La estridencia de la derecha panista en medios de comunicación y en plataformas electrónicas es el disfraz perfecto para ocultar que dicho partido carece de base social y cercanía con las demandas y los intereses populares.
Sí, esa derecha llegó a la Presidencia de la República en 2000 y 2006, con Fox y Calderón, respectivamente, pero eso podría deberse a razones que distan de parecerse a una identificación con el pueblo, con la gente.
Aventuremos algunas. Una: había necesidad de un recambio de personajes del sistema para que todo siguiera igual pero bajo una distinta envoltura. Otra: era urgente darle una pincelada de democracia al sistema autoritario para hacer creer a los cándidos que la primavera electoral había llegado al país al prestarle al PAN la estafeta presidencial. La última: el cansancio de los electores frente a la corrupción priista y la esperanza de experimentar con un partido diferente al PRI.
Pero en ningún caso puede hablarse de una militancia activa y una difusión de la plataforma electoral panista entre la gente. Hoy mismo, el número de militantes del PAN en los estados que gobierna (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán) suman apenas 63 mil de acuerdo con los datos que aporta su Registro Nacional de Militantes (https://www.rnm.mx/padron).
Los intereses del pueblo nunca han entrado en los cálculos panistas. Nunca se vio a la derecha apoyando a los obreros en demandas de aumento salarial. Nunca, tampoco, acompañaron ninguna marcha de movimientos urbanos populares o de organizaciones campesinas.
La derecha no sabe lo que es ser pueblo, ser del pueblo. Lo suyo es la clase media timorata, el pequeño propietario de un negocio donde evade impuestos porque considera que es un abuso del gobierno y donde explota a tres o cuatro trabajadores sin darles prestaciones sociales, y si no le gusta que se vaya pero yo al Seguro Social no lo afilio.
Lo suyo es, también, la conjugación de temores arcaicos tan propios de la clase media: nos van a quitar nuestras casas y nuestros coches y nos van a cerrar nuestros negocios. Descuiden, aspiracionistas, las casas, los autos y los negocios ya se los quitó el neoliberalismo con la crisis de diciembre de 1994.
Ese distanciamiento obliga por necesidad a la derecha a actuar de manera obtusa, como la reunión de juramentados en la oscuridad de la noche a la manera de El Yunque o la creación de un enjambre de marbetes comerciales para denominar entelequias del tipo Va por México o México Colectivo. “Agrupaciones” que esconden la ausencia de apoyo popular bajo el eufemismo “sociedad civil”, donde no aparecen campesinos ni trabajadores y son evidentes muestras del clasismo y el racismo de quienes dicen hablar por la sociedad entera.
Sin programa de acción, la derecha aloja en lenguaje a buena parte de su metodología política. Hoy es “el señor López” o simplemente “López” el despectivo con el que intentan minimizar la figura del presidente López Obrador. Ayer utilizaron “Jolopo” para referirse a José López Portillo. En su inhabilidad ideológica, las siglas deben ser un mensaje cifrado: FRENAA (Frente Nacional Anti-AMLO) porque frena la dictadura; en los años sesenta fue el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación) porque era un muro anticomunista; GUIA (Guardia Unificadora Ibero Americana) porque era una guía. Y lo dicen con una seriedad que resultaría conmovedora si antes no fueran patéticas sus limitaciones ideológicas.
“No saben ser oposición”, les dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de prensa del 10 de enero. Y no, no saben. Lejos de señalar posibles errores en la conducción política, social o económica del país, insisten en imponer cansadas narrativas para su autoconsumo. Militarización del país. Proyectos faraónicos destinados al fracaso. Rieles oxidados en el Tren Maya. Extinción de la vida silvestre. Patrañas que sólo tienen eco en los inmundos pasquines a su servicio.
El pueblo raso, el que anda a pie bajo el sol, el que se traslada en camión, el que “trabaja de trueno aunque sea para otros la llovida” –como dice la canción de Jorge Cafrune-, ve una redistribución de la riqueza en las pensiones a adultos mayores o en las becas a estudiantes o en cualquiera de los otros programas sociales de la 4T. Y si las aguas del Mar Caribe cambian de color con la construcción del Tren Maya, pues santo y muy bueno porque ellos cobrarán la pensión que les ayudará con su día a día.
No saben ser oposición y por eso sólo les queda el recurso del odio, la mentira y la calumnia. Pero, a juzgar por la aceptación popular al régimen de la 4T que lo ubica con el 68% de aprobación según la última referencia de Morning Consult Political Intelligence, correspondiente a la semana del 26 al 31 de enero de 2023 (https://morningconsult.com/global-leader-approval/), no parece que su estrategia de odio los esté llevando muy lejos. Les falta pueblo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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