Mucho ruido y pocas nueces

El oído según la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede soportar ruido de hasta 65 decibeles antes de empezar a alterar la salud humana y dependiendo del tiempo de exposición puede provocar diferentes malestares físicos. Los niveles de  contaminación auditiva que vivimos en la Ciudad de México que está catalogada como una de las más ruidosas del mundo, arriba de Nueva Delhi en la India va mucho más allá de ese nivel.

Hay estudios que aseguran que el ruido urbano causa trastornos psicológicos e inclusive puede causar la muerte, puesto que entre dos y cinco por ciento de los infartos mortales están asociados con altos niveles de exposición de presión acústica. Además puede generar sordera temprana, hipertensión arterial, excitabilidad vascular,  aumento de la secreción de adrenalina y enfermedades del aparato digestivo. Puede también incrementar el estrés, aumentar alteraciones mentales, la  agresividad, dificultades de observación, concentración y rendimiento.

Algunas personas afectadas por el ruido hablan de intranquilidad, inquietud, desasosiego, depresión, desamparo, ansiedad o rabia. Asociado a lo anterior, se presentan cambios conductuales, especialmente comportamientos antisociales tales como hostilidad, intolerancia, agresividad, aislamiento social y disminución de la tendencia natural hacia la ayuda mutua. ¿Les suena familiar?

Es común ver en muchos negocios todos los días, enormes bocinas colocadas hacia la calle tocando música a todo volumen en guerra unas con otras; motocicletas y autos con motores modificados para hacer mucho más ruido del normal. Talleres, locales o establecimientos mercantiles escandalosos, bares abiertos día y noche, colonias que están bajo ruta aérea que sufren el ruido de aviones que pasan cada minuto, perros ladrando en el departamento contiguo, fábricas y un largo etcétera. Así resulta que el ruido en esta Ciudad no respeta a nada ni a nadie, es constante y demencial.

El nivel de decibeles permitidos sobre todo en las noches, sigue siendo muy alto para una persona que lo más probable es que lo sufra cotidianamente. 

Por otro lado, la Ley de Cultura Cívica vigente  dice en su artículo 15 que se debe contribuir a generar un ambiente libre de contaminación auditiva que altere la tranquilidad o represente un posible riesgo a la salud de terceros, trátese de vivienda de interés social, popular o residencial. Y en el artículo 27 de la misma Ley de Cultura Cívica se estipula que está prohibido producir o causar ruidos por cualquier medio que notoriamente atenten contra la tranquilidad o represente un posible riesgo a la salud. Pero hay leyes que son mucho ruido y pocas nueces y sólo se ven bonitas en el papel pero que en realidad no se aplican.

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