En el escenario político mexicano, un fenómeno preocupante ha tomado el centro del escenario: la violencia de género sutil pero innegable dirigida contra Claudia Sheinbaum Pardo, vencedora de la contienda presidencial. Esta violencia, manifestada principalmente a través de narrativas que buscan disminuir sus logros, merece un análisis profundo y una reflexión crítica sobre el estado de nuestra democracia y la igualdad de género en la política.
Antes, durante y luego de su victoria electoral, hemos sido testigos de un coro creciente de voces que intenta restarle mérito a Sheinbaum, reduciéndola a un mero “instrumento” del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador. Esta narrativa no solo es simplista, sino que también revela un sesgo de género profundamente arraigado en nuestra cultura política.
Es cierto que en política las alianzas y el apoyo de figuras prominentes son comunes y, a menudo, cruciales. Sin embargo, la insistencia en caracterizar a Sheinbaum primordialmente como una extensión de AMLO refleja un doble estándar que rara vez se aplica a los políticos masculinos.
Sheinbaum llega a la presidencia con un currículum impresionante por derecho propio. Doctora en Ingeniería Ambiental, con una carrera académica distinguida y una trayectoria política que incluye su gestión como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Reducir estos logros a la influencia de una figura masculina es, en el mejor de los casos, una simplificación burda y, en el peor, una forma de violencia política de género.
Esta narrativa no solo afecta a Sheinbaum personalmente, sino que tiene implicaciones más amplias para la participación de las mujeres en la política. Envía un mensaje desalentador: que no importa cuán calificada o exitosa sea una mujer, su éxito siempre será cuestionado o atribuido a un hombre.
Es imprescindible reconocer que este tipo de discurso no es meramente una “opinión política”, pues es evidente que encaja a la perfección en una forma de violencia que busca socavar la legitimidad y autoridad de las mujeres en posiciones de poder. Al cuestionar constantemente la autonomía de Sheinbaum, se perpetúa la idea de que las mujeres son incapaces de llegar al poder por sus propios méritos.
Como sociedad, debemos elevar el nivel de nuestro discurso político. Es posible y necesario criticar las políticas y decisiones de Sheinbaum basándonos en sus méritos, sin recurrir a insinuaciones sexistas sobre su autonomía. Los medios de comunicación, los analistas políticos y los ciudadanos tienen la responsabilidad de examinar sus propios sesgos y evitar perpetuar estereotipos dañinos.
El ascenso de Sheinbaum a la presidencia es un hito histórico para México. Representa una oportunidad para desafiar y cambiar las narrativas tradicionales sobre el liderazgo femenino en la política. En lugar de formas de disminuir su logro, deberíamos verlo como un paso hacia buscar una democracia más inclusiva y equitativa.
Es momento de que, como nación, reconozcamos y confrontemos la violencia política de género en todas sus formas, incluso las más sutiles. Solo así podremos construir un sistema político verdaderamente justo, donde las mujeres puedan ser valoradas y juzgadas por sus acciones y capacidades, no por su género o sus asociaciones políticas.
El verdadero test para nuestra democracia no es solo elegir a una mujer como presidenta, sino tratarla con el mismo respeto, escrutinio justo y reconocimiento que daríamos a cualquier líder, independientemente de su género. Es hora de que México demuestre que está a la altura de este desafío.
LA CARA OCULTA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: MUJERES CONTRA MUJERES
En el discurso sobre la violencia de género, un aspecto frecuentemente pasado por alto es la violencia ejercida por mujeres contra otras mujeres. Este fenómeno, aunque menos visible, merece una atención seria y un análisis profundo para comprender mejor la complejidad de las relaciones de género y poder en nuestra sociedad.
La violencia entre mujeres es un fenómeno complejo y multifacético. Va desde la violencia física en relaciones íntimas del mismo sexo hasta formas más sutiles, pero igualmente dañinas de agresión psicológica. En el ámbito laboral, muchos hemos sido testigos de mujeres en puestos de poder que discriminan salarialmente a sus subordinadas o sabotean sus carreras. Y en la era digital, el panorama es aún más sombrío, con casos de ciberacoso y “slut-shaming” que destruyen reputaciones y vidas.
