La oposición basa su triunfo en la equivocación de las actuales encuestas. Hasta el momento no se conoce idea completa en la que se base la atracción de los votantes. Para darle solidez a su propuesta que es al mismo tiempo trinchera y refugio, acuden a los resultados de encuestas anteriores no sólo de México sino del mundo entero.
Si se desconoce cómo se hacen las encuestas se desconoce su credibilidad; pero para la derecha las encuestas son iguales. Para ellos la realidad política es una plata sin matices, ni niveles, ni tonalidades. Un manchó en el lienzo. Los medios tonos en música también se escuchan.
Las encuestas serias en México no se han movido en varios años. Las simpatías sobre los candidatos de Morena persisten, incluso, algo sin precedente es la permanencia del presidente en un nivel de aceptación sin precedente en nuestro país, sobre todo a finales de su sexenio. La aceptación, así como la simpatía hacia Morena sigue inamovible.
Desde luego las agresiones y movilizaciones anti morenistas se multiplican pero no porque decaiga las simpatías hacia el Presidente o Morena, sino porque son tiempos electorales, ante los cuales hay quienes alquilan inconformes que lo mismo pueden irrumpir en el congreso de Nuevo León, que bloquear carreteras, o cerrar el acceso al aeropuerto de la Ciudad d México.
Los tiempos electorales tienen esa intención, hacer pensar, ficticiamente, que las simpatías del Presidente decaen. La pobreza que generaron los regímenes anteriores no puede resolverse en seis o doce años. Ellos se dedicaron a pauperizar a la población por casi cien años, y es que produce personas que pueden alquilarse para cualquier fin, con el objetivo de engañar a la población poco versada en la política que las simpatías del presidente están a la baja.
Las encuestas que miden la popularidad del Presidente se realizan por empresas de dentro y fuera de nuestro territorio; las simpatías de Morena se definen dentro del país con votos de los habitantes dentro de nuestras fronteras, dando como resultado triunfos electorales indiscutibles, es decir por una gran diferencia respecto al segundo lugar.
La oposición carece de proyecto político, desconoce las leyes electorales y desdeña la historia del país. Las encuestas, en general sin mediar metodología ni reparar en la precisión de sus universos, se han convertido en una bandera para la oposición, a grado tal que insisten en decir que la única que vale es la de las urnas, pero todos los días se pelean con todas esas encuestas que ya alucinan como el Quijote los molinos de viento.
Las encuestas son un síntoma que anuncia una derrota o una victoria, es decir la enfermedad o la salud. Pero la encuesta no es el fin en sí mismo, ni anuncio de victoria electoral, menos aún derrota garantizada. Pero si las encuestas, con diferentes métodos y distintas intenciones, marcan por más de 10 meses una constante, deben tomare en cuenta, pero no para anunciar derrotas ni victorias sino para triunfar con un mayor potencial, que es la intención actual de Morena, en el Plan C.
La encuesta es sólo la primera parte del análisis que exige una lectura de esta índole y el conocimiento de ese síntoma que puede tener vertientes y variables. Al mantenerse estables las encuestas encontramos definiciones que no pueden, de ninguna manera, detener la lucha por la victoria en las urnas; al contrario, debe intensificarla, como ahora sucede en pos del Plan C.
No hay encuesta que en lo que va del año le anuncie a la opción un triunfo contundente, las pocas victorias que se pronostican son por competencia reñida, de ahí que sean las encuestas su enemigo a vencer y no los candidatos o los partidos que las encabezan, cuestión de ver el árbol y no el bosque.
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