La reforma electoral, cuyos debates se realizan para conformar la transformación de las votaciones, arrojará una oposición castigada, no sólo con la modificación o desaparición de plurinominales sino con el presupuesto, entre otros peligros.
Una vez aprobada la reforma electoral, los riesgos serán varios y venir de diferentes direcciones, lo cual implica que, lo que ahora afirman los líderes de los tres partidos puede convertirse en basura en el futuro y desearán nunca haber pronunciado nada sobre su futuro, principalmente su anuncio de no establecer alianzas electorales.
El único que pide a gritos coaliciones es el líder del PRI, cuyo partido parece ser el más despreciado en este proceso de posible unidad, que ahora tanto PAN como Movimiento Ciudadano descartan, por el momento.
Desconocen si la negación rotunda a coalición alguna pueda llevarlos a la pérdida de su registro, ya que ninguno de los tres partidos está en su mejor momento.
En el PAN, el líder nacional, Jorge Romero, aprovechó el inexplicable optimismo que provocaba un supuesto cambio de fondo de su partido, para negar cualquier alianza. El dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, descartó que vayan a establecer alguna alianza para el proceso electoral de 2027. Esperemos sostengan su palabra.
Es decir, hacen proyectos sobre una realidad que desconocen, vicio que les identifica y que muestra la razón de sus derrotas en las urnas.
El problema no es la mala fama de los partidos que les antecede e identifica sino su fragilidad como grupos, en caso de competir en solitario en las urnas.
Movimiento Ciudadano, ni siquiera tiene una perspectiva del nicho electoral donde puede incidir, desconoce todo lo relativo a estrategia electoral más allá de su manejo torpe de redes que realizan desde hace años. Cree que triunfar en dos entidades a nivel gubernatura, Nuevo León y Jalisco, implica está preparado para continuar en carrera ascendente, cuando es todo lo contrario.
El PAN no cuenta con el mínimo de militantes que exige la ley; MC, sostiene una suma de protagonismos que no permiten liderazgo real. Colosio y Samuel quieren ser candidatos a la Presidencia, en ambos están derrotados. Al primero lo reclaman otras fuerzas políticas, sólo por su apellido y no por su capacidad, además de su partido, que no tiene mucho arraigo. Samuel carece de simpatías hasta en el interior de la militancia emecista. Máynez sabe que de competir él, tendría menos votos que en 2024, y no hay más cuadros que puedan concursar.
La coalición les sería muy útil porque pueden culpar de la derrota al otro partido cada uno de ellos, así como sucedió en 2024, donde el PRD culpaba al PAN y al PRI de su muerte. El PAN responsabilizaba al PRI de no apoyar, y éste hace evidente su rechazo a una candidata que nunca definió a qué partido pertenecía. En ese exótico relanzamiento esotérico del PAN, se autonombró panista Xóchitl ante la sorpresa de propios y extraños.
Todos los partidos sin excepción deberán actualizar sus estatutos una vez aprobada la reforma electoral. Lo demás es lo de menos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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