El movimiento obradorista ha vivido distintas y subsecuentes etapas, jornadas y luchas desde su irrupción en el Éxodo por la Democracia de 1991, en todas ellas hubo que remontar adversidades, sobreponerse y seguir adelante, sembrando y cosechando lecciones y aprendizajes que en la memoria colectiva significaron un ariete de saberes que llevaron al triunfo del pueblo organizado en 2018.
Estamos en 2023, a un año de la elección presidencial, en el momento preciso y precioso de cuidar, preservar y continuar lo que hemos construido juntos, ésta vez con una salvedad histórica, al frente del timón de este barco colectivo no estará físicamente ya más quien lo hizo zarpar, atrancar en puertos, sobreponerse a mareas y tormentas, y quien lo orientó a no confiarse de aguas aparentemente apacibles, para seguir bregando aún en las derivas y naufragios: nuestro presidente y dirigente fundacional Andrés Manuel López Obrador, quien este 5 de junio primero en un cónclave y luego el 11 de junio a través del Consejo Nacional de Morena como caja de resonancia y legitimidad, nos ha convocado a mantener el barco a flote, frente a los nuevos desafíos y nos ha invitado a comprender con claridad el legado que el navío trasporta en sus interiores, y que supone las probabilidades de esperanza para un pueblo entero.
El obradorismo certificó que si queremos sí podemos cambiar el país. Parecíamos condenados a un negro destino de gobiernos abusivos, entreguistas, neoliberales y corruptos. Pero la historia se hace de derrotas y las derrotas trazaron nuevas formas de organización, desde abajo, casa por casa, en procesos generosos y horizontales de politización llevados a cabo por millones de personas con humildad y amor al prójimo. Personas que no pidieron nada para sí, sino trabajaron desde las más variadas trincheras para la regeneración de la Patria.
El legado del Humanismo Mexicano llegó con un mensaje certero, puntual y de un profundo e innegable espíritu democrático a través del Consejo Nacional de Morena: igualdad de condiciones para los interesados en dirigir los trabajos que profundicen la transformación; nada ni nadie por encima del proyecto y del interés del pueblo. La Cuarta Transformación de México es el objetivo, lo demás son medios no fines.
Desde medio día del domingo 11 de junio, provenientes de todos los rincones del país arribamos a la sede del Consejo Nacional representantes de todos los estados, ahí a unos pasos de los típicos tacos de suadero, pastor y longaniza de “El borrego viudo” en esa avenida que lleva el nombre de “Revolución”. Las “Delfis” de peluche se vendían a la par de los tradicionales “Amlitos” personajes que al viejo INE le disgustan lo que favorece su multiplicación. Y sí, la maestra Delfina fue la única que rompió el protocolo de sobriedades que rondó el Consejo, algo inusual entre militantes de izquierda, bravíos e irreverentes por siempre. Pero Delfina si fue bien recibida con el más que merecido coro de “¡Gobernadora! ¡Gobernadora!”, y cómo no si tuvo casi el doble de votos que tuvo Enrique Peña Nieto cuando fue gobernador del otrora bastión priista.
En el ambiente del Consejo se impuso una solemne, conmovedora y sincera fraternidad -que atestiguaron baluartes del movimiento como Paco Taibo, Jesusa Rodríguez y Epigmenio Ibarra-, pues se trasmitió la propuesta de camino del todo nuevo hacia el 2024, que al contener la arquitectura de Andrés Manuel López Obrador, generó serenidad y un respaldo unánime; cuando el presidente del Consejo Alfonso Durazo dio lectura al planteamiento, se constató que la idea corresponde al diseño de un proceso inédito, histórico, transparente, unitario, ético y apegado a una verdadera vocación democrática. Los reconocidos aspirantes a dirigir el movimiento estuvieron presentes, firmaron el acuerdo y se comprometieron de puño y letra a respaldar al ganador de la madre de todas las encuestas. Todos fueron recibidos con afecto y respeto como debe ocurrir entre compañeros de una causa tan grande como es la lucha de un pueblo por su libertad, justicia y paz.
AMLO siempre va un paso adelante (jugada magistral la han llamado analistas de todo signo ideológico) y esta es una apuesta no menor, que todos los obradoristas debemos honrar, pues se ha puesto el legado del Humanismo en prenda para privilegiar la unidad del movimiento, y conseguir la hazaña de seguir caminando juntos con la inspiración de lo ya logrado en estos años de regeneración, pero con la mira muy alta y puesta más allá del proceso del 2024 y de todo interés personal: radicalizar los cambios sociales. Por eso quizá el grito que encendió el punto climático del acuerdo fundacional de una nueva época de nuestro movimiento fue este domingo 11 ¡Es un honor lucha con Obrador!
A inicios de 2019 las voces del PRIAN decían con dejos de soberbia: “no hay que preocuparse en seis años se van a despedazar entre ellos”. Si logramos llevar a buen puerto los propósitos y condiciones del acuerdo del Consejo Nacional, no solo vamos a desterrar el tapadismo, el dedazo y otras prácticas del viejo régimen, vamos a derrotar a quienes se frotan las manos por vernos divididos, y vamos a cumplir los anhelos de la vigorosa y mayoritaria base social en que se funda el nuevo Estado Democrático de Bienestar, que se concibe en función de la felicidad y el bienestar del pueblo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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