In memoriam Ricardo Rocha
“Hemos superado un obstáculo más, pero aún nos faltan muchos. Porque el reto para nuestro partido por el bien del país, es estar en el poder por siempre y para siempre”. Estos fueron los diálogos finales de Juan Vargas, personaje interpretado por el actor Damián Alcázar en la película La Ley de Herodes (1999) de Luis Estrada, quien se convierte en diputado federal de su estado después de acabar con las ambiciones del Secretario de Gobierno, interpretado por Pedro Armendáriz Jr.
Estos diálogos finales fue el ideal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó gran parte del siglo XX en México, por medio de malas prácticas que perduran hasta nuestros días, un partido que parece estar llegando a su ocaso y sin cumplir el ideal antes mencionado.
El pasado 4 de junio, se llevaron a cabo las elecciones estatales en Coahuila y en el Estado de México. Por un lado, la maestra Delfina Gómez Álvarez, la candidata de la coalición Juntos Hacemos Historia, triunfó en el Estado de México con el 52.65%, dejando atrás a Alejandra del Moral, con un 44.3% del sufragio. Y por otro lado, el ingeniero Manolo Jiménez Salinas, candidato de la alianza formada por el PRI-PAN-PRD, obtuvo su victoria en Coahuila con el 56.93% convirtiendo aquel estado en un bote salvavidas para el partido tricolor. En este caso, se auguraba la derrota inminente del PRI en el Estado de México y el fin del llamado Grupo Atlacomulco.
Aunque se ha negado la existencia de este siniestro bloque político, las investigaciones realizadas por el periodista Francisco Cruz y Jorge Toribio en su libro Negocios de familia, revelaron no solo su existencia, también su fundación en 1942 por Isidro Fabela, oriundo de Atlacomulco. El ex canciller carrancista fue nombrado gobernador interino del Estado de México, tras el insólito asesinato del gobernador mexiquense Alfredo Zárate Albarrán, integrante del Bloque Nacional de Gobernadores, una alianza opositora a la Unidad Nacional que llamaba el presidente Manuel Ávila Camacho tras la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial. Fabela fue un diplomático y con experiencia limitada en los asuntos de política nacional y fue una sorpresa que el presidente Ávila Camacho lo eligiera para gobernador sustituto, para cubrir el periodo del 16 de marzo de 1942 al 15 de septiembre de 1945. Al tomar protesta como gobernador, Fabela menciona en su discurso:
“La designación que han hecho en mi persona, señores representantes del pueblo de mi estado natal, me honra sobre manera… no es el acto ni el momento para hacer un programa de acción gubernamental. Sólo diré a ustedes que sin programa, sin compromisos que muchas veces no se cumplen, demostraré a ustedes mi buena voluntad de servir al Estado de México, con mis actos, con mi trabajo, con mi honestidad, con mi espíritu de justicia que trataré de llevar en todas mis acciones como gobernador de esta entidad federativa. Ustedes saben, señores, que yo no he tenido nunca ambiciones políticas de gobernar este estado, aunque muchas veces se me ofreció que aceptara mi candidatura, y nunca quise… se puede servir a la patria no sólo gobernando un estado, no sólo haciendo actos de gobierno localmente. Se puede servir a la patria como lo he hecho yo en el terreno internacional, en donde he puesto todas mis modestas”
Fabela traicionó sus ideales revolucionarios para afianzarse en la política mexiquense y con la ayuda de un personaje clave entregaron diez mil pesos a diputados locales y alcaldes para aprobar una reforma a la Constitución local y así llegar a ser gobernador sustituto. Este personaje clave cobró relevancia en esta historia, porque fue el hombre que obtuvo el dinero de las arcas públicas para este propósito. Estamos hablando de Alfredo del Mazo Vélez, quien fuera Tesorero General del Estado y después Secretario de Gobernación.
La familia del Mazo, igual nacidos en Atlacomulco, llegaron a estructurar su familia para protegerse entre ellos y obtener contratos de obra pública mediante la formación de empresas, similar a una familia siciliana. El hijo Alfredo del Maza González, su nieto Alfredo del Mazo Maza y su sobrino nieto Enrique Peña Nieto llegaron a ser gobernadores pertenecientes a aquel grupo político con una oscura historia de corrupción y violencia.Durante los cinco años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha visto al partido que nació para institucionalizar la revolución armada en 1929 en vías de extinción, bajo la penosa dirección de Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, dejándola con Coahuila y Durango.
El partido tricolor no se extinguirá hasta que deje de respirar, por lo que puede ser condenada a ser un partido marginal. A pesar de contar con el apoyo de los medios de comunicación, los grandes intereses económicos mexiquenses, la iglesia y de los sectores de clase media que respaldan la permanencia de las fórmulas priistas, no fueron suficientes para alterar sistemáticamente los resultados, como lo llevaron a cabo en las elecciones del 2017.
En resumen, el hartazgo del pueblo mexiquense por la corrupción del PRI, la escandalosa falsificación de facturas revelada por la periodista María Teresa Montaño Delgado por el periódico The Guardian, fueron los factores que permitieron vencer al grupo Atlacomulco y no permitir que se cumpliera la meta del PRI de permanecer siempre en el poder.
Ahora la gobernadora electa tiene la responsabilidad de gobernar una entidad de más de 16, 992,418 de habitantes, según el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, de erradicar a los remanentes del bloque político creado hace 81 años y sobre todo llevar el proyecto de la 4T a ese estado.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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