La invitación de la presidenta Claudia Sheinbaum a los diversos sectores políticos, incluidos la oposición, para participar en un acto en el Zócalo capitalino en defensa de la soberanía nacional frente a los aranceles impuestos por Donald Trump a México ha desatado reacciones.
En un video difundido en X por el exfuncionario panista Javier Lozano —secretario del Trabajo durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012)— rechazó la convocatoria con un contundente: “No cuenten conmigo”. La declaración, difundida en redes sociales, generó críticas que apuntan a su historial como parte de una administración cuyo legado sigue marcando la crisis de seguridad que hoy vive el país.
El doble discurso de la oposición
En ese mismo sentido, Lozano traerá a cuestas que durante el sexenio calderonista fue parte de ese políticas que agravaron la violencia en México.
El tráfico de armas fue recordado tras el fallido Operativo Rápido y Furioso*, un programa encubierto de la DEA estadounidense que permitió el ingreso ilegal de miles de armas a territorio mexicano entre 2009 y 2010, con el fin de rastrear a cárteles. La operación fracasó: las armas se perdieron y muchas terminaron en manos del crimen organizado, vinculándose a masacres como la de San Fernando (2011), donde 193 personas fueron ejecutadas.
Ante este contexto, la negativa de Lozano a sumarse a un llamado por la soberanía nacional resulta irónica, al cuestionar si se esperaba algo bueno de la oposición, siendo que el gobierno panista fue el que inició una guerra fallida contra el crimen organizado.
Sheinbaum vs. El pasado que resurge
La administración de Sheinbaum ha enfatizado que la defensa contra los aranceles de Trump —medida que afectaría económicamente a México— requiere unidad nacional. Sin embargo, la descalificación de Lozano refleja una división política que trasciende el tema económico: es un recordatorio de cómo las acciones del pasado, como la “guerra” calderonista, minaron la estabilidad del país y allanaron el camino para crisis actuales.
La oposición carece de autoridad moral para cuestionar la convocatoria oficialista. Es difícil tomar en serio a quienes, desde el poder, priorizaron estrategias de seguridad sin sustento, dejando un saldo de más de 300 mil muertos y desapariciones. Hoy pretenden lavarse las manos.
Lozano es un blanco a las críticas, por no asumir la responsabilidad histórica en lugar de evadirla al olvidar quienes fueron los introdujeron armas ilegales al país, además de que la guerra de Calderón dejó a México más vulnerables ante EE. UU. y el crimen.
Mientras el gobierno actual busca cohesionar una postura frente a Trump, la reacción de Lozano parece confirmar que ciertos sectores de la oposición prefieren el conflicto partidista ante la urgencia de defender intereses nacionales.
La soberanía no es un discurso de ocasión, sino una construcción histórica. La negativa de Lozano no solo evidencia una ruptura política, sino la incapacidad de una oposición por reconciliarse con su propio legado.

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