En algún punto de su desastre, la derecha fascista determinó que el abrumador y aplastante apoyo al presidente López Obrador y a las políticas de la 4T tenía su origen en los programas sociales con los que se ha disminuido la perversa desigualdad generada por treintaiséis años de políticas antipopulares, y enfocó sus esfuerzos en imitar y defender los dichos programas que en esencia son contrarios a su ideología donde el echaleganismo individualista y rapaz sustituye la responsabilidad del Estado de atenuar los desequilibrios a través de una redistribución justa de la riqueza social.
Así es que hoy, obligados sin duda por la agenda nacional impuesta por López Obrador donde el actor protagónico es el pueblo y no las élites corrompidas hasta la médula, el conservadurismo prianista está prometiendo hacer lo que no hizo durante el tiempo en que detentó el poder.
Que si apoyo a las mujeres con una fraudulenta tarjeta rosa en Guanajuato, que si “médico en tu casa”, que si atención a adultos mayores ¡con pediatras!, según la Sra. X, que si 5 millones de viviendas para resolver el déficit habitacional. En otras palabras, remendar toscamente los saldos que nos heredó el neoliberalismo al favorecer sin medida a los cuates del poder, fueran éstos nacionales o extranjeros. Y en tan alta estima tienen los prianistas a los programas sociales que su candidata firmó con sangre que continuará con ellos. Pero como sabemos que todos ellos mienten, ya ni caso les hacemos.
Lo que la derecha no ha identificado todavía –y nunca lo hará- es que los programas sociales implementados por la 4T son apenas parte de una estructura mayor en la que se incluye los aumentos a los salarios, la creación de infraestructura como el Tren Maya y el AIFA, el apoyo al campo para reconstruir lo que destruyó la reforma salinista al artículo 27 constitucional, en otras palabras y dicho a la manera obradorista, regresarle al pueblo lo robado. Para el proyecto transformador nacional no bastan las promesas electorales de entregar patos, pollos, cerdos, puercos, cochinos, marranos, a una población empobrecida por las acciones de quienes hoy quieren ser sus salvadores, sino concretar en leyes los avances sociales, por ejemplo, las iniciativas de reforma al Artículo 123 constitucional, con las que “el Poder Ejecutivo busca garantizar que el salario mínimo siempre esté por encima de la inflación anual vigente”, como señaló Marath Bolaños López, secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS) en conferencia mañanera. (https://lopezobrador.org.mx/2024/02/07/).
El presidente López Obrador ha buscado que las reformas constitucionales y los programas sociales queden inscritos como leyes para que a la derecha corrupta no le sea tan fácil retraer los avances alcanzados si es que regresa al poder -lo cual no ocurrirá en el siguiente sexenio, por lo menos-, porque la tentación derechista de hincarle el diente a los bienes nacionales y meterle mano al erario siempre estará latente.
Si de verdad la derecha corrupta buscara el bienestar de la gente, apoyaría las reformas a las pensiones con las que se dará un retiro digno a los trabajadores que generaron riqueza durante su vida laboral, estimaría la construcción de infraestructura como un detonante para el desarrollo del bienestar, entregaría un reparto de utilidades justo, por citar unos ejemplos, y no se escondería detrás de los bribones que con su actuación insultan a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Apoyarían críticamente, pero su diseño mental los obliga a actuar como delincuentes y no pueden ni saben ni quieren conducirse de otra manera. Qué le vamos a hacer si así son.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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