Un grupo de ciudadanos comenzó a protestar bajo el lema ‘¡El INE no se toca!’ hace aproximadamente dos años, cuando el presidente López Obrador presentó una iniciativa de reforma electoral en abril de 2022. Esta propuesta incluía la reestructuración del INE, la reducción del número de diputados y senadores, y la elección directa de consejeros electorales y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), entre otras medidas.
Los manifestantes se identificaban como apartidistas y afirmaban durante sus marchas que no estaban en las calles en favor de ningún partido o candidato. Según ellos, lo único que defendían era el órgano electoral y la “democracia” en México. Además, algunos de ellos aludían a López Obrador, argumentando que pretendía dañar o eliminar el régimen democrático en el país.
Ahora, le hago una pregunta al lector: ¿Cuándo ha habido democracia en México? El IFE (antecesor del INE) nació como una respuesta al fraude de 1988, cuando Diego Fernández de Cevallos declaró: “Nadie podría beneficiarse con escudriñar papeles que nada dicen y menos significan; la bancada panista acepta que se destruyan esos míticos documentos y que esos cientos de toneladas de papel se procesen y regeneren, como reclamamos se regenere la vida pública”, aceptando así la destrucción de las boletas electorales que podrían haber demostrado el fraude. En otras palabras, el IFE nació de uno de los primeros gobiernos PRIANISTAS.
Durante los años de existencia del órgano electoral mexicano, han ocurrido acontecimientos que atentan contra el ideal democrático al que se aspira. Un ejemplo notable es lo sucedido en 2006, cuando algunos (incluyéndome) argumentan que hubo un fraude electoral. En primer lugar, se utilizó el poder del Ejecutivo federal para intentar sacar de la contienda presidencial al entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, mediante el desafuero. Sin embargo, por temor a parecer demasiado descarados, permitieron que participara en la contienda, dejando al órgano electoral la responsabilidad de hacer el “trabajo sucio”.
Otro evento que atentó contra el ideal democrático fue lo sucedido en 2012, cuando el órgano electoral hizo caso omiso de las denuncias de compra de votos en proporciones impresionantes, lo que habría sido suficiente para definir al ganador de la elección. Tanto los ciudadanos como el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, señalaron estas irregularidades, pero el órgano electoral decidió mirar hacia otro lado. Este comportamiento faccioso del INE ha sido una constante durante su existencia.
Un ejemplo del nivel de parcialidad en el órgano electoral fue el caso del antiguo consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien salió del instituto y, al mismo tiempo, también salió del clóset del PAN. Después de haber sido consejero del INE de 2011 a 2014 y consejero presidente de 2014 a 2023, se incorporó al medio opositor LatinUS, donde comenzó a hacer videocolumnas desde una perspectiva de oposición.
Retornando al tema de las marchas, cuando aún se presentaban como imparciales y pretendían defender la democracia, contaron con la presencia de dos dirigentes del órgano electoral: José Woldenberg y el ya manchado y desprestigiado Lorenzo Córdova Vianello. Sin embargo, es importante señalar que, durante este período en el que se autodenominaban apartidistas, también asistieron a las marchas destacadas figuras de la oposición, como Margarita Zavala y el entonces futuro candidato a la jefatura de Gobierno y presunto líder del cartel inmobiliario, Santiago Taboada.
Sin embargo, con el tiempo, y ya en época electoral, se cayeron las máscaras: tanto los manifestantes que se habían presentado como apartidistas, así como los organizadores y antiguos oradores comenzaron a revelar sus verdaderas inclinaciones. Los candidatos de oposición, Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, se convirtieron en los principales oradores de las marchas. No es sorprendente que defendieran la institución que, en dos ocasiones (2006 y 2012), les facilitó la presidencia. Al final, tuvieron que quitarse la máscara para proteger a una organización que siempre estuvo a su favor durante toda su existencia.
No obstante, la marcha, ahora llamada “marea rosa”, no termina aquí su contradicción, sino que después de las elecciones y el triunfo avasallador y legítimo de MORENA, se evidenció que el INE estaba aplicando la ley de manera imparcial por primera vez. Esta imparcialidad, sin embargo, incomodó a muchos, pues no podían aceptar que una institución que habían tenido de aliada durante tantos años se mostrara neutral.
Ahora, las marchas buscan presionar para que no se aplique la ley tal como está establecida (le dicen sobrerrepresentación). Los manifestantes intentan disuadir al INE para que actúe según sus expectativas y valide su concepto de justicia. Ya no se trata de defender la ley y el INE en sí mismos, sino de respaldar la visión de justicia que ellos defienden. Pasaron de decirse imparciales y defender solo al INE, a apoyar al PRIAN. En la actualidad, ya dejaron de esconder su afinidad política y ahora atacan al órgano electoral. Quizá uno de los mayores logros de MORENA sea tener a la derecha manifestándose por una idea de justicia (ellos creen injusta la “sobrerrepresentación”). Su nuevo lema es “El INE no se toca siempre y cuando esté de nuestro lado”.
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