Levy, el mitómano

Por Ricardo Sevilla

Usted ya conoce los hechos: el martes pasado, la esfera pública mexicana fue cimbrada por una noticia que, hasta ese momento, no había sido confirmada: la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX) informó que Simón Levy Dabbah, exfuncionario del gobierno capitalino y subsecretario federal, había sido detenido en Lisboa, Portugal, bajo una Notificación Roja de Interpol y con fines de extradición.

La periodista Sanjuana Martínez ofreció contundentes elementos periodísticos para sustentar el hecho.

Sin embargo, Levy y sus atolondrados defensores intentaron eludir la realidad con mentiras y tergiversaciones. Lamentablemente, para ellos, no pudieron hacerlo.

Pero vayamos a los datos duros:

Los motivos de esta acción judicial, que culminó con la detención provisional y posterior liberación de Levy bajo medidas cautelares, son dos órdenes de aprehensión vigentes en México, y que derivaron de su reiterada (y tozuda) inasistencia a audiencias judiciales.

Se las enlisto y se las explico:

  1. Delitos contra el ambiente y responsabilidad de directores responsables de obra: Relacionados con la construcción de un inmueble que habría violado la normatividad.
  2. Amenazas y daño en propiedad ajena doloso: Derivado de una denuncia por agresiones y daños a la propiedad de una vecina en 2021, un incidente que se hizo viral en redes sociales.

Contra lo que los pseudo periodistas intentaron hacer, la Fiscalía y el Gabinete de Seguridad de México salieron a confirmar la detención, la existencia de la ficha roja de Interpol y el proceso de extradición que Levy aceptó formalmente ante el Tribunal de Apelaciones de Lisboa.

Pese a eso, Levy decidió seguir negando que el panorama que se le presentaba le era adverso.

Levy decidió insistir en que no había sido detenido. Pero mintió. Y decidió seguir mintiendo.

En realidad, la única variación es que, tras su comparecencia, Levy fue liberado bajo medidas cautelares (permanencia y control de identidad), pero no puede salir de Portugal.

Por alguna razón que escapa a la comprensión de muchos, Levy utilizó sus redes sociales para negar categóricamente la detención, la ficha roja y la existencia de órdenes de aprehensión.

Y no solo eso. Fue más allá. Dijo que estaba en Washington. Y que allá, en ese país, estaba recibiendo ayuda.

Entre otras cosas, el tipo afirmó estar “perfectamente bien” y sostuvo que las versiones eran parte de un intento de “matarle e inventarle mil cosas más“. Llegó a declarar, incluso, que las acusaciones en su contra eran falsas y que las pruebas fueron manipuladas.

Sin embargo, el contraste es rotundo: mientras las autoridades mexicanas y portuguesas confirman el acto procesal de la detención, la existencia de la ficha roja y las medidas cautelares, Levy insiste en pintarnos –y dibujarse a sí mismo– una realidad completamente opuesta.

Y uno, llegado a este punto, se pregunta: ¿Levy es un mitómano?

Y aquí es importante explicar que la mitomanía patológica se define como una tendencia compulsiva e irrefrenable a mentir que a menudo no busca un beneficio claro e inmediato, sino que se relaciona con una perturbación de la personalidad (baja autoestima, inseguridad, necesidad de admiración).

De hecho, los psicólogos sociales sostienen que, en casos como el de Levy, el individuo falsifica su realidad para hacerla más tolerable o significativa.

En ese sentido, podríamos decir que el mitómano se vuelve esclavo de su invención y, poco a poco, pierde la brújula entre lo que fue y lo que quisiera ser.

Infelizmente para Simón Levy y sus extraviados defensores, el proceso de extradición es una verdad –y una realidad– judicial que ninguna mentira mediática puede cambiar.

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