La administración de Norma Piña al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha sido una de las más controvertidas. Bajo su liderazgo, la Corte se ha visto envuelta en críticas severas. Muchos la ven como parte del llamado “Cártel de la Toga”.

Piña ha defendido sus decisiones con la idea de construir legitimidad. Sin embargo, sus sentencias han reflejado más intereses políticos que justicia. La Corte, bajo su mando, parece alejarse de su función principal: proteger los derechos de los ciudadanos.
Los detractores argumentan que la gestión de Piña ha priorizado la lealtad política sobre la justicia imparcial. Las críticas apuntan a que sus decisiones a menudo favorecen a grupos de poder. Esto ha generado desconfianza en la justicia y ha debilitado la credibilidad de la Corte.
A pesar de su discurso sobre democracia y derechos humanos, muchos ven contradicciones en su actuar. La SCJN, una vez un bastión de la justicia, ahora se enfrenta a un cuestionamiento constante. La historia juzgará su legado, pero por ahora, el rótulo de “Cártel de la Toga” pesa sobre su administración.
Al cerrar este capítulo, la sociedad espera un cambio radical en la SCJN. La nueva integración debe enfocarse en recuperar la confianza y garantizar la justicia sin ataduras políticas. Norma Piña deja un legado cuestionable, marcado por la polémica y la desilusión.

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