Hace unos días nos enteramos que después de un siglo de vida, el expresidente Luis Echeverría Álvarez (LEA) falleció. Un personaje histórico que precisamente encarna los valores de corrupción, autoritarismo, represión y desigualdad social del otro ente que hoy agoniza, me refiero al Partido Revolucionario Institucional (PRI). El presente escrito busca analizar la relación que existe entre ambos sucesos dentro del mismo proceso histórico.
La dictadura perfecta
El Partido Nacional Revolucionario (PNR) fundado en 1929 buscó institucionalizar la Revolución Mexicana y la llevó hasta sus límites -dentro del marco legal capitalista- durante el cardenismo (1934-1940): expropiación petrolera, educación socialista, profundización de la reforma agraria, empoderamiento de centrales campesinas y de la clase obrera, etc.; fue ahí donde cambió precisamente su nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Eran los tiempos de la izquierda en México.
Sin embargo, esos tiempos cambiarán con el proceso paulatino de derechización a partir del sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y que llevará a un nuevo cambio de nombre del instituto político por el de Partido Revolucionario Institucional, nombre que aún posee el que se convirtió en el partido hegemónico del Estado Mexicano durante lo restante del siglo XX.
Las centrales obreras y campesinas servirán de control sindical que impedirán que la lucha de clases fuera desbordada. El autoritarismo de los sindicatos -ya bautizados como charros- también fungirá como base de “falsa legitimidad” para toda política y acción emprendida por el gobierno.
Y cuando la lucha de clases rebasaba esos marcos existentes se recurrirá al terrorismo de Estado como medida de control. Así tendremos las masacres estudiantiles de 1968 y 1971, pero también la llamada “guerra sucia” donde se cometieron crímenes de lesa humanidad contra cientos y hasta miles de personas.
Y ese ambiente de terror y control se daba mientras pasamos de un “milagro mexicano” a un desarrollo estabilizador, donde el país aparentemente crecía en términos macroeconómicos pero la desigualdad social se mantenía y por momentos se profundizaba. Modelos económicos que se fueron desgastando y llegaron los nuevos aires del neoliberalismo en los 80´s.
Así, cambiamos a políticas neoliberales que profundizaron las desigualdades sociales, pulverizaron derechos laborales y sindicatos democráticos, se abarataron -intencionalmente- las empresas paraestatales y fueron privatizadas. Además de buscar la mercantilización de muchos derechos sociales como la educación y la salud, por ejemplo.
Eran los tiempos de “la dictadura perfecta” como la llamó el escritor peruano Vargas Llosa, quien ahora es un intelectual orgánico de la ultra derecha latinoamericana. Incluso, esa dictadura también tenía un control de la población a través de la hegemonía cultural que ejercían los medios de comunicación en su favor.
Agoniza el dinosaurio
No obstante, el PRI en tiempos del neoliberalismo ha ido perdiendo terreno -aún, aunque se alió al derechista Partido de Acción Nacional- y hoy vemos como de a poco va agonizando. El otrora partido invencible parece que se le van terminando las fuerzas que lo impulsaban y se va resignando a una posible extinción.
Y es que si en tiempos recientes habían tenido algunos descalabros (de 2000 a 2012 gobernó el PAN y la pérdida de algunos estados) se volvían a levantar como el ave fénix de las cenizas resurgían más poderosos. Pero esta vez parece que el referee terminará contando hasta 10 y sonará la campana.
Y es que, de estar gobernando en los últimos años hasta 19 estados, hoy en día aún yendo en alianza con el PAN y el ya derechizado Partido de la Revolución Democrática (PRD) se han quedado solamente con 3 estados en su poder, dos de ellos van a elección el siguiente año (Coahuila y el Estado de México) los cuales todo apunta a que perderán de nuevo, solo les quedará Durango.
El mundo al revés
No cabe duda que el guinda del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) desde 2018 fue el color que está llevando al PRI a una muerte anunciada, agonizante y desesperante. Incluso llevándolo a hacerse pasar por víctimas de persecución política y que se les quiere eliminar por ser enemigos peligrosos del régimen.
Toda la imaginación que buscan convertir en consignas políticas solo es una ofensa artera a quiénes sufrieron por décadas las verdaderas represiones del PRI, los verdaderos perseguidos políticos, a quienes los asesinaron, torturaron, golpearon y aventaron en esos vuelos de la muerte.
Y sí en nuestro país nos gusta el surrealismo y vivir en un mundo al revés, es tiempo de que no caigamos en esas mentiras, a los Alitos, a los Anaya, a los Rosario Robles, a los Cabeza de Vaca y compañía se les persigue por corruptos y por atentar contra el patrimonio común, que nos quede muy claro.
Finalmente, hoy en día ya murió Luis Echeverría, el simbolismo que eso puede tener es quizás que con su deceso físico también esté por terminar la existencia como instituto político de importancia del PRI. Vivimos tiempos interesantes y podemos presenciar la extinción del dinosaurio, en cambio del priísmo como cultura política nos costará un poco más eliminarla. Pero seguiremos trabajando para lograrlo.
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