A pesar de las evidencias el PAN todavía no entiende que el pueblo no lo apoya. Es la segunda fuerza electoral porque su candidata absorbió el descontento pero no porque haya tenido simpatizantes su organización.
Esto tan sencillo de entender la cúpula del PAN lo desconoce y si ignora que el apoyo de la sociedad es nulo, es que deben dedicarse a otra actividad. Los resultados electorales ni siquiera son un punto de referencia para preocuparse, siguen mintiendo, diciendo que millones de personas los siguen, incluso los idolatran.
El asunto de la reforma al Poder Judicial no es un asunto de mayorías, la ley nunca estuvo de lado de quienes viven injustamente, porque son producto de la ilegalidad. Nunca tomaron en cuenta al pueblo y ahora sus jueces corruptos piden su apoyo, porque el simple hecho de darle la espalda a la población cuando se trata de implantar la justicia y hacer respetar la ley es un acto de corrupción.
En algún momento de delirio a los diputados panistas Federico Döring y Héctor Saúl Téllez, se les ocurrió convocar a la población a defender como propio lo que siempre estuvo alejado; los intérpretes y ejecutores de la justicia. Invitaron a una concentración a la que no asistieron ni los supuestos afectados por la reforma.
La idea consistía en mantener un plantón a las afueras de la Suprema Corte, mientras se discutía la reforma al Poder judicial, en la víspera sucedieron algunas cosas oscuras, como el anunció de que la ministra Farjat y Gutiérrez Ortiz, quien nunca tuvo carrera judicial, de que votaría a favor de la reforma, lo cual cambiaba la perspectiva de la discusión. Tuvieron que llevar acarreados.
En esta convocatoria confluyen dos grupos que no sólo fueron indiferentes con el pueblo sino repudiados por éste. El PAN y el Poder Judicial ahora quieren apoyo en su agonía. El primero ve próxima su muerte, el segundo una expulsión a la que obliga su refundación, porque sus integrantes no resisten la prueba de la honestidad.
La incapacidad de conocer la realidad social de una sociedad unió a dos grupos que se distanciaron de la población para esconderse de ella, pero aseguraban, en su discurso contribuir en beneficio. El Poder Judicial tradicional y el PAN están del lado de la minoría. El partido más alejado de la población, desde su fundación es el PAN; el Poder de la Unión más distante de la población es el Judicial. Nadie puede negarlo.
Las dos entidades pertenecen más al pasado que al presente, su vida se ha alargado con amparos y concesiones, que se otorgaban unos a otros, el PAN solicitaba amparos contra obras y decisiones del gobierno, mientras el Poder Judicial estaba blindado en el Poder Legislativo y Ejecutivo para no ser tocado ni con el pétalo de una reforma.
Para poder desactivar la reforma, los interesados en alargar la agonía del viejo sistema judicial, no se dan cuenta que su reforma quedó concluida el sexenio pasado. Entre berrinches, remedos de amparos, debates trasnochados y discusiones en los medios, se trató de darle respiración artificial al rancio estilo de administrar la justicia en México.
Por su parte, el PAN debió, por lo menos refundarse en el año 2000, cuando tuvo el poder, pero nunca aprendió ni de sus errores ni pudo asimilar el poder otorgado. En lugar de ejercerlo, se adhirió a los lineamientos administrativos del PRI, concedió espacios que crearon el PRIAN, fusión que hasta el momento desconocemos dónde empieza y dónde termina. Sus integrantes son seres híbridos mentalmente hablando, que ni se identifican con las cúpulas de ambos partidos, ni son incompatibles, los une el enemigo común.
La alianza opositora recibió 16 millones de votos, más de la mitad eran producto del descontento, natural en cualquier democracia, expresión de un segmento de la población que se identifica con la incertidumbre que nunca ocurrió. Es decir, los votos, en tres partidos quedan 8 millones de votos, que, divididos generosamente, al PAN les corresponderían 5 millones, como seguidores natos de esa derecha que surge como contrapeso al miedo que, a futuro, podía implantar el régimen de Lázaro Cárdenas. Es decir, el PAN es el gran beneficiario del miedo de la sociedad conservadora.
Los conservadores en México nunca han sido mayoría, desde la víspera de la Guerra de Reforma, mantienen el poder, gracias, principalmente al Poder Judicial.
Por otro lado, los medios insisten en llamar polémica a la reforma al Poder Judicial, no es preciso el término, simplemente hay una reforma que tiene descontentos a una minoría que no llega a tres mil personas, acompañados de una oposición decadente, ávida de banderas para sobrevivir. Ni siquiera llega a ser polémica, a pesar de los espacios que le regalan los medios como parte de su estrategia violenta contra el gobierno, producto del retiro de un subsidio que habían pronosticado vitalicio.
Benito Juárez, en 1858 fue presidente magistrado, así se le denominaba a los ahora ministros, de la suprema Corte, electo por el voto popular, eso no llevó a la dictadura sino a crear las Leyes de Reforma que eran urgentemente necesarias ante los exceso de un clero que era dueño de todo y de todos.
Ahora que los excesos vuelven a ser parte de la condición mexicana, la resistencia de los integrantes del Poder Judicial quiere convertir en debate no sólo las leyes, la Constitución sino la historia misma.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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