Al cierre de esta columna, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, rindió de manera legal su sexto y último informe presidencial, el cual lo hizo ante millones de mexicanos que acudieron a escucharlo en la explanada del zócalo capitalino, un hecho histórico, algo que jamás había pasado.
Desde que fue obligatorio el informe de gobierno para los Presidentes de México, estos lo presentaban ante la cámara de diputados, pero no fue hasta 2007 que luego del robo de la presidencia por el espurio de Felipe Calderón Hinojosa, el informe dejó de ser presencial y los titulares del ejecutivo se encerraban en un pequeño salón para hablar de sus mentiras, de como el país mejoraba pero solo para unos cuantos. En realidad, les informaban a sus jefes inmediatos, los empresarios y embajadores de otros países.
Corría el año 2004 y comenzaba a escucharse algo llamado “desafuero”, que me explicaron era para evitar que AMLO fuera Presidente de México. Veía a mis padres y a mi abuelo molestos por dicha situación, y yo seguía sin entender por qué tanta admiración por ese político que la televisión mostraba como una persona algo retrasada, con un gallo en la cabeza e incluso mal vestida.
El día llegó y lo conocí en esa inauguración. Lo escuché hablar de los planes que tenía, no solo para el deporte, sino también para los jóvenes y la educación. En ese momento, sus palabras de “primero los pobres” retumbaron en mi cabeza, y no me podía imaginar cómo ese personaje podría cambiar mi vida.
En 2006 salí de la secundaria y cursé mi preparatoria en el Instituto de Educación Media Superior, una institución formada por ese personaje, Andrés Manuel López Obrador. Escuchaba muchas cosas negativas sobre las “Pejeprepas”, lo que afectaba mis prejuicios. Pero una vez dentro, me di cuenta de la importancia de una educación científica, humanista y de calidad, y entendí por qué había tanto desprestigio en su contra.
Concluí mi preparatoria y continué mis estudios en la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, otro programa educativo impulsado por Andrés Manuel López Obrador. En ese entonces, conocí a muchas personas que jamás habrían podido cursar una carrera universitaria sin este proyecto.
Como Jefe de Gobierno, influyó en mi vida deportiva, remodeló el lugar donde entrenaba, nos apoyó para desarrollarnos deportivamente y me brindó las herramientas para estudiar en la preparatoria y la universidad. ¿Cómo no iba a apoyarlo como Presidente de México?
Como titular del Ejecutivo, he sido testigo de cómo ha cambiado la vida de millones de mexicanos. Aquellos que, con el neoliberalismo, no tenían ni una sola comida, ahora tienen acceso a recursos básicos. He observado cómo la inseguridad ha disminuido y cómo conseguir empleo es ahora más sencillo.
El último informe presidencial de Andrés Manuel López Obrador no solo marca el fin de un ciclo, sino también el inicio de una reflexión sobre el impacto tangible de su mandato en la vida de muchos ciudadanos. La cercanía con la gente, el enfoque en los más vulnerables y el compromiso con la justicia social son elementos que han dejado una huella profunda en quienes hemos sido testigos de su gestión.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es importante reconocer el legado de este gobierno y considerar cómo sus políticas han moldeado el presente y pueden influir en el porvenir. Como durante su desafuero AMLO lo dijo frente a los legisladores “aún falta que la historia nos juzgue”, y así es, la historia juzgará el impacto total de su administración, pero para muchos, el Presidente López Obrador ha sido un catalizador de cambio que ha transformado vidas y ofrecido nuevas oportunidades a sectores de la población que anteriormente eran invisibles para el poder.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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