Desde su creación, la CIA (1947) y la DEA (1973) han operado en México, principalmente tras la “guerra contra las drogas” declarada por Nixon en 1972. Durante décadas, estas agencias actuaron con la anuencia tácita de autoridades mexicanas, incluso portando armas y colaborando con fuerzas nacionales como la DFS, Ejército, Marina y Estado Mayor Presidencial.
En una investigación de Jorge Retana para Contralínea, se destaca que, pese a la influencia y operativos conjuntos, la relación se tensó con la detención del general Salvador Cienfuegos en 2020 en Estados Unidos, marcando un antes y un después en la cooperación bilateral y el respeto a la soberanía mexicana.
Periodistas como Manuel Buendía y más recientemente José de Jesús Esquivel han documentado la intervención de estas agencias en el país, revelando vínculos con narcotráfico, corrupción y violencia. Buendía, asesinado en 1984, denunció la presencia de agentes de la CIA y el contrabando de armas, mientras que la DEA estuvo involucrada en casos como el asesinato del agente Enrique Camarena, que evidenció la compleja relación entre agencias y cárteles.

El arresto de Cienfuegos en la “Operación Padrino”, acusado de vínculos con el Cártel del H2, sacudió al Ejército Mexicano y al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tensionando la cooperación en seguridad con Estados Unidos. La exoneración posterior del general por la Fiscalía General de la República y la publicación parcial del expediente buscó restaurar la estabilidad política y militar nacional.
Este capítulo revela cómo la actividad de la CIA y la DEA en México no solo ha influido en la lucha contra el narcotráfico, sino que también ha generado crisis políticas, conflictos institucionales y un entramado complejo entre soberanía nacional y operaciones transnacionales.
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