Hace casi diez años conocí, en un curso propedéutico, a una antropóloga que desarrolló una investigación sobre la comunicación de la ciencia en los museos. Nos reunimos cinco años después para ponernos al corriente de nuestras experiencias personales y profesionales, así que me comentó su visión sobre la importancia de que los recintos que se encargan de hacer accesible la ciencia para un público general dejaran de ser un lugar de exposición estática para convertirse en espacios más activos. Su intención es generar estrategias que permitan hacer salas de museos interactivas de tal manera que el museo no sea un espacio callado, aislado de la gente donde el diálogo con la historia o la ciencia sea escaso.
La Ciudad de México posee alrededor de 148 museos, es la segunda con más museos en el mundo, después de Londres. Ya sea que estés de paso o que habites la CDMX el Museo Nacional de Antropología e Historia es de los más importantes y reconocidos gracias a las 7,761 piezas arqueológicas que tiene en exhibición, además de 5,765 objetos etnográficos. Hay que reconocer que es hermoso, interesante, pero desgastante, interminable, no es posible ver todo en un solo día, sobre todo cuando uno quiere enterarse del contexto de las piezas. Para aquellos que tienen memorias privilegiadas, los datos de cada objeto es información perfectamente organizada y archivada en la memoria de largo plazo. Para otros, es emoción momentánea y esporádica.
Como su nombre lo dice, es nacional, concentra piezas encontradas a lo largo y ancho del territorio mexicano, de distintos periodos, culturas y regiones. El museo se encarga del trabajo de preservación, curaduría, almacenamiento, exposición, a costa de concentrar todo el acervo histórico que forma parte de la memoria histórica de diferentes localidades. El presidente Andrés Manuel López Obrador en el 2023 decidió que las piezas arqueológicas recuperadas de Italia fueran expuestas en el Museo del Templo Mayor, para después ser trasladadas a sus lugares de origen y resguardadas por los pueblos a los que pertenecen esas culturas.
Preservar la memoria sobre todo de culturas ancestrales que han logrado sobrevivir hasta nuestros días no es sólo un reto, sino la forma de saldar deudas históricas. Los museos comunitarios conforman ese acervo donde los habitantes, hablantes y pueblos configuran un ser común. A principios de esta semana acudí a uno de ellos en una localidad pequeña. Es un museo precioso, gracias a la gran cantidad de turistas se llevaron a cabo visitas guiadas por un historiador, eso dio una dimensión distinta a los detalles de las piezas. El guía puntualizó datos de las investigaciones realizadas de buena parte de los vestigios arqueológicas, precisiones de los lugares de los hallazgos y los métodos para extraer, limpiar y organizar las cosas.
Hace años había visitado otro museo del mismo tipo en Michoacán, con una experiencia similar. Los guías son personas locales que conocen la historia de las comunidades, los diferentes procesos que tuvieron las ciudades y las piezas están lo suficientemente cerca como para avizorar todos los detalles de cada una. Además, estar en medio del espacio donde se encontraron los restos históricos permite a los visitantes hacer indagaciones, inferencias, hipótesis y plantear todas las preguntas que se quiera a un interlocutor experto. En suma, la experiencia es inigualable.
Me pregunto si en el marco de todas las posibilidades que tenemos en la actualidad, las diferentes zonas arqueológicas, los museos comunitarios o los estados puedan generar estrategias para que experiencias tan completas lleguen a personas a través de entornos virtuales para podamos conocer la historia que compartimos como país. Por lo pronto, tenemos a nuestro alcance la Red de Museos del INAH, que sirve como una guía para saber qué museos hay en cada estado de la república. Sería genial que pudiéramos conformar la identidad y el patrimonio cultural de las localidades más pequeñas para así revalorar esos centros sociales que aún siguen vivos.
Xunu’
Comenzamos un 2025 que nos traerá nuevas experiencias, que sea un año lleno de diálogo y encuentro. Feliz año nuevo, que sea próspero para todos en el territorio nacional. Una vez más que la guerra no nos sea indiferente y que podamos pronto ver que los pueblos sean libres.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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