Europa promete limpiar su aire, pero reserva su derecho a comprar contaminación

Tras una maratónica negociación de casi 24 horas, la Unión Europea acordó reducir 90% sus emisiones para 2040, aunque con una polémica cláusula que permitirá “comprar” hasta un 10% de contaminación. El pacto, celebrado como ambicioso, también deja ver la flexibilidad que exigieron países como Italia para no comprometer su competitividad.

Tras casi un día completo de negociaciones, los países de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo histórico y polémico para reducir en 90% las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) para 2040, con respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, el pacto incluye una cláusula que permitirá a los Estados comprar créditos internacionales para emitir hasta un 10% más, siempre que inviertan en proyectos de mitigación ambiental fuera del bloque.

El nuevo marco, aprobado pese a la resistencia de Italia y el rechazo de Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, fue celebrado por la Comisión Europea como una muestra de “liderazgo y ambición” climática rumbo a la próxima COP30, que se realizará en Belém, Brasil. No obstante, diplomáticos y expertos advierten que la flexibilidad acordada podría reducir el objetivo real de recorte hasta un 80%.

El esquema, conocido como formato “5%+5%”, permite que los países utilicen el primer 5% de flexibilidad directamente, mientras el segundo está sujeto a una cláusula de revisión basada en la evolución tecnológica y las condiciones económicas. En la práctica, esto significa que un Estado podrá emitir más CO₂ si financia iniciativas ecológicas como reforestación o energías renovables, en un mecanismo que muchos califican como “comprar el derecho a contaminar”.

La ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, defendió el acuerdo asegurando que el objetivo del 90% “sigue siendo vinculante”, aunque reconoció que la cláusula permite ajustar metas nacionales “en pro de la competitividad europea”. Fuentes diplomáticas señalaron que Italia presionó para incluir estas flexibilidades, buscando proteger su industria frente a los costos de la transición verde.

El texto final, que aún debe ser ratificado por el Parlamento Europeo, contó con el apoyo de 12 países que se mostraron “muy unidos” en torno al liderazgo climático, entre ellos España, Suecia, Países Bajos, Alemania y Finlandia. Pese a las críticas, Bruselas considera que este acuerdo consolida a la Unión Europea como la región más avanzada en materia de acción climática, aunque el costo ambiental de su flexibilidad aún está por verse.

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