Mientras Estados Unidos no deje de ser el principal mercado de droga y armas en el mundo, México está condenado a sufrir tasas de violencia y homicidios comparable a países en guerra. No es deslindarse de la responsabilidad, es aceptar que vivimos en un mundo globalizado donde el imperio gringo dicta todo de manera directa o indirecta, desafortunadamente.
La única solución real para México es que el mercado de la droga y armas ilegales lo absorba Canadá o el mismo Estados Unidos, que se maten entre ellos y sufran la violencia que han sufrido países latinoamericanos, principalmente Colombia y México; pero la anglósfera no permitiría ese nivel de violencia entre blancos, ricos y protestantes porque es mejor que los muertos los ponga el tercer mundo entre su pobreza e irrelevancia.
Además, parte de la economía de México y Estados Unidos ya dependen del dinero de la droga. Es un cáncer metastático que se esparce poco a poco en todo el cuerpo, y que, si se quiere extirpar el tejido dañado, eso mataría al paciente porque ya hizo simbiosis con las otras células, condenándolo a la muerte. Claro, solo han decidido que se deben atacar y amputar el brazo y pierna que están al sur del Río Bravo, aunque lo otro eventualmente también morirá.
Las hipótesis que dicen que algunos cárteles incluso colaboran con Estados Unidos cobran sentido porque, ¿de qué otra manera se explican los niveles de violencia y la gran estigmatización que sufre México, pero la impoluta y hasta heroica imagen de los hipócritas estadounidenses ante el problema de la droga “mexicana”? No sería la primera vez que Estados Unidos se alía con su supuesto enemigo internacional. Ahora mismo se sospecha que Isis es el brazo armado y terrorista que Tel Aviv y Washington tienen para controlar e intimidar países. Muestra de ello es que nunca han cometido atentados en estos países y que, recientemente, Isis pidió a Hamás la liberación de los rehenes del 7 de octubre de 2023. Y la última “gran obra” de Isis fue en Rusia, quien sostiene una guerra proxy con Estados Unidos en territorio ucraniano. De hecho, una alianza con los cárteles que aparentemente intentan atacar es la manera perfecta de desestabilizar países latinoamericanos como históricamente lo han hecho de una manera discreta y disimulada: matar políticos incómodos, generar gran violencia en momentos precisos y mantener la industria bélica a flote.
Y es que Estados Unidos es el vecino cínico y matón que hace lo que quiere porque no ha habido (todavía) quien lo ponga en su lugar. Nadie le exige cuentas y todos le se subordinan por los temores de siempre. Su cultura de la muerte y violencia nos salpica porque, por más que se trate de desarmar a un grupo delictivo en México, siempre tendrá fácil acceso a más y mejores armas, ello sin mencionar los miles de millones de dólares que se llevan a ese país en droga: cien mil personas mueren al año por consumo de fentanilo además de otros segmentos de la población que son altamente adictos y va desde grandes banqueros en Wall Street hasta el trabajador de a pie. La decadencia a nivel de valores y sentido de vida que vive la población estadounidense es el caldo de cultivo perfecto para crear un mercado insaciable.
¿México es responsable de sí mismo? Sí y hay que hacer las cosas bien en todos los ámbitos posibles y deseables, pero mientras exista Estados Unidos tal y como lo conocemos, la violencia no cesará en nuestro país.
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