Mientras Estados Unidos exige a México reforzar la lucha contra los cárteles y frenar el flujo de drogas ilegales, en su propio país 24 estados y el Distrito de Columbia han legalizado el consumo recreativo de cannabis. Además, en Oregón y Colorado se regula el uso de psicodélicos como la psilocibina.
El pasado viernes, The New York Times reveló que el presidente Donald Trump firmó una directiva secreta para autorizar el uso de fuerza militar contra cárteles calificados como organizaciones terroristas, aunque el Gobierno mexicano descartó la presencia de tropas estadounidenses en su territorio.
En México, el enfoque prohibicionista sigue predominando, pero especialistas en salud pública advierten que esta estrategia ha fallado al no reducir el consumo, sino alentar mercados ilícitos y alejar a usuarios de tratamientos formales.

En una entrevista para el diario 24 HORAS, Marcela Madrazo, experta de la Clínica Condesa, señala que “el prohibicionismo limita la protección a las personas y fortalece el mercado ilegal” y propone un modelo de reducción de daños con acceso a información, insumos seguros y acompañamiento médico, priorizando la dignidad y derechos humanos.
En la Ciudad de México, el gobierno implementó espacios para consumo tolerado de cannabis, aunque con reglas estrictas, tras problemas como venta ilegal y falta de seguridad. Especialistas consideran que estas regulaciones son clave para acercar a los usuarios a servicios de salud, ya que la prohibición genera miedo y estigmatización.
Según la Red Nacional de Atención a las Adicciones, en 2023 más de 179 mil personas buscaron tratamiento por consumo de sustancias, reflejando la urgencia de enfoques más integrales y humanos en política de drogas.
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