Lo que sigue ni lo dijo el presidente López Obrador durante una mañanera ni es parte de la intervención del doctor López-Gatell en la 75° Asamblea Mundial de la Salud convocada por la OMS. Tampoco es una proclama del Foro de São Paulo. Lo que va a usted a leer no lo tomo de un volante subversivo de agentes cubanos infiltrados en la sierra de Guerrero ni es parte de un discurso de Maduro ni de ninguna secta populista.
Décadas de políticas económicas neoliberales han privatizado los servicios públicos y han alentado el movimiento hacia la concentración masiva del poder corporativo y la evasión fiscal a gran escala. Estas políticas han funcionado para erosionar deliberadamente los derechos de los trabajadores y para reducir las tasas impositivas a las corporaciones y a los ricos. También han dejado al medio ambiente vulnerable a niveles de explotación mucho más allá de lo que nuestro planeta puede soportar.
Traduzco lo anterior de un documento dado a conocer el lunes pasado en el Foro Económico Mundial de Davos por Oxfam Internacional: Profiting from pain. The urgency of taxing the rich amid a surge in billionaire wealth and a global cost-of-living crisis. Esto es: “Beneficiándose del dolor. La urgencia de cobrar impuestos a los ricos, en medio de un aumento en la riqueza multimillonaria y una crisis global del costo de vida”.
El reporte expone cómo durante los dos últimos años se ha acelerado la ya de por sí monstruosa desigualdad económica que el neoliberalismo ha causado en el orbe. Van algunos datos… Pero antes, un breve apunte léxico.
Oxfam expone el festín de lucro que ha sido la pandemia para los más ricos del planeta, en concreto se refiere a los ‘billionaires’. Sería erróneo traducir el término como billonarios, porque en inglés un billion son mil millones, mientras que en nuestro idioma un billón es un millón de millones. Tampoco sería adecuado traducir como millonarios, porque con que alguien tuviera un millón de dólares se colaría en el selecto grupo. Suele traducirse billionaires como multimillonarios, pero no preciso. En español ya tenemos un vocablo específico para mil millones, millardo, así que podríamos acuñar aquí el término millardonarios.
Oxfam reporta que en 2020 en el mundo había 2,095 millardonarios, esto es, mortales que poseen una riqueza de al menos mil millones de dólares. Resulta que después del paso de la covid-19, se sumaron 573 más, para alcanzar la cifra de 2,668 pujantes billionaires. En otras palabras, entre 2020 y 2022 ha surgido en el mundo un nuevo millardonario cada 30 horas. Esto por sí mismo no es malo, hasta podríamos celebrarlo…, el problema es que durante el mismo período 250 millones de seres humanos cayeron en niveles de extrema pobreza. Peor: los mega ricos son cada vez más ricos: los millardonarios han embarnecido sus fortunas tanto en 24 meses como durante los últimos 23 años.
¿Qué produce y aumenta la fortuna de los multimillonarios? ¿Qué son seres humanos súper dotados, súper inteligentes? ¿La suerte, Dios, la mano invisible mercado…? Oxfam responde: “La riqueza extrema es consecuencia directa de políticas públicas y del dinero público”.
La desigualdad es atroz. Los 2,668 millardonarios que hay en el mundo son el 0.00003% de la población total de la Tierra. Otro dato: los diez hombres —ninguna mujer— más ricos del mundo poseen más riqueza que lo que acumula el 40% más pobre de la humanidad…. Diez fulanos tienen más riqueza que lo que en conjunto acumulan 3,176 millones de hombres y mujeres. Y frente a ese 40% más pobre de la población —equivalente a toda la gente que vivimos en en América, Europa, Oceanía y África—, Elon Musk, el hombre más rico del mundo, es tan rico que podría perder mañana el 99 % de su riqueza… ¡y seguir estando entre el 0,0001 % de las personas más ricas del orbe!
No quisiera deprimir a nadie, pero Oxfam estima que a una persona promedio del 50% menos acaudalado de la población mundial le tomaría 112 años, es decir, a partir de hoy hasta el año 2134, acumular la fortuna que cualquiera de los que se hallan en el 1% más rico obtiene en un año.
Oxfam también proporciona un dato que le concede toda la razón a una de las decisiones que AMLO tomó para dar la cara a la pandemia: no endeudarnos. El 87% de los préstamos solicitados para enfrentar la Covid-19 otorgados por el FMI establece condiciones que exigen que los países de bajos y medianos ingresos que los recibieron adopten medidas de austeridad que exacerbarán aún más la pobreza y la desigualdad. Y por favor, estimados lectores, no piensen que el asunto se reduce a poder adquisitivo, a poder o no comprar determinados bienes: la pobreza mata. La esperanza de vida en los países de altos ingresos es hoy 16 años mayor que la de los países pobres.
En algo no estoy de acuerdo con Oxfam. Afirma: “Las crisis combinadas de la Covid-19, el aumento de la desigualdad y el aumento de los precios de los alimentos podrían empujar a 263 millones de personas a la pobreza extrema en 2022”. No, no es una crisis combinada, es el modelo económico.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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