No pueden caer más bajo, han sacado el cobre. Las y los ministros (bueno 8 de los 12) caen en el absurdo de violentar sus propios principios y las tesis básicas jurídicas del constitucionalismo al aceptar recursos ilegales que buscan detener la reforma judicial. Esta afrenta monstruosa nos obliga a reflexionar un poco más abajo.
Golpes de Estado
Existe una triste tradición histórica de golpes de Estado militares en Latinoamérica y otros países del mundo, sobre todo durante el siglo XX en medio de la guerra fría. Pues las oligarquías internacionales y las nacionales de cada región buscaban aniquilar físicamente y hundir en sangre todo reclamo social de justicia que atentara poquito sus mezquinos intereses.
Así, gobiernos democráticos fueron golpeados por militares que vinieron a poner dictaduras sangrientas que cometieron miles de crímenes de lesa humanidad, dejando heridas sociales que nunca sanarán.
Esa era la tradición de las derechas y de los ricos mundiales, que con el consenso generado por sus medios tradicionales de comunicación creaban un escenario de legitimidad para las fuerzas armadas que se materializaban como gobernantes (aunque los que seguían mandando eran los ricos).
Golpe blando
Sin embargo, entrado el siglo XXI fue más difícil para los conservadores mantener esa práctica de control imperialista. Entonces tuvieron que reinventarse y buscar otras formas para derrocar a los gobiernos y pueblos que tuvieran pequeños ápices de justicia social o si tenían mucho de izquierda con mayor razón.
Recurrieron a la legitimidad creada de los poderes judiciales y basándose en una interpretación errónea de Montesquieu fetichizaron a ese poder y su supuesta independencia que le permitía en la práctica estar por encima de todas y de todos.
Así, podrían derrocar gobernantes de izquierda y realizar persecuciones judiciales facciosas. Por mencionar a algunas personas de izquierda que sufrieron esos hechos se encuentran los Lula Da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, y un largo etc.
El poder del pueblo
En nuestro país el poder judicial se rebela ante un gobierno de izquierda que materializa justicia social. Votando en contra de todas las iniciativas en favor del pueblo calificándolas como inconstitucionales.
Ahora que el pueblo votó mayoritariamente en favor de profundizar la transformación, el poder judicial sale en defensa de sus privilegios y por mantener sus redes de corrupción, nepotismo y mercantilización de la justicia.
Está en juego también las opciones del poder judicial para utilizarse contra el gobierno de la 4T y dar un golpe blando que por más que lo han venido maquinando en las sombras no lo han podido lograr.
Y aunque su última rabieta tiene mucho de golpe blando, lo cierto es que no podrán con la voluntad de 36 millones de mexicanas y mexicanos que quieren un cambio democratizador en ese poder judicial, algo que ni los 8 ministros ni nadie podrán detener. Sientan el poder del pueblo.
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