Más de un panista estará feliz con la designación de Ron Johnson como embajador de Estados Unidos en México, ya no tendrán que viajar a Washington para quejarse con los funcionarios públicos del vecino país, más conservadores, tendrán uno en casa.
Ron es capaz de armar un golpe de estado suave o no tanto, y es probable que esa sea su misión en estas tierras.
El nuevo embajador, se anunció en tono de advertencia desde la oficina de Trump, que trabajará estrechamente con el Secretario de Estado, Marco Rubio, hijo de cubanos de Miami, radical ultraderechista con anhelos obsesivos por la Presidencia de su país adoptivo, quien hace unos meses, responsabilizó al ex presidente Andrés Manuel López Obrador de “entregar México a los cárteles de la droga”.
La figura del embajador estadounidense, a quien todavía n o torga el beneplácito la Secretaría de relaciones Exteriores, invita a recordar a uno de los más oscuros e injerencistas embajadores de este país en el nuestro, el londinense John Dimitri Negroponte, también agente de la CIA y embajador en Honduras, mientras que Johnson lo fue de El Salvador, desde donde apoyó a Nayib Bukele.
Cuando Estados Unidos envía un espía como embajador en lugar de un diplomático expresa una política más cercana al enfrentamiento que a la armonía. Nunca se imaginó Trump tener vínculos con na presidenta mujer al sur de su frontera. En su gabinete habrá menos del 10 por ciento de mujeres, La película “Ella dijo”, relata a un Trump no sólo machista y misógino sino acosador y agresor sexual, así como represor de la libertad de expresión. Basada en reportajes del New York Times.
Negroponte ingresa a la CIA y lo mandan a Vietnam, a cargo del Programa Phoenix, finalmente forma parte de las negociaciones de los acuerdos de París en 1973 junto con Henry Kissinger.
Negroponte fue objeto de controversia mundial al descubrirse en los años 1970 y 1980, sus actividades ilícitas en Latinoamérica, en general y en particular en Nicaragua, dirigió operaciones de la “contra”, iniciada por Reagan y continuada por Bush, padre, desde su puesto de embajador en Honduras, armando, equipando y entrenando a la Contra con ayuda de Otto Reich, un funcionario del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Con este apoyo, lo “contras”, trataron de vencer al gobierno de Nicaragua, provocando la muerte de más de 50,000 personas, empleando métodos como la tortura, la desaparición y las masacres en masa contra la población civil.
Al final de los años ochenta se convierte en embajador en México, desde donde realizaba labores de espionaje de Latinoamérica, en México no tuvo problemas durante su gestión porque sabía que más de un funcionario público del régimen de Carlos Salinas se ofrecería para agradar al vecino del norte. Llega a la embajada de avenida Reforma el 7 de marzo y se va, con la cola entre las patas, el 5 de septiembre de 1993, prácticamente todo el sexenio salinista fue embajador.
Luego del atentado contra las Torres Gemelas fue nombrado por George Bush embajador ante la ONU, y más tarde en Irak en abril de 2004 después de la caída de Saddam Hussein. Guerras que el vecino país perdió desde Nicaragua hasta Irak.
El 17 de febrero de 2005 fue nombrado jefe del nuevo Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos por Bush, para evitar errores de inteligencia como los del 11 de septiembre.
Fue nombrado por unanimidad en el Congreso, “persona non-grata”, por su intervención en la invasión a Panamá y “armar guerras”, crear guerrillas internas y golpes de estado.
Uno de los hechos más sangrientos promovidos por la CIA en América Latina es la guerra contra la Revolución Sandinista, desde entonces se lleva a cabo la campaña de fake news contra el país centroamericano. Esta guerra ha impulsado varias películas donde la injerencia de Estados Unidos es evidente, hacen sutil referencia, sobre la cual se han filmado varias películas, donde aparece tanto Reagan como Bush nutriendo de armas y asesoría a los contras con dinero producto del narcotráfico, mientras la esposa de Reagan, Nancy, cuyo eslogan es Just say no, (Sólo di no) refriéndose a una aparente guerra contra las adicciones.
Ahora, con la llegada de Johnson se espera una piedra en el zapato en la administración de Claudia Sheinbaum con la presencia de este oscuro personaje. Su simple nombramiento es un claro mensaje a la presidenta mexicana de poca armonía y muchos problemas, un aviso que muestra un cambio radical en la relación entre ambos países, ante lo cual debemos tener presente las palabras del senador tabasqueño Oscar Cantón Zetina, quien dijo: “China podría sustituir a Estados Unidos como primer socio comercial”.
Ya que su perorata no tuvo efecto en la política mexicana, ese nombramiento es un mensaje, un presagio, incluso una amenaza de Trump, todo un viajero en el tiempo que intenta crear su propia guerra fría y al intentar seguir viendo a América Latina el patio trasero de un imperio que se derrumba.
No son los aranceles lo que le preocupan a Trump ni el repunte de la economía estadounidense, es que no soporta tener de vecino un país progresista. Le parece una falta de respeto, una irreverencia a la supremacía de quienes nunca fueron poderosos, pero él pensó que lo serían de por vida.
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