo Gómez presentará su plan de trabajo la próxima semana. El consenso con partidos como el PVEM y PT será clave, pero Gómez confía en convencerlos de que el país necesita una transformación real del sistema electoral.
“No se va a tocar la autonomía del INE, pero sí se va a discutir cómo funciona. Esta reforma no es un retroceso democrático; es una exigencia del pueblo”, concluyó. Así, México se encamina a una de las reformas más profundas de los últimos tiempos.
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