Ante todo pronóstico la Suprema Corte de Justicia de la Nación no alcanzó los votos necesarios para invalidar la democratización del poder judicial. Este final de este proceso de resistencia que los pintó como lo que son, corruptos, nos obliga a escribir líneas abajo unas reflexiones, acompáñenme.
El cártel de Piña
Norma Piña llevó al límite su resistencia al poder democratizador del pueblo. No solo estuvo en medios de comunicación y en foros internacionales (principalmente gringos) despotricando en ese entonces contra la reforma judicial con muchas mentiras, también llegó ahora a querer cambiar la constitución y todo lo que su órgano ya había juzgado en situaciones similares, es decir los antecedentes jurídicos de jurisprudencia quedaban en el olvido y no importaban.
El colmo de la desfachatez fue que ante su derrota de este martes donde un ministro prefiere traicionarla a ella y no al pueblo de México haciendo que solo tengan 7 votos a favor (de 11) de su ilegal recurso contra la democratización constitucional del poder judicial, llegó a someter a votación que pues fuera válida solo con la mayoría simple de 6 votos. Neta, son sinvergüenzas. Afortunadamente en esa votación para admitir esa validez perdieron y fue nuevamente traicionada quedando los últimos cambios constitucionales intactos.
Norma Piña así termina demostrando que nunca rompió ningún techo de cristal y que su vocación siempre fue individualista y siempre solo importo ella y nadie más. Pero qué podíamos esperar de una personaje que se reunió con Alito Moreno en pleno proceso electoral y que se asumió como opositora antes que como contrapeso.
El papel de la SCJN
Y esa misma discusión debemos darla. Muchos juristas de derecha y la derecha misma vanagloriaban a su última vocera, Norma Piña y a todo o bueno una partecita del poder judicial en plena rebeldía.
Jamás entendieron que su interpretación de Montesquieu era errada y creer que un contrapeso debía ser la oposición era una blasfemia a su fetichizado Estado de derecho. Llegaron incluso a decir que pues la ley ya no era la ley.
Ya se podían romper todos los marcos legales y procedimientos. Solo porque ahora no les favorecían. Nos queda ya muy claro que su corrupción y falta de principios es un monstruo gigantesco que fue alimentado y protegía al mismo neoliberalismo mexicano.
Democraticemos todo
Les ganamos con sus reglas y en su cancha, eso es lo que más les duele. Sin disparar un solo tiro estamos transformando al país en beneficio de las grandes mayorías. Busquemos democratizar todo, incluido el poder judicial, nos lo merecemos, disfrutemos lo votado y defendámoslo.
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