¿Qué nos lleva a esto? La respuesta es incómoda pero necesaria, se ha internalizado la competencia feroz que impone una sociedad patriarcal, luchando entre las propias mujeres por recursos limitados, desde oportunidades laborales hasta atención romántica. La misoginia que muchas han absorbido desde la infancia a veces las lleva a perpetuar los mismos estereotipos que juraron combatir. Y las presiones sociales sobre cómo debe ser una mujer “perfecta” generan tensiones que a menudo se descargan sobre sus congéneres.
Las consecuencias son devastadoras, esta violencia silenciosa erosiona la solidaridad femenina, debilitando los movimientos por la igualdad. Perpetúa ciclos de trauma que se extienden por generaciones. Y, quizás lo más trágico, complica enormemente la búsqueda de ayuda para las víctimas, que se enfrentan a la incredulidad o la minimización de su sufrimiento.
Reconocer este problema no significa dar munición a quienes buscan desacreditar la lucha contra la violencia machista. Por el contrario, abordar esta realidad enriquece nuestra comprensión de las complejas dinámicas de poder y género en la sociedad.
Para ello, es necesaria más investigación que profundice en las causas y manifestaciones de este fenómeno. Urgen programas educativos que fomenten la empatía y el respeto mutuo desde edades tempranas. Y, sobre todo, se deben crear espacios seguros donde las mujeres que sufren violencia a manos de otras mujeres puedan buscar ayuda sin temor al juicio o la incredulidad.
Las mujeres y las feministas, tienen la responsabilidad de cuestionar sus propios comportamientos y los de sus pares. Deben desafiar las narrativas culturales que normalizan o romantizan la agresión entre ellas mismas. Solo así se podrá construir un feminismo verdaderamente inclusivo y liberador.
La lucha contra la violencia de género es una batalla que se debe librar en múltiples frentes, incluso aquellos que resulten incómodos. El reconocimiento de la violencia entre mujeres fortalece su movimiento, significando un paso hacia una sociedad genuinamente equitativa y libre de violencia para todas las personas, independientemente de su género.
ENGRANE #1.- Un ejemplo de esa violencia de género ejercida de una mujer contra otra mujer, se ilustra perfectamente entre las dos candidatas presidenciales, donde Xóchitl Gálvez constantemente utiliza expresiones sexistas para restarle autonomía, capacidad y liderazgo, a su par, Claudia Sheinbaum Pardo. Estas expresiones, las cuales continúan hasta la fecha, erosionan profundamente el camino avanzado por las mujeres, las cuales se enfrenta a diario a una narrativa machista que, pese a sus logros y resultados, aun las siguen frenando.
ENGRANE #2.- Errores en el sistema de revisión Jóvenes Construyendo el Futuro provocó que a números becarios se les detuvieran sus pagos, al serles detectadas matriculas de estudiantes activas. Entre los documentos que les solicitan a los jóvenes para aclarar la situación está una constancia de estudios donde se indique que es egresado, causó baja o suspensión de sus estudios, sin embargo, dichos documentos se les pidieron a los becarios en periodo vacacional, impidiendo que los mismo pudieran acudir a solicitar una constancia en los lugares donde cursaron sus estudios. Otro problema, lo representa el hecho de que por criterios erróneos de quienes revisan la documentación algunas constancias de estudios no son aceptadas por los mismos pese a que cuentan con todos los requisitos que solicitan para hacer la aclaración. Ojalá que los encargados del programa puedan atender esta situación que de no revisarse podría dejar fuera del programa a una cantidad importante de jóvenes, los cuales al no poder acreditar que ya no están estudiando causan baja del programa, a pesar de ya haber laborado el mes por el cual no han recibido su beca.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios