La comunidad internacional ha respondido con un rechazo casi unánime a la propuesta del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “tomar el control” de la Franja de Gaza y transformarla en una próspera zona turística. Con la excepción de Israel, numerosos países han calificado el plan como una violación del derecho internacional y un intento de desplazamiento forzado de los palestinos.
Trump presentó su idea durante una rueda de prensa en Washington junto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Describió su visión de convertir Gaza en “la Riviera de Oriente Medio”, reasentando a los palestinos en otros países. “Será nuestra responsabilidad desmantelar las bombas sin explotar, nivelar el terreno, deshacernos de los edificios destruidos y allanar la zona para impulsar un desarrollo económico sin precedentes”, afirmó. Posteriormente, su secretario de Estado, Marco Rubio, reiteró el compromiso estadounidense de “liderar” este proceso en favor de una “paz duradera”.
Sin embargo, la reacción internacional fue inmediata. Hamás rechazó la propuesta, tildándola de “racista” y “criminal”. Basem Naim, miembro del buró político del grupo, denunció que este plan “liquida la causa palestina” y viola los derechos fundamentales de su pueblo. Desde la Autoridad Nacional Palestina, el presidente Mahmud Abás reafirmó que los palestinos no permitirán la expulsión de su pueblo.
En Europa, el gobierno español expresó su firme oposición a la propuesta de Trump. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, destacó que “Gaza es la tierra de los palestinos y parte del futuro Estado palestino”. Francia también rechazó cualquier desplazamiento forzoso, calificándolo como una “violación grave del derecho internacional”, mientras que el Reino Unido, bajo el liderazgo de Keir Starmer, insistió en que a los palestinos se les debe permitir regresar y reconstruir sus hogares.
Desde Oriente Medio, países como Arabia Saudí y Egipto subrayaron que la estabilidad regional depende de la creación de un Estado palestino independiente. Turquía calificó la propuesta como “inaceptable”, y el gobierno de Indonesia denunció que la raíz del conflicto es la ocupación israelí prolongada.
Incluso desde el continente americano, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se mostró perplejo ante el plan de Trump. “¿Y los palestinos a dónde van? ¿Dónde van a vivir?”, cuestionó en una entrevista.
La ONU también se pronunció con contundencia. Volker Türk, alto comisionado para los derechos humanos, recordó que el derecho internacional prohíbe cualquier deportación o traslado forzoso de población sin una base legal. En la misma línea, China reiteró su apoyo a la solución de dos Estados y rechazó cualquier intento de alterar la composición demográfica de Gaza.
Mientras tanto, Rusia evitó condenar directamente la propuesta, aunque indicó que ha tomado nota de las reacciones de países clave como Egipto y Jordania.
La abrumadora respuesta internacional refleja una clara postura en contra del plan de Trump. Para la mayoría de los líderes mundiales, cualquier solución al conflicto en Gaza debe basarse en el respeto al derecho internacional, la autodeterminación del pueblo palestino y la estabilidad regional.
Comentarios