El domingo pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio positivo a Covid-19, causado por el nuevo coronavirus SARS CoV 2, suspendiendo su gira por el estado de Yucatán para la supervisión del avance del Tren Maya. A través de sus redes sociales, el mandatario informo de su padecimiento que lo mantendrá fuera de sus actividades en los próximos días. Ni modo, amigas y amigos: salí positivo a COVID-19. No es grave. Mi corazón está al 100 y como tuve que suspender la gira, estoy en la Ciudad de México y de lejitos festejo los 16 años de Jesús Ernesto. Me guardaré unos días. Adán Augusto López Hernández encabezará las mañaneras. Nos vemos pronto.
Una vez publicado el padecimiento del presidente, se difundieron mensajes de solidaridad deseándole pronta recuperación por parte de figuras como Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Andrea Chávez, diputada federal de Ciudad Juárez de Morena, Alejandro Armenta Mier, presidente del Senado de la República; el canciller Marcelo Ebrard. E incluso figuras de la derecha mexicana expresaron sus mejores deseos de recuperación como el panista Santiago Creel Miranda, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; y la diputada del PRI Claudia Ruiz Massieu. No obstante, redes sociales se inundaron con oscuras expectativas sobre su salud, por parte de comunicadores, políticos y usuarios opositores al proyecto del presidente, con el fin de justificar el intervencionismo de otros países y el retiro del poder por motivos de salud, demostrando su extremismo enfermizo.
Antes de enfermar, el presidente López Obrador enfrentó una serie de adversidades que intentan frenar su proyecto de transformación, en particular con la invalidación de la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA), por ocho de los once ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Norma Piña Hernández, presidenta de la corte, intento negociar “en lo oscurito” con el Secretario de Gobernación y Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la salida de la Guardia Nacional arrepentida del falló. Más aún, solicitó el apoyo de esta institución para resguardar las instalaciones del máximo tribunal, así fue revelado el lunes pasado en la conferencia matutina del secretario López Hernández. ¿Cuál es la importancia del presidente y su salud?
Durante el siglo XX, encontramos ejemplos claros y puntuales de la importancia del presidente y su salud, es decir, las enfermedades de los presidentes alteraron el curso de la historia durante los momentos más decisivos de sus administraciones, ejemplos como Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt.
En el caso del 28° presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson viajó con una delegación a París en abril de 1919 para negociar los acuerdos de paz al final de la Primera Guerra Mundial. Una vez en la capital francesa, el presidente Wilson al igual que la delegación estadounidense, enfermaron de gripe española, con síntomas de fiebre alta y una violenta tos. La enfermedad tuvo un fuerte impacto en la imagen del presidente estadounidense como profesor de moral durante los acuerdos de paz, accediendo a las demandas del primer ministro francés Georges Clemenceau de ocupar a región alemana de Renania y obligar a Alemania a pagar una indemnización por los daños causados, en especial a los franceses y belgas. A pesar de su recuperación, jamás volvió a ser el mismo, sufrió un derrame seis meses después, otorgándole el mando político a su esposa Edith Wilson y el senado estadounidense voto en contra de la ratificación del Tratado de Versalles, regresando a su política aislacionista que le impedía involucrarse en asuntos foráneos.
En cuanto al 32° presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt es recordado por liderar a la nación durante la Segunda Guerra Mundial y la legislación del Nuevo Trato (New Deal), fue diagnosticado con poliomielitis por el cirujano Robert Lovett en 1921, tuvo dolores terribles en sus piernas y espalda hasta perder la sensibilidad de la cintura para abajo, confinándolo en una silla de ruedas de por vida. Esto no le impidió ser investido como presidente el 4 de marzo de 1933, en un país paralizado por la Gran Depresión, en su discurso de investidura afirmó que “lo único que hemos de temer es al mismo miedo”.
Las políticas de Roosevelt chocaron con la Corte Suprema de los Estados Unidos, que declararon inconstitucionales algunas medidas del New Deal, el cual produjo una crisis económica y un malestar entre los trabajadores, llevando a una victoria en el Congreso en 1938. Sin embargo, reformó el poder judicial estadounidense, con el fin de que muchas de sus leyes sobrevivieran, como la Ley Nacional de Relaciones Laborales, el cual protege a la mayoría de los empleados sindicalizado o no sindicalizado. Posiblemente, una de las mejores acciones de Roosevelt en materia de salud, fueron las campañas de concientización, organizadas por Fundación Nacional para la Parálisis Infantil (NFIP, por sus siglas en inglés), para considerar al polio una mayor amenaza para los Estados Unidos, campañas que alentaron el desarrollo de la vacuna para prevenir el polio y fuera usada en los años 50.
Tras el ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Roosevelt modificó la Ley de Neutralidad para proporcionar armamento a Francia y Gran Bretaña; incrementó la producción de aviones; firmó una alianza con Gran Bretaña con la Carta del Atlántico (1941) y autorizó el desarrollo de las primeras bombas atómicas de la historia con el Proyecto Manhattan. Después de su muerte por una hemorragia en abril de 1945, su figura como rector de las decisiones de Occidente desaparece.
Regresando a la salud del presidente López Obrador, no es un enfermo grave a pesar de haber sufrido un infarto en el 2013 y ser sometido a un cateterismo cardiaco en el Hospital Central Militar el año pasado. “Sus padecimientos del corazón están controlados”, como lo menciono el Dr. Héctor Frisbie, médico y especialista en salud pública, en una entrevista para el medio SinEmbargo Al Aire. Esto no ha impedido que el presidente juegue béisbol con Fernando Valenzuela, recorra los estados de la república a pie o coma tamales de chipilín.
Hay voces que se nutren de la desinformación que buscan persistir con la idea de que “el presidente tiene algo más que covid” y llevan a cabo una discusión visceral y emocional en contra del mandatario. Bajo la supervisión del Dr. Jorge Alcocer Varela, el presidente está en reposo y en plena recuperación, con leves síntomas de fiebre, cansancio e inflación de las vías respiratorias altas, es decir, del tracto respiratorio de la nariz y de la garganta. Pero como dijo el secretario Adán Augusto el martes pasado, aquellas voces “son los que tienen podrida el alma” y veremos al presidente ser dado de alta en los próximos días para que continúe su trabajo antes de terminar su sexenio.
La importancia del presidente y su salud pueden cambiar el rumbo de la historia, puede perjudicar su capacidad para negociar acuerdos de paz que dicten los cambios geopolíticos en el mundo o pueda ser una determinante para el cambio de actitud del gobierno con respecto a la salud y el combate a la pobreza.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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