De repente le dieron ganas de hablar a la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, y ya busca desesperadamente diálogo con el presidente AMLO y con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, para frenar la inminente reforma al poder judicial, sobre esta paradoja hablaremos más abajo.
La ilusión de la división de poderes
Tanto se ha parafraseado al prócer de la ideología de la burguesía revolucionaria del siglo XVIII, Montesquieu, que de repente nos cuesta entender a qué nos referimos con la división de poderes en una “democracia” y de los famosos contrapesos.
Habrá que recordar que Montesquieu sigue pensando incluso en monarcas y en la elección popular muy limitada de sus representantes en las cámaras. Por lo tanto, no debe tomarse como una receta su propuesta política.
Sabemos firmemente que no existe esa división de poderes, que es puramente formal esa aseveración. La que si existe materialmente son los poderes económicos y políticos que se combinan y se diversifican en muchos ámbitos.
No es un secreto ni una falacia decir que en nuestro país el poder económico tiene mucha fuerza, podemos apostar que los intereses económicos de unos cuantos neoliberales son quienes tienen aprisionado al poder judicial y lo usan facciosamente contra la izquierda con la bandera falsa de la división de poderes.
Ascenso y descenso
Norma Piña ascendió a ministra como la gran mayoría de ministros de la corte, con una carrera judicial que puede estar llena de irregularidades y con acciones presuntamente individuales que solo refuerzan el discurso meritocrático.
Después al ser una jueza contraria totalmente al movimiento obradorista cometiendo verdaderos crímenes contra el pueblo de México como echar abajo reformas sociales constitucionales, se ganó más la simpatía del supremo poder conservador y se erigió como su líder al ser la presidenta de la SCJN.
Desde esa posición usa facciosamente sus atribuciones para atacar con todo a la 4T, el ejemplo de Zaldívar es muy claro de cómo utilizar la justicia para perseguir represivamente a contrincantes.
Norma Piña tuvo ese gran ascenso que se vio ya destruido con la victoria de la 4T y del Plan C que se viene con la reforma al poder judicial al tener mayoría absoluta en todas las cámaras de representantes. Por eso anda buscando diálogo con el ejecutivo y anda en varios medios de comunicación mintiendo.
El pueblo manda
En el discurso de Norma vemos un claro clasismo y desprecio al pueblo al poner en duda el juicio o criterio de la mayoría de la población que va a poder elegir en unos meses a los magistrados y otras autoridades del poder judicial.
A Piña se le olvida que el pueblo manda y que esta forma de hacer política no coincide -ni tiene por qué hacerlo- con su visión de país donde solo se hacen arreglos cupulares y donde la justicia se mercantiliza. Se le acabó su negocio y su cacicazgo.
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