La derecha es violencia: del discurso a los hechos

La última marcha en el Zócalo evidenció cómo la derecha convierte la protesta en agresión directa, mostrando que su estrategia política recurre al miedo, la intimidación y la violencia física.

La marcha de la derecha en el Zócalo no fue un simple despliegue de inconformidad política: fue una demostración de violencia organizada. Lo que inició con banderines blancos y símbolos religiosos terminó en ataques a las vallas de Palacio Nacional, lanzamiento de adoquines, petardos y bombas de humo, y acoso a la Catedral Metropolitana. La “pacificación” quedó solo en el discurso; la práctica de la derecha es confrontación y agresión.

Históricamente, la derecha mexicana ha normalizado la violencia como herramienta política. Desde Felipe Calderón y la llamada “Guerra contra el Narco”, que sirvió para consolidar alianzas oscuras con actores del crimen organizado, hasta declaraciones recientes de líderes como Jorge Romero, que afirman que lo que le falta a la oposición es violencia, se observa un patrón constante: usar la fuerza y la intimidación para imponerse.

En el Zócalo, los adultos mayores guiaron a la generación Z, que quedó rebasada en número y estrategia, demostrando que la violencia no es casual ni juvenil, sino instruida y tolerada por los mayores dirigentes de la oposición. Los ataques a las vallas, la burla hacia la Presidenta y la celebración de enfrentamientos directos con la policía evidencian que la derecha no busca el diálogo, sino la coerción y el miedo como método político.

Incluso los símbolos y consignas usados —banderas nacionales, imágenes religiosas y referencias históricas— se combinaron con actos de agresión, mostrando que el odio y la intimidación son parte de su identidad. Esta marcha confirma que, en México, cuando la derecha se moviliza, la violencia deja de ser un incidente aislado y se convierte en la estrategia principal para disputar el poder.

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