“Del plato a la boca se cae la sopa”. Este dicho popular contiene un gran significado y, principalmente, habla de la hipocresía que puede encontrarse en las acciones de diversas personas o, en este caso, en un sistema.
Estados Unidos se utiliza a menudo como un referente de democracia. Este ha sido el principal argumento para justificar la invasión de varios países bajo la bandera de llevar libertad y democracia. Estos ideales han servido como justificación para un sinnúmero de intervenciones militares estadounidenses, desde el bloqueo comercial a Cuba hasta la guerra en Irak y el apoyo militar a Ucrania.
Sin embargo, “del plato a la boca se cae la sopa”, y es que dentro del sistema democrático estadounidense parece que la idea de libertad no siempre se aplica cuando un competidor puntero desafía los intereses de las élites.
La sorprendente victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 marcó un cambio de paradigma en Estados Unidos. Como jefe del Ejecutivo, Trump expuso las falencias del sistema político estadounidense, que, según él, solo beneficiaba a unos pocos. Además, comenzó a poner límites a algunos países históricamente hegemónicos en Europa y buscó acercarse a Rusia y Corea del Norte. Además de que en últimos tiempos ha cuestionado la permanencia de los norteamericanos en la OTAN.
Tras cuatro años de presidencia, en las elecciones de 2020, Trump perdió de manera sorpresiva ante el actual presidente Joe Biden. Trump calificó su derrota como fraude electoral y sus simpatizantes asaltaron el Capitolio en protesta por lo que consideraron un ataque a la democracia.
Desde entonces, Trump ha señalado que la democracia estadounidense no es completamente confiable y ha expuesto múltiples irregularidades en el sistema político. Debido a esto, sus polémicas declaraciones y sus aspiraciones de regresar a la Casa Blanca han provocado una persecución que parece propia de un Estado dictatorial.
Trump ha sido sometido a dos juicios políticos y en ser condenado en un juicio penal convirtiéndose en el único presidente o exmandatario de Estados Unidos en ser condenado. A pesar de ello, el sistema parece no poder detener al exmandatario, pues cada uno de estos eventos ha fortalecido aún más sus aspiraciones.
Recientemente, y digno de una de las historias que tanto gustan en el país vecino, Trump fue víctima de un ataque con arma de fuego durante un mitin de su campaña en Pensilvania el pasado sábado 13 de julio.
El ataque a Trump no solo es un ataque a una figura política, sino a los principios mismos que sustentan una democracia. La violencia y la intimidación no tienen cabida en un proceso democrático, independientemente de las inclinaciones políticas u opiniones sobre los candidatos. Este tipo de actos no solo socavan la integridad de los procesos electorales, sino que también fomentan un ambiente de polarización y desconfianza que perjudica a toda la sociedad. Además de que son ejemplo de la hipocresía del sistema político norteamericano y se caen sus argumentos de llevar democracia y libertad a algún país del mundo.
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