El fin de un ciclo y el inicio de otro

Si en algún momento la señora Beatriz Gutiérrez Müller decidiera emprender un nuevo rumbo académico en España, Francia, Noruega o incluso El Salvador, no sería mal visto. Al contrario, tendría plena libertad de hacerlo, ya que su papel como primera dama concluyó y su tiempo en la esfera pública ligada a la Presidencia de México terminó con el cierre del sexenio anterior. Lo que ella y el presidente López Obrador realizaron durante seis años de gobierno ya quedó en la historia, con luces y sombras, y con la mayoría de compromisos cumplidos.

Hoy el escenario político tiene un nuevo rostro: la presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo de trabajo. No hay que confundirnos: el sexenio de AMLO ya concluyó. El país entró en una nueva etapa que exige mirar hacia adelante, con una agenda propia y desafíos inmediatos.

El riesgo de la opulencia en un movimiento popular

Quienes sí deben cuidar más la percepción ciudadana son los políticos en funciones que, atraídos por la presunción, la opulencia y la elegancia, se alejan de la base que los llevó al poder. El movimiento de la llamada Cuarta Transformación nació con la bandera de estar cerca del pueblo, caminar con él, escuchar sus necesidades y responder con sensibilidad. Por ello, resulta contradictorio cuando algunos actores políticos se muestran más cómodos en escenarios de privilegio que en las calles donde se viven los problemas reales.

La congruencia será clave: o se mantienen fieles a la ideología que abrazaron, o bien deberán buscar en otros partidos el espacio que mejor encaje con sus ambiciones personales.

México, Estados Unidos y la presión anticorrupción

En paralelo, en los cafés de la comunidad mexicana en Estados Unidos se comenta que la mano dura del gobierno norteamericano empieza a dar resultados en sectores vinculados con la corrupción. Empresarios que antes estuvieron inmersos en prácticas irregulares se han visto forzados a negociar con las autoridades y, en algunos casos, a reparar los daños.

Ese ejemplo de presión institucional deja una reflexión: si el crimen organizado en México decidiera entregar sus armas y optar por la negociación y la paz, se daría un paso decisivo hacia el fin de una guerra absurda que ha costado miles de vidas.

Una reflexión necesaria

Como recordaba Mahatma Gandhi: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. Quizá ha llegado la hora de retomar esa frase con seriedad y construir, desde la política, la justicia y la ciudadanía, un nuevo horizonte para México.

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