Los líderes de la oposición regresaron el tiempo y no para tener los privilegios de antes sino pelitos infantiles con el partido en el poder. Aseguran que ellos tienen mayor poder de convocatoria. Unos esperaban una elección al Poder Judicial más nutrida que en la revocación de mandato de López Obrador, que fue de 17 millones de votos y apenas superó los 13 millones. La parte opositora esperaba un millón de marchistas y apenas llegaron 2 mil.
La oposición consideró que la convocatoria del gobierno fue desairada, la asistencia a la votación, y en un arranque de mala intención señala que el voto duro de Morena se reduce a esa cantidad que anteriormente era de 30 millones, según votaciones a la Presidencia de 2024.
Cuando las elecciones no forman parte de cargos federales, sino locales, el abstencionismo aumenta considerablemente. La gente se deslinda de esas votaciones y reduce su presencia en las urnas.
Esto debe preocuparle más a la oposición porque en 2024, cuando hubo elecciones presidenciales ni el PRI ni el PAN, por separado, logró la cantidad de mexicanos que votaron en las elecciones del Poder Judicial.
En cambio, si la perspectiva de la votación se le da el significado de consulta popular, hablamos de un avance significativo. Desde el momento en que el entonces Presidente llamó a la población a decidir sobre el cambio de ubicación el aeropuerto de Texcoco, en 2019, cuando votaron 1’067, 859 mexicanos, que representó el 1% del padrón electoral. En 2020 se convocó a votar para decidir si se encarcelaba a los ex presidentes de la República, entonces votaron 6’474,708, poco más del 7 por ciento del padrón electoral. En ambos casos se esperaba el 40 por ciento del padrón para que fuera vinculante con las leyes y se actuara en consecuencia.
No puede dejar de tomarse en cuenta que la votación por la revocación de mandato del presidente de la República, fue de más de 17 millones de votos, es decir más del 18 por ciento del padrón. Esto lo debe tener muy en cuenta la cúpula de Morena, donde, por el momento, están centradas y concentradas las decisiones de avanzar o retroceder.
La cantidad de 13 millones, que representan el 12.57 por ciento, como mínimo, del padrón electoral, expresada el 1 de junio, no es mala pero tampoco buena para Morena, significa un avance en la participación ciudadana, saben por fin, que su opinión cuenta.
Esta conciencia de los mexicanos es irreversible y contra lo que vea la oposición, el hecho de que un ciudadano cobre conciencia del poder que posee a través de su voluntad le resta al autoritarismo poder, ese poder que ejercieron por muchos años el PRI y el PAN.
Más allá de las victorias de cada quien, y por más que la oposición señale derrotas en el contrincante, después de la elección de este 1 de junio, se avanzó.
Los mexicanos saben que deben participar, que no es posible dejar al gobierno que decida solo, que su voz es válida y su voto tomado en cuenta, que la democracia espera por ellos.
Ante esta realidad, más de un partido político debe tomar cartas en el asunto.
Luego de los resultados en Durango y Veracruz, todavía en litigio, debe haber focos rojos en todos los partidos políticos, incluyendo al del gobierno. El cual, lo primero que debe hacer es cambiar de líder estatal en Veracruz, quien debería ser investigado a fondo.
Después darse cuenta que tener las puertas abiertas a gente de otros partidos, sin mayor requisito que la ambición personal ha hecho mucho daño a Morena. Y, por último, pero no menos importante, la evidente pugna por querer llegar a 2030 como candidato a la Presidencia de la República, muestra clara de una falta de respeto a las actuales autoridades del país, y, sobre todo, al pueblo de México.
Votar es como amar, no puede fingirse ni realizarse a fuerza. Es una expresión de conciencia, no un acto de disciplina partidista como todavía lo acostumbra el PAN y el PRI.

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