México Digital: El Estado que se Reinventa

En la última década, la discusión sobre el papel de la tecnología en los gobiernos ha dejado de ser una conversación exclusiva de especialistas para convertirse en una demanda ciudadana. La rapidez de los avances digitales ha transformado la forma en que las personas trabajan, estudian, se comunican y realizan trámites. México no es ajeno a esta tendencia, y en 2024 dio un paso decisivo: la creación de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), una institución concebida para articular, acelerar y garantizar la modernización digital del Estado mexicano.

Anunciada por la presidenta Claudia Sheinbaum el 24 de junio de 2024 y establecida oficialmente en el Diario Oficial de la Federación el 28 de noviembre de ese mismo año, la ATDT no es solo un nuevo organismo gubernamental. Es, en esencia, un rediseño del andamiaje tecnológico del gobierno federal. Su mandato es ambicioso: unificar la infraestructura digital, garantizar la soberanía tecnológica, simplificar la vida administrativa de la ciudadanía y cerrar las brechas de acceso a internet.

Una misión con siete pilares

La misión de la ATDT se sostiene sobre siete grandes ejes, que marcan la hoja de ruta de esta transformación:

  • 1. Digitalizar trámites presenciales para que puedan realizarse en línea, reduciendo traslados y tiempos de espera.
  • 2. Simplificar la carga regulatoria tanto para personas como para empresas.
  • 3. Ahorrar recursos públicos y eliminar espacios de corrupción mediante interoperabilidad entre sistemas.
  • 4. Implementar un número único de atención ciudadana —el 079— operativo las 24 horas del día.
  • 5. Usar inteligencia de datos para mejorar la capacidad de respuesta de las instituciones.
  • 6. Fortalecer la autonomía tecnológica y la ciberseguridad nacional.
  • 7. Garantizar el acceso a internet como un derecho humano.
  • Estos ejes no son simples declaraciones de intención: constituyen la columna vertebral de un modelo de gestión digital que busca ser permanente, más allá de un sexenio.

Llave MX y la identidad digital

Entre los proyectos más emblemáticos de la agencia se encuentra Llave MX, una identidad digital única que permite a cualquier persona —física o moral— acceder a servicios públicos sin necesidad de acudir físicamente a oficinas. Este sistema centraliza documentos oficiales en un expediente digital, de forma que el ciudadano no tenga que presentarlos repetidamente ante cada institución.  

El objetivo es que, para 2030, el 100 % de la población cuente con esta identidad digital y que la totalidad de los trámites federales se encuentren simplificados y, en su mayoría, digitalizados. Esto no solo implica eficiencia administrativa, sino también un cambio cultural: la idea de que el tiempo del ciudadano es tan valioso como el del Estado.

Soberanía tecnológica y nuevos horizontes

La ATDT no se limita a ofrecer trámites en línea. Uno de sus retos más estratégicos es la soberanía tecnológica. Para ello, planea una fábrica de software público, el desarrollo de “Nube México” y una política nacional de ciberseguridad.  

Incluso, la agenda contempla el lanzamiento de un satélite entre 2027 y 2028, así como una posible constelación de observación terrestre. Estos proyectos, más cercanos al imaginario de agencias espaciales que al de un ministerio tradicional, revelan la dimensión de la visión que inspira a la ATDT: la tecnología como herramienta para la independencia y la competitividad internacional.

Resultados iniciales: menos trámites, menos requisitos

Apenas un año después de anunciar su estrategia, la ATDT reporta avances tangibles. La cantidad de trámites federales se redujo de 342 a 151, lo que representa un recorte del 56 %. Los requisitos promedio pasaron de seis a cuatro, una disminución del 34 %.  

Pero más allá de la estadística, lo importante es la naturaleza de los cambios: se eliminaron trámites y documentos que resultaban anacrónicos, como la exigencia de testigos para registrar una defunción, la obligación de presentar pruebas de ADN en ciertos procesos o la necesidad de viajar al lugar de nacimiento para corregir actas.

La consigna que guía esta simplificación es clara: primero eliminar la fricción burocrática, después digitalizar.

Un reto de inclusión y confianza

Sin embargo, la transformación digital del gobierno no es solo un desafío técnico: es también un reto social y político. Digitalizar trámites implica garantizar que todas las personas puedan acceder a ellos, lo que requiere inversión en infraestructura y alfabetización digital, especialmente en comunidades rurales y marginadas.  

Además, la concentración de datos personales en plataformas estatales ha generado debates sobre privacidad y protección de la información, especialmente después de la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). La ATDT asegura que la seguridad de la información es prioritaria, pero la confianza ciudadana se gana con resultados y transparencia sostenida.

Un proyecto de Estado, no de sexenio

La ATDT es, en muchos sentidos, un proyecto de Estado. Su éxito dependerá no solo de la tecnología que implemente, sino de su capacidad para mantenerse como política pública más allá de cambios de administración. El riesgo de que iniciativas de gran calado queden truncas por motivos políticos es real; la oportunidad, en cambio, es que México consolide un modelo de gobierno digital que sirva como referencia en América Latina.

En la medida en que logre cumplir su promesa de simplificación, accesibilidad y soberanía tecnológica, la ATDT puede convertirse en una de las reformas más significativas de las últimas décadas, transformando no solo el aparato administrativo, sino la relación cotidiana entre el Estado y la ciudadanía.

En conclusión, la creación de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones es un recordatorio de que el futuro de los gobiernos no está solo en sus políticas, sino en la infraestructura que las hace posibles. Si la tecnología es la herramienta, la voluntad política y la visión de largo plazo son el verdadero motor. México ha dado un paso ambicioso; el reto ahora es mantener el ritmo y no perder de vista que, en la era digital, el cambio no es una meta: es un proceso constante.

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