Los aciertos políticos y económicos del presidente Andrés Manuel López Obrador ya forman parte de un constructo social del que difícilmente dará marcha atrás la sociedad mexicana.
Relegado al papel de espectador mudo y maniatado ante el bochornoso espectáculo del saqueo que las burguesías empresariales y políticas llevaron a cabo en el país durante los treinta años de oscuridad neoliberal, hoy el pueblo es consciente de su papel protagónico en la sociedad y sabe que pasó de ser un decorado a convertirse en un factor determinante mediante el ejercicio del único poder a su alcance: el voto.
Con prudencia, el presidente ha previsto el momento en que ya no estará al frente del Ejecutivo y no inicia ni obras materiales ni reformas legales que podrían quedar inconclusas antes del término de su mandato. Fiel a su palabra y contra lo que suponen sus malquerientes políticos, deja a otros, a los que vengan, la responsabilidad de continuar con la transformación de México.
Más allá de un aeropuerto internacional, dos refinerías, un parque fotovoltaico y un tren que rescatará del olvido al sureste, habrá cambios menos visibles pero quizá por eso más profundos y duraderos. Habrá una revolución de las conciencias. Lo ha dicho el propio presidente: “Por eso hablo de la revolución de las conciencias, eso es lo más importante de todo y en ese sentido México está a la vanguardia en el mundo. El pueblo de México es de los más politizados del mundo y esto se ha logrado en los últimos tiempos”. (Revolución de las conciencias coloca a México a la vanguardia, afirma presidente AMLO https://www.capital21.cdmx.gob.mx/noticias/?p=29798#:~:text=Noticias).
Esa politización -que no polarización, como conviene al discurso de la reacción fascista y aun de la iglesia católica (cfr. Bernardo Barranco V.: Los obispos defienden al INE y confrontan a AMLO, https://www.jornada.com.mx/2022/11/09/opinion/020a2pol) ha penetrado en la conciencia del pueblo y éste sabe que en efecto es él quien gobierna a través de un gobierno federal que lo representa y que no son los medios voraces, ni la oligarquía rapaz, ni los periodistas facciosos, ni los intelectuales arrodillados, ni esa pomposa colección de membretes llamada “sociedad civil” con matrera elegancia, los que deciden el destino del país el día de hoy.
Un ejemplo de que estos “democráticos” farsantes no tienen al pueblo de su lado, que no cuentan con él, es el hecho de que ofrecen el pago de 100 pesos a quienes acompañen a los oligarcas que encabezarán la marcha del 26 de febrero en defensa de los insultantes salarios pagados a los 400 visires del califato de Córdova en el INE (Al menos 400 funcionarios del INE ganan más que el Presidente: Pablo Gómez https://www.jornada.com.mx/notas/2023/02/09/politica/al-menos-400-funcionarios-del-ine-ganan-mas-que-el-presidente-pablo-gomez/ ). Allá ellos si van a defender a quienes los timan con la patraña de la defensa del voto.
López Obrador se retirará a su rancho en Palenque y se olvidará de la política, como lo ha afirmado una y otra vez. Ese retiro, su voluntaria ausencia del escenario nacional será uno de sus mayores logros políticos porque obligará a quienes lo sucedan a mostrar su verdadero talante y a explorar nuevas estrategias y diferentes métodos para hacer política.
Existe la esperanza de que Morena se convierta en el instrumento político de las masas para que éstas alcancen sus objetivos, pero se ve difícil. No se vislumbra solidez organizativa o ideológica en Morena: las opiniones y los esfuerzos de tres o cuatro “moneros” (El Fisgón, Hernández, Rapé) más dos o tres periodistas (Pedro Miguel y… y…) no construyen un aparato ideológico por más que su destacada labor sea plausible.
Titubeos, en cambio, le sobran a Morena. ¿Dónde está su postura respecto a los coqueteos con la derecha fascista de Ricardo Monreal, ecuánime y reflexivo maestro universitario, pródigo escritor de libros que nadie sino él mismo compra por miles con nuestros impuestos para obsequiarlos a sus seguidores? ¿Dónde está el partido respondiendo a los ataques diarios a la figura del presidente más allá de la propaganda televisiva que muestra a un sonriente Mario Delgado vistiendo una guayabera guinda y hablando maravillas de la 4T?
¿Qué hizo el partido para promocionar la inauguración del parque fotovoltaico en Puerto Peñasco, el más grande de América Latina, ante el silencio de los medios, que no consideraron noticia de primera plana esa inauguración? Y sobre el decreto de la nacionalización del litio, ¿qué dijo? ¿Qué medidas está tomando para que no lo sorprendan de nuevo vividores como Germán Martínez o Lily Téllez, que una vez en el Senado de la República se alzaron con el puesto y se lo llevaron puesto a su casa?
La ausencia de López Obrador será la prueba que defina cuánto se ha aprendido de esta experiencia de seis años de hacer historia.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